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Se habla mucho de todas la atrocidades cometidas por los judíos con sus vecinos árabes, las injusticias cometidas contra los árabes “palestinos, etc. cometidas en los últimos sesenta años.
Se habla muy poco de las atrocidades árabes con los judíos, el estatus de estos últimos como dhimmis (infieles en países musulmanes) durante siglos, la opresión sufrida por causas religiosas y la constante violencia de musulmanes contra ellos. Repito, durante siglos.
Vamos a leer algunas realidades (a lo mejor nos duele. La verdad molesta a veces).
Con la declaración Balfour y posteriores movimientos políticos, se plantaron las bases para el establecimiento de un estado sionista judío en “Palestina”. Quiero recordar que “Palestina” es un término inventado por los romanos hace muchos siglos para borrar cualquier traza de judaísmo en Samaria y Judea; intento vano porque los judíos tienen unas raíces en esa tierra que se remontan a varios miles de años. Al contrario de los árabes, quienes pululaban por esas tierras varios siglos después de la muerte de Cristo.
Es decir, los primeros “palestinos” (y únicos reales) fueron judíos. Los otros “palestinos “árabes” son un invento que tiene sus raíces en la guerra de los seis días (hace un rato, vamos). Hasta ese momento, los árabes que vivían en ese territorio eran eso, árabes, sin más. Meras tribus nómadas que iban de acá para allá sin establecerse de forma permanente, al contrario que los judíos.
Pero vamos con las “masacres” cometidas en esa tierra desde que el Imperio Británico decidió establecer ese territorio como el futuro estado judío a partir de la primera guerra mundial. Esas “masacres” son las cometidas por árabes contra judíos, y no al revés, como se suele leer.
Lo que hacen los árabes con una falta clara de honestidad es suplantar la verdadera historia judía y usarla siendo ellos los protagonistas. Es penoso. Algunos episodios son:
-En 1920, se produjeron durante tres días seguidos el pillaje, saqueo y asesinato contra judíos y sus propiedades por parte árabes. Esto fue en abril. Al grito de •muerte a los judíos”, cientos de árabes agredieron a todo judío a la vista. Cientos de judíos intentaron organizarse para defenderse, y cuando se disponían a entrar en Jerusalem por las puertas de Jaffa, tropas británicas se lo impidieron. Después se declaró la ley marcial (siempre tarde). Total: 211 judíos heridos, 6 muertos.
-En 1921, se producen otra matanza de árabes contra judíos con el estúpido pretexto de un desfile de comunistas judíos. Por supuesto, al final la culpa cayó sobre los judíos por “provocar”.
-En el verano de 1929, durante la celebración de una festividad judía en la que se conmemoraba la destrucción de dos templos en el monte del templo, los sionistas se reunieron en el muro para cantar Ha Tikva, el himno sionista, lo que “provocó” que los árabes hicieran una manifestación al día siguiente en contra de esto. ¿?
Este día, el gran muftí de Jerusalem, Haj Amin al-Husseini dirigió un sermón a una gran multitud de árabes armados con cuchillos y palos, declarando: “Los judíos planean destruir los sitios sagrados musulmanes. Nada excepto la espada decidirá el futuro de esta tierra. Los sionistas deben ser masacrados hasta el último hombre”.
En todas partes en Jerusalem, clérigos musulmanes en las mezquitas estaban soltando sermones inflamatorios, prometiendo el paraíso a los que mataran judíos.
Haj amin se apoyó en el hijo del alcalde Musa Kazim, Samir al-husseini, para inflamar el odio hacia los judíos en todos los árabes de la zona fuera de Jerusalem, repartiendo fotografías manipuladas mostrando la mezquita Al-Aqsa en llamas a manos de judíos, con la bandera sionista sobre sus ruinas. También esparcieron el rumor de que, aparte de destruir la mezquita, habían matado a 500 árabes.
El 17 de agosto de 1929, un niño judío, Avraham Mizrachi, accidentalmente mandó su balón a un patio árabe, y cundo fue a recogerlo, recibió una paliza que lo mató.
