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SE PASEA SEMIDESNUDO POR EL PARQUE DEL RETIRO UN PRESO BORRACHO.
Un preso de la cárcel de Valdemoro se paseó semidesnudo el pasado día 15 de diciembre a las 18,00 en el madrileño Parque del Retiro. De regreso a la prisión debió ser ingresado en la enfermeria del centro por temor a que entrara en coma etílico.
El pasado día 15 de diciembre, sobre las 18,00 horas, un preso de origen venezolano, internado en la cárcel de Valdemoro, aprovechando una salida terapéutica cuyo itinerario era, visitar el Museo Del prado, comer en un restaurante y conocer el Parque Del Retiro, no dudó a la hora de la comida, de beber todo el vino que pudo. Al parecer, durante la comida aprovecho el desconcierto de los camareros (el restaurante estaba lleno) para pedir más botellas de vino (posiblemente con la ayuda de algún otro interno). Previamente los trabajadores del centro habían advertido al camarero, que de inicio atendió la mesa, que no sacaran mas vino. Después, a la salida del restaurante y durante el paseo por el Retiro, se empezaron a producir actos lamentables e impropios de un interno que por deferencia a hacia sus propios compañeros acompañantes y respeto a los funcionarios no se tenían que haber producido y que se produjeron por el estado de embriaguez, en que se encontraba el interno. Se bajo los pantalones para hacer sus necesidades menores en el parque. De todos es conocida la falta de autoridad de los funcionarios de prisiones fuera de los establecimientos penitenciarios y la carencia de medios para evitar situaciones como la descrita, estando vendidos a la merced de los presos.
Los hechos ocurrieron en torno a las 6 de la tarde, después de que la comitiva, compuesta por cinco trabajadores y 16 presos salieran de comer de un céntrico restaurante de la capital. Debieron ser sus propios compañeros de internamiento los que pusieran un poco de orden, subiéndole los pantalones y evitando un escándalo mucho mayor. Fueron los otros internos, a requerimiento de los funcionarios, los que se encargaron de que el preso regresara a la cárcel montándole en él autobús, pues en esos momentos ya había perdido totalmente el control sobre su persona, llegando a vomitar dentro del vehículo. La ingesta de alcohol fue de tal calibre que resultó necesario ingresarlo en la enfermeria del centro durante más de 16 horas bajo la atenta observación del personal sanitario que en algún momento temieron que pudiera entrar en coma etílico.
La dirección del centro ha cambiado de módulo al interno y ahora le espera una sanción disciplinaria por su comportamiento indecoroso en la salida terapéutica. La sanción implica la perdida del trabajo que realizaba en uno de los talleres del centro. También es posible que pierda su puesto de trabajo en uno de los mejores talleres del centro.
Pero esta no es la única vez que un interno regresa borracho a un centro penitenciario después de una “salida terapéutica o rehabilitadora”. El año pasado dos internos del Centro Penitenciario de Aranjuez, salieron a leer el Quijote al Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde estuvieron acompañados por dirigentes de la Secretaria General. Regresaron tan borrachos al Centro Penitenciario que tuvieron que pasarse varias horas en observación en la enfermería del Centro. Al parecer alguien les invitó a la degustación del coctel que se daba para la ocasión. Nadie aclaró aquel suceso y el entonces director corrió un tupido velo para tapar los hechos a la opinión pública.
Desde ACAIP queremos denunciar estas prácticas que son habituales en muchas prisiones de España y especialmente en Valdemoro donde es ya tradicional llevar a los presos a comer de restaurante. Así el pasado mes de octubre otro grupo de presos fue a comer a Toledo, al módico precio de 17 euros el menú. Poco antes otro grupo de presos había estado comiendo en otro restaurante de Segovia, no sabemos si comieron él famoso cochinillo, visitando el espacio natural de la Pedriza. Hace unos años otro grupo de presos fueron a la Sierra de Gredos, a montar a caballo, jugar al paintball o descender en tirolina, todo a cargo del Estado. Posteriormente otro grupo fue hacer descenso de barrancos a la provincia de Huesca, sin olvidarnos de los presos que