VIERNES, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2014
De perros y ocas
Casi 30 años de operaciones del GEO han dejado una evidencia: los perros, por muy fieros que sean y por adiestrados que estén, tienen un pánico insuperable a los geos. Hay hasta una explicación científica de esta desidia canina.
Fue una de las primeras actuaciones mediáticas del Grupo Especial de Operaciones (GEO), la unidad táctica de la policía española. Una madrugada de noviembre de 1987, treinta geos liberaban a Melodie Nakachian, la hija de un millonario libanés asentado en Marbella, Raymond Nakachian. Los geos irrumpieron en la casa de la Costa del Sol en la que la pequeña estaba secuestrada y en segundos redujeron a los hampones. Uno de ellos, que intentó utilizar a Melodie, de tan solo cinco años, como escudo humano, recibió un certero disparo que no puso en peligro su vida pero sirvió para apartarle de la cría.
Así acababa la operación Baby, iniciada once días antes. Un absoluto éxito de la policía española que tuvo repercusión en medio mundo. Pero la operación tuvo un envés algo menos exitoso. Los geos habían entrado antes en otra vivienda, que nada tenía que ver con los gángsters que secuestraron a la niña. Allí tan solo vivía una jubilada acomodada, que protegía su casa y su integridad con un fiero pastor alemán, adiestrado para devorar al primero que amenazase la seguridad de su dueña. Pero ese día, el temible can no hizo ni ademán de lanzarse a por los geos. Muy al contrario, se desentendió de su propietaria y trató de escapar, escarbando hasta las paredes. Los que estuvieron en aquella metedura de pata recuerdan que la dueña del perro estaba más enfadada por la dejación de funciones del animal que por el destrozo que la unidad táctica de la policía había causado en su casa.
Casi 30 años y muchas operaciones del GEO después, hay hasta una explicación científica de esta desidia canina cuando los geos entran en acción
Aquella fue la primera prueba de que los perros, por muy fieros que sean y por adiestrados que estén, tienen un pánico insuperable a los geos. Casi 30 años y muchas operaciones del GEO después, hay hasta una explicación científica de esta desidia canina cuando los geos entran en acción. "Está comprobado –me cuenta un exmiembro de esta unidad– que los perros huelen nuestra adrenalina. Ten en cuenta que vamos 15 ó 20 hombres con las pulsaciones muy altas, desprendiendo adrenalina y es ese olor el que asusta a los perros, que lo único que hacen es intentar huir, ni siquiera ladran cuando detectan nuestra presencia". Y así es. Ya pueden ser rottweilers, pitbulls, pastores belgas o cualquier otro temible perro de presa o defensa... Todos se achantan ante la llegada y la segregación de adrenalina de los geos. Un problema menos para ellos.
Pero los canes que acompañan a los delincuentes sí son un problema para otras unidades. Un veterano de Sistemas Especiales –los encargados en la policía de instalar cámaras, micrófonos, sistemas de seguimiento...– recuerda malísimas experiencias con los perros que custodian fincas o viviendas de delincuentes a los que hay que vigilar. "Naturalmente, no hacemos daño a los animales, pero alguno sí se ha llevado un dardo para sedarle cuando hemos tenido que meter algún dispositivo en una casa". El policía rememora un episodio en el que la mala puntería y la fatalidad estuvieron a punto de dar al traste con una operación. "Teníamos que colocar una cámara. No había manera ni de acercarse porque el perro era tremendo: ladraba, gruñía... Todo el vecindario se iba a enterar de que estábamos por allí. Así que le disparamos un dardo, con tan mala suerte que el dardo se le clavó en la paletilla, en pleno hueso, en lugar de en la carne, así que el pobre chucho comenzó a aullar de dolor... No le podíamos dejar así. Tuvimos que pasar, quitarle ese dardo y ponerle otro".
Con lo que aún no han podido los agentes de Sistemas Especiales es con los más fieros guardianes que se conocen: las ocas
La experiencia, la imaginación y los sedantes han solventado buenas papeletas a los agentes de Sistemas Especiales, acostumbrados a situaciones como éstas. Pero con lo que aún no han podido es con los más fieros guardianes que se conocen: las ocas.
Hace unos años, en la Costa del Sol, unos hampones marselleses tenían varias de estas aves para vigilar su chalé. "No había forma ni de acercarse allí. Comenzaban a batir las alas, a berrear y todo el barrio se enteraba porque el escándalo que formaban las ocas era enorme y, además, no dudaban en hacerte frente", recuerda el veterano de Sistemas Especiales. De momento, no hay constancia de algún enfrentamiento de ocas y geos. Cuando tengas noticias, lo contaré por aquí.
http://www.zoomnews.es/387736/pringue/perros-y-ocas