Navaja Tactica Rui |
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Humberto escribió:Cada vez que se habla de la bendita «imagen» de este cuerpo suele salir la retahíla de reproches que, según la edad, la trayectoria y perspectiva de cada uno, están más o menos fundados y que, cómo no, su parte de razón tienen. Un recorte, varias congelaciones y la sustracción de una paga extra en apenas cuatro años y asusta ver lo que rajan algunos cuyo número de placa, decena arriba o abajo, debe empezar por 100, y cómo hasta se atreven a preconizar el futuro devenir del cuerpo, como el ufano grumete que desconociendo otras singladuras anteriores, hace cábalas sobre cuándo se hundirá el barco y hasta dónde aguantará la marinería al capitán. Otros, con los trienios acumulados doblegando piel, fe y creencias, no aciertan a encontrarse en la imagen que les devuelve el espejo, ni una pista para reconocer al muchacho que deseaba conducir un radiopatrulla a medianoche; el que sentía que todo era posible, incluso escuchar la ciudad. Fue tan breve el amor y tan largo el olvido. No hemos tenido una buena cabeza dirigiendo la institución jamás. Tampoco es que hayamos sido la mejor policía del mundo, ni muchos menos los mejores vasallos, cada cosa en su sitio. De hacerse un ranking no andaríamos mal, pero desde luego no seríamos los primeros. Los primeros son los franceses. Sí, ese país que nos invadió, el que inventó este oficio noble y denostado. ¿Y por qué opino esto? En los mundiales de Francia 98 un gendarme quedó en coma por la agresión de un hincha alemán, y en unos de los partidos de la selección francesa, como homenaje, pusieron su gorra característica sobre la bandera nacional, y la foto y el humano gesto dieron la vuelta al mundo. Eso aquí, sencillamente no habría ocurrido. Me refiero a lo del detalle, por supuesto. No a la agresión. Algo así se consigue con una política de imagen y educación respecto de las instituciones y de sus garantes, es decir nosotros, que en este puñetero país de mis amores ni hemos tenido ni tendremos.
No solo la ciudadanía, la policía también tiene sus lagunas, y las últimas hornadas han perdido ilusiones y se han avinagrado profesionalmente con la misma celeridad de los recortes. Hay muchas cosas que están deteriorándose y otras que ya venían mal hechas, algunas llevan así desde Fernando VII y la promulgación de su Cédula, el sueldo es una de ellas: nunca ha estado a la altura de lo esperado, ni de cerca, y que podrían tener arreglo con más fondos cuando los había, pero, ni el director cuenta con ellos, ni va a contar, y la imagen hasta donde yo entiendo es la única cosa que no cuesta. Sale gratis. Y es la que más nos empeñamos en joder, por ceguera, por ignorancia o por dejadez.
Por otro lado es cierto que el dinero bien gestionado cunde mucho, y que arañando aquí y allí, en vez de un camión o un helicóptero que sirven para operaciones puntuales, o para nada, se pueden aviar pertrechos que utilizaríamos todos a diario (un simple espray de gas paralizante, por ejemplo). Sí, pero no. O sí pero no tanto. Celemines. La burocracia no es como la economía doméstica, aunque debiera. Ahí todo son decisiones colegiadas y, al final, aunque suene ilógico, no se pueden hacer números ni distraer partidas más que para lo que están aprobadas. Y los directores generales no se han caracterizado ninguno por su gestión económica. Al menos no los que yo he conocido.
Tengo claro que los directores generales están de paso, no son compañeros más que de trayecto en un viaje de corto recorrido, en vagón preferente, de los que no estaban al principio y que no llegarán más que a la siguientes dos paradas, como mucho. No obstante se agradece el gesto. Un gesto es grano en un granero. Hacen falta muchos gestos. Y éste ha dado algunos. Que otros ni eso. Ni pena ni gloria. O dando pena directamente.
No me gustaría estar en la piel de este señor. La verdad. Desde el 15-M todo se ha desmadrado más si cabe de lo que lo estaba, y cada vez que hay disturbios desde los MCS, y desde la oposición, se pide la cabeza de varios policías y la del delegado gubernativo y, por supuesto, la de él. Y esa sensación de que todo se reprime, pesa en el imaginario colectivo. Y es que no hay otro debate que el ideológico. Basta con escuchar lo que dicen los que rechazan la futura ley del aborto (o cualquier otra) para entenderlo. No hay sino ideología subyacente vomitada en consignas. Fanática ideología. Pero ni una frase que nos haga pensar en una lectura desenfadada del borrador del anteproyecto.