Ese viernes, el día de la mezquita para los musulmanes, 22 de agosto de 1929, los árabes en las mezquitas estaban gritando al supuesto mal cometido por los judíos, así que los días 23 y 24, cientos de árabes se dedicaron al histérico asesinato y pillaje de judíos, sus locales y casas, matando un total de 137 judíos, 30 solo en Jerusalem. En cuanto a heridos, hubo 339 apuñalados o mutilados. La policía británica terminó interviniendo (tarde como siempre) y mató a 116 árabes, hiriendo a 232 más.
La mitad de estos judíos masacrados eran niños de Hebron, estudiando sus textos sagrados. 61 fueron asesinados y otros deliberadamente mutilados: pies, manos y miembros cortados para dejarlos incapacitados de por vida. Nadie allí fue simplemente asesinado, fueron torturados imaginativamente.
En Jerusalem durante esta masacre, una asociación árabe de estudiantes publicó un manifiesto que decía:
“Recordad, los judíos son nuestro peor enemigo, y el enemigo de nuestros ancestros desde siempre. No te dejes engañar por sus trucos. Ellos fueron los que torturaron a Cristo, la paz sea con él. Ten claro que la mejor forma de salvarte a ti y a tu padre de la garra de la avaricia judía es boicotearlos”.
La policía británica arrestó algunos árabes, y las cortes sentenciaron a prisión a 20, cuando habían participado miles de árabes. Solo fueron ejecutados 3 culpables de la muerte de 137.
En 1932, los árabes recomenzaron la brutalidad. Izz ad-Din al-Qassam, un clérigo musulmán con raíces sirias y educado en la prestigiosa universidad islámica al-Azhar, tomó el ejemplo de Haj amin y se dedicó a hacer lo mismo en el norte. Comenzaron en el pueblo del todavía niño Moshe Dayan, Nahalal matando a cuatro judíos con granadas.
Durante los siguientes tres años, al-Qassam envió constantes batidas para matar judíos al azar. Reclutó cientos de árabes a los que instruyó en el uso de armas de fuego y explosivos.
Es importante tener en cuenta que los judíos no tenían permitido portar armas de fuego, y lo cumplieron (no entiendo porqué) hasta más tarde. Esas batidas se dedicaron a atropellar, saquear, destruir propiedades y quemar campos de cultivo.
El 27 de octubre de 1933, los árabes protagonizaron una violenta manifestación protestando por el flujo de judíos inmigrantes desde la Alemania nazi. En ese momento el censo era: 52.000 judíos, 18.000 musulmanes, 18.000 cristianos. Ninguna mención de “palestinos” por ningún sitio.
Este mismo años, Haj Amin emitió una fatwa prohibiendo la venta de tierras a judíos. Le tomó mucho tiempo emitir esta orden, más que nada porque los propietarios árabes de tierra eran opuesto a la afluencia sionista, pero en secreto eran los que vendían tierras a los judíos, traicionando a su muftí (típico comportamiento árabe).
Al-qassam y compañía se oponían al sionismo porque el islam advierte que en Dar-as-salam (la casa del islam) no hay sitio para los judíos viviendo libremente bajo dominación musulmana. Era claramente impensable que después de 1400 años de cierta relación entre musulmanes y judíos, en esta nueva y libre patria judía que los británicos habían mandado crear, los musulmanes tendrían que obedecer órdenes de los inferiores judíos.
El ejército inglés, después de varios años de crímenes de al-qassam, terminó matándolo. Su funeral fue atendido por miles de histéricos árabes, enfurecidos por esa muerte a manos de infieles. Añadido a esto, en el puerto de Haifa se cogieron armas dirigidas a organizaciones judías. Los judíos tenían prohibido llevar armas de fuego, como ya dije antes. Y los británicos no cambiaron esto.
El 15 de abril de 1936, tres judíos fueron asesinados en la carretera de Tulkarm por bandas de asaltante árabes. Al día siguiente, miles de personas atendieron el funeral, y muchos maldecían al islam, lógicamente, pero no pasó de maldecir. La siguiente noche, se difundió el rumor de que habían muerto dos árabes cerca de Petah Tikva en venganza. Era falso. Pero esto no detuvo a la multitud árabe de proyectar sobre los judíos su odio.