En lo que a mí respecta, la policía ha sido espino solitario en valle humilde, no tiene por qué caer bien ni mal, bastaría con que fuese entendida su labor como nuestros vecinos franceses, en su justo contexto, si no como un bien, en la mayoría de casos, como un mal necesario, en unos pocos, que suelen ser los disturbios o si se prefiere el restablecimiento del orden. Del mismo modo en que se comprende que para sofocar un incendio sean tirados abajo por los bomberos unos pocos de tabiques. O incluso, para evitar que sigan deprendiéndose partes de una cornisa, sean demolidos tramos de ésta también por su parte sana. Y ahí es donde entra el papel informante en unos casos, educador en otros, del director o de las personas en quien delegue. ¿Qué el actual, Sr. Cosidó, va por ese camino? Francamente no lo sé. Ojalá.
Espino solitario, sí, con el alma hecha de retazos de desesperanzas en sepia y con un corazón goteante de fríos otoños, de los peores cinco minutos de la vida de los demás rebosante. Anónimos. Callados, abnegados. Tantas veces injustamente tratados por la picota del estereotipo ignorante, como tantas otras reconciliados con el mundo, con la sociedad o con la corporación, porque un hombre bueno o una mujer buena o un jefe bueno, les reconocieron lo que era su labor: un trabajo bien hecho, un servicio más, de tantos, pero aquello por lo que viniste, aquello que juraste (o prometiste). Aquello por lo que sigues yendo cuando eres llamado.
Desear es malo. Uno para sí quisiera el sueldo de un ministro, aunque se contentaría con no ser de los que menos cobra del gremio. Mejor evitar el deseo para que la decepción no te haga mella. Pues son tiempos de ir marcha atrás. Con esto quiero decir que el sueldo, en efecto fue lo más vindicado. Reivindicado. Y vuelto a vindicar. Y lo que nunca se cumplió por parte de quien lo prometió. No ahora, sino hace veintisiete años. Ese tren lo perdimos, pasó y se fue, y ahora ya no tiene remedio. Al director general no le podemos pedir milagros. Y sí buenos gestos. Como a todos. Si acaso que no toque demasiado lo que había y que funcionaba.
A mí que ese señor venga a comisaría a hacerse la foto de rigor no me pilla de sorpresa. No será el primero ni el último. Recuerdo haber visto entrar al Sr. Cotino en Nochebuena seguido de los gerifaltes y de la prensa, y cómo un compañero le negó el saludo. Y me consta que fue la única vez que aquel oficial se lo negaba a un ser humano en su vida. Y es que hacía poco que su plan 2000 le había costado la vida a un unipersonal en Carabanchel, asesinado por GRAPO de un tiro en la nuca a las puertas de un colegio. Ahora que prefiero eso, alguien que se pasa a saludar en fechas señaladas, sus intenciones intrínsecas no las sabemos las suponemos únicamente, pensando bien vemos sinceridad y pensando mal lo contrario, que no a un ministro que diga, al día siguiente de producirse los hechos de Roquetas del Mar, sin saber aún qué carajo había pasado, sin esperar a ver qué decía la comandancia o la jueza instructora, haciéndole el juego a la opinión de los medios (la mayoría de su cuerda ideológica) y que habían dictado auto de culpabilidad contra los guardias y su teniente, que «rodarían cabezas». O algo así con otras palabras. Ese ni viajaba en éste tren ni llevaba el mismo rumbo. Y no se le conocieron jamás gestos. Ya que no sirven por lo menos que no estorben. O que no joroben. O menos aún el otro que ordena a unos jefes chivarse a los enemigos irreconciliables, asesinos de mierda, traicionando a todos los muertos caídos, y cuando son pillados con el carrito del helado en medio del bar Faisán y oída por toda España la grabación, no tienen ni el valor de apechugar: ni afirma ni desmiente; ni sí ni no, sino todo lo contrario, etcétera. De esos sí que no los quiero viajando conmigo.
Lo que sí que puede hacer el director general, ya que no es mago ni traerá dinero para las soldadas, al menos es ser decente. Y si él lo es el cuerpo que dirige lo parecerá más aunque ya lo sea. La imagen se puede gestionar y cuidar. Tan solo hace falta tocar en los resortes adecuados. El fondo y el cómo. Ellos, los gobiernos, los políticos, los sindicatos, etc., lo llevan haciendo desde el principio, únicamente para sí mismos, pero se han pasado de listos vendiendo logros que no eran tales, como el bienestar social y, sobremanera, su propio bienestar. Luego si saben cómo hacerlo mintiendo, diciendo la verdad será pan comido.
La imagen es como el envoltorio de una tableta de chocolate. El chocolate, lo de dentro, será más o menos el mismo siempre, pero lo que lo recubre, no. El que por mandato tiene la potestad de modificarlo o cambiarlo, o mejorarlo con respecto al anterior para «venderlo mejor», ese es el Director General. Paradójicamente, si bien puede cambiar el aspecto externo, no puede hacer gran cosa con la tableta, salvo en su forma, ni prácticamente variar nada de su composición: cacao y azúcar y mala leche. Y es que el chocolate es el que es y cuesta lo que cuesta y alimenta lo que alimenta. Ha sido así doscientos años. Por lo menos. La imagen es prácticamente lo único que se puede mejorar. No veo mucho la tele, pero me da la sensación de que ya no emiten ninguna serie casposa, ¿no?
La imagen como colectivo que de unos pocos años a ésta parte se trata de trasladar a los ciudadanos es la de amable y servicial. Al menos, a lo último, no se nos ha estado escarneciendo en el celuloide. Preocúpense de mirar el cine de los ochenta y noventa. Las series de televisión del decenio 2000-2010, para comprender de qué hablo. Casposo y ridículo. Las últimas estampas amables de la labor policial tomadas fueron en sepia o en blanco y negro. Hora es ya de empezar a sacudirse el polvo de la incomprensión ignorante. Sin dulcificar nada. Sin engañosos envoltorios anunciando lo que no es. No lavamos más blanco, ni nuestro sabor es más extrafino que nunca. Nos dedicamos a hacer esto y nuestra labor es ésta y respecto a ésta actuación concreta hicimos esto porque era como se debía hacer según ley y protocolos, y si alguien sabe el modo de hacerlo mejor que venga y lo diga para futuras actuaciones, y si no que se calle para siempre o que se vaya a tomar...
Claro que de la imagen no se come. Pero me habrán de reconocer que con la mala imagen gratuita que nos han endilgado no podemos andar tan tranquilos, y que yo al menos, estoy hasta los mismísimos de que se produzca un escándalo cada vez que actúa alguna unidad antidisturbios y que repercuta en mi labor diaria, porque la señora o el señor cuestione mi integridad y profesionalidad, si he de usar la fuerza mínima (no hablo ya de fuerza a mayores o uso de la defensa. Que por cierto es el única elemento de defensa), porque previamente están cansados de escuchar en TV a los exegetas del nuevo dogma, lo desproporcionados que acostumbramos a ser y lo proclives que somos en llegar a ese extremo, poco empáticos, muy desaprensivos. Que es que el «respetable» se cree que una manifestación consiste en eso, en cortar la calle y en tirarle objetos a la policía, por represora. Y que es un derecho que tiene todo manifestante de ir encapuchado o con un casco de moto o como le dé la gana. Como un derecho es el de identificar al policía que le ose medir el lomo. Y de colgar la intervención, a partir empezado el reparto, por supuesto, omitiendo la parte de los insultos, pues ha sido grabado en vía pública.
Restablecer el orden en unos disturbios se ha hecho del mismo modo desde que los estados son estados. Pero aproximadamente desde el 2006, las tintas se han cargado ideológicamente y eso hace el debate imposible. Desde hace dos cada vez que se produce una carga, prácticamente como un axioma: la policía es una Fuerza represora del gobierno. Vuelve a ser represora. Limpiar eso y que la ciudadanía entienda que una de las funciones es precisamente esa, la represora, y que lo que no cabe en un estado de derecho es el que las muchedumbres, minorías al fin y al cabo, quiebren la paz cuando les dé la gana y quieran aparecer con la falsa imagen de que ellos lo hacen por el bien común y, encima, democráticamente.
Con esto quiero decir, que ese señor pondrá mejor intención que sus predecesores, con la imagen, aspecto que a otros se la trajo floja, y a alguna directamente se le partieron los ijares de reírse cuando veía el modo en que sus amigos artistas nos retrataba en las peliculas y series, pero poco más podrá hacer. No va a motivar al compañero desmotivado, ni va a conseguir incidir en el pensamiento del perroflauta ni del anti-sistema y revertirlo, como no se revierte el curso de los ríos, pero, y ahí hay que darle la razón, sí puede hacerlo en las cabezas en blanco de los niños, que habrán de ser los hombres del mañana. Educando como se debe en los colegios. Bene curris, sed extra viam
Un saludo.
Estoy de acuerdo en casi todo humberto, sólo matizar que un Policía con una placa a partir del 90, puede opinar como uno con un 60, si bien es más probable (pero no seguro) que la del 60 sea más acertada por las vivencias y experiencia acumulada.
Cierto es que los Policías de las últimas hornadas vienen desmotivados desde Ávila, yo soy uno de esos con sólo 7 años de antiguedad, pero no llegué desmotivado a este Cuerpo, todo lo contrario, más aún llegando con la edad que llegué habiendo trabajado en muchos trabajos (casi 10 años cotizados), yo valoro mucho lo que tenemos y sé que se lo tengo que agradecer a los compañeros que antaño se jugaban la vida trabajando en el País Vasco, formando sindicatos ilegales, que a la postre fueron legales y los que consiguieron la mayor parte de los privilegios, todos ellos levantaron este Cuerpo entonces y le dieron tal empujón que a día de hoy y es lo que pienso, esto sigue funcionando por la inercia adquirida de aquellos tiempos.
Pero debes comprender que nos ha tocado vivir otros tiempos, tiempos en los que como tú dices la prensa está en nuestra contra y maximiza lo que hacemos mal, tiempos en los que cualquiera te graba con un teléfono en una intervención y sube a la red la parte que interesa, tiempos de indefensión ante los jueces, tiempos en los que sólo se busca estadística, no sé el momento exacto en que me desencanté de este Cuerpo, quizás por aquel expediente por falta grave que nos quisieron incoar al grupo sin culpa (afortunadamente había un jefe de verdad y todo quedó en nada), mientras se realizaba el servicio en condiciones precarias sin medios ni personal... o quizás cuando estás en un puesto y operan a un familiar de un cancer, sólo coges un día y te llama el jefe y te dice que la próxima vez te cojas vacaciones, no sé puedo buscar más y seguro que encontraré muchas cositas de estas.
También he detectado en mi corta carrera, que las últimas últimas hornadas, los compañeros de aula práctica venían ya desmotivados desde Ávila, algo que no entendía ni entiendo aún, supongo que muchos de ellos porque no han trabajado nunca y no tienen ni idea de lo que es trabajar en el sector privado y no pueden apreciar todas las ventajas que tenemos en comparación, para mi fue fascinante las cosas que vi en algunos compañeros de aula (es cuando tenemos aún el culo apretado y nos tienen que evaluar), no sé pero es un caso para Cuarto Milenio.
Intuyo que en tus tiempos un Policía era un Policía, ahora un Policía (depende del destino claro) es un imán de borrachos, toca p,lotas, etc, nadie respeta esta Policía, la gente nos mira como el enemigo, en fin que veo poca mejora de la imagen policial, máxime cuando veo varios policías en un vídeo bailando en no se donde el gangnam style con unos niños, ¿esa es la imagen que queremos que tengan los niños de la Policía?, ¿bailando como bufones de la corte?.
La imagen hay que cambiarla si, pero desde abajo, si se quiere tener una imagen cercana a los niños, hay que ir a los colegios a dar charlas, enseñarles los coches, las cosas que les llame la atención y tener un trato más cercano hacia ellos para que nos vean como aliados, no como enemigos.
Estoy de acuerdo también en que la Policía tiene que ser represiva cuando es necesario, pero no podemos tener esa imagen, puesto que es más elevado el porcentaje de intervenciones humanitarias que el intervenciones represivas, para lo otro tenemos a las UIP´s que es su función.
Sólo espero poco a poco encontrar mi sitio y recuperar las ilusión en mi trabajo y esa satisfacción del trabajo bien hecho.
Total un saludo y por como dice un compañero por ahí gracias por tu prosa.