Tres días más tarde, el 19 de abril, una multitud árabe se reunió en las calles de Jaffa. Asesinaron 16 judíos que pasaban por allí e hirieron a 75 antes de que la policía británica matara a seis árabes y detuviera la orgia de sangre. Al día siguiente, los árabes se reunieron en las puertas de la comisaria exigiendo los cuerpos de los 2 árabes muertos por los judíos. Cuando la policía les dijo, lógicamente, que no existían esos muertos, volvieron a estallar violentamente en toda palestina.
El 21 de abril, haj Amin organizó una huelga general, ordenó parar la inmigración judía y parar la venta de tierras a los judíos (otra vez). De inmediato, los tenderos árabes en toda la región se encontraron con piquetes árabes llamados “exploradores nazis” (así se denominaban ellos mismos), quienes les agredían si abrían las tiendas. En Tel Aviv, ese mismo dia, el alcalde Meir Dizengoff atendió otro funeral masivo por seis judíos asesinados, y llamó a la prudencia diciendo: “somos gente civilizada”.
El 22 de abril, los árabes se sintieron insultados por lo implícito de lo dicho por Dizengoff de que los árabes no eran civilizados, y protestaron destrozando comercios judíos. Una interesante forma de demostrar civismo.
El un periódico palestino, el Palestine post, en una carta desde Inglaterra, el eminente egiptólogo Flinders Petrie opinaba:
“El problema real es la incapacidad de los árabes para hacer uso de la tierra. Esto se ve acentuado por su ancestral preferencia por el desierto, llevándoles a destruir los arboles en “tierra árabe” como protesta por su incapacidad. Los habitantes de esa tierra han sido asesinados o expulsados o metidos en ghettos por su seguridad, y durante 1300 años la tierra ha estado desolada. ¿Tienen los árabes derecho a hacer esto? La cooperación con los judíos y el aprendizaje de estos les serviría más que cualquier otra cosa”. Notad que no se menciona “palestinos” por ningún sitio, solo “árabes”.
El 26 de abril de 1936, el periódico A-liwaa, órgano del partido del muftí de Jerusalem, publicaba la declaración fundacional del alto comité árabe, que asumiría el liderazgo de la rebelión.
Decía:
“Debido al sentimiento general de peligro que envuelve a esta noble nación, existe la necesidad para la solidaridad y la unidad, y un foco en la fortaleza del movimiento nacional de santa jihad”.
En esa declaración hay que notar tres palabras: nacional, santa y jihad. De tres palabras importantes, dos tienen connotaciones religiosas.
En Tel Aviv, el 9 de mayo de 1936, la clandestina haganah (embrión ilegal del ejército israelí), se reunió para discutir la nueva ola de ataques homicidas que iba más allá de los usuales disturbios de 2-3 días. Esto era algo distinto. Pero estos judíos decidieron no depender de la protección de los gentiles británicos para su protección.
El 16 de mayo de 1936, a la salida del cine Edison, un grupo de árabes con pistolas escondidas, esperaron a la gente y dispararon matando a 3 e hiriendo a varios más. El día siguiente, otros 3 judíos fueron asesinados cuando rezaban en el muro.
El 16 de junio de 1936, después de muchos días advirtiendo a los árabes que dejaran de disparar a los judíos desde tejados, 1.200 soldados británicos iniciaron una operación para detener esto. La táctica consistió en volar las casas de los árabes díscolos.
Para Septiembre de 1936, el número de judíos que habían perdido la vida desde Abril ascendía a 91.
El 18 de enero de 1937, los árabes se quejaban a la comisión Peel de la injusticia que suponía por parte de la administración colonial, del hecho de que los hombres árabes de palestina, un 85% eran analfabetos, y un 93% de sus mujeres. Sólo había 13 escuelas para árabes, mientras que los s judíos tenían 178. Pero la comisión sabía que los judíos construían sus escuelas sin ayuda exterior. Los árabes continuaron protestando airadamente (como siempre) diciendo que la administración daba más dinero a los judíos. Decían que los judíos recibían 6000 libras al año.
La realidad: En 1934, el gobierno británico había dado a los judíos 37.537 libras, y a los árabes 192.000 libras.
Entre los años 1936-39, murieron 3000 árabes a causa de sus propias revueltas, muchos de ellos asesinados por otros árabes, la mitas muerta por el ejército británico. Cientos de judíos perdieron la vida. La violencia terminó (por un rato) con el comienzo de la segunda guerra mundial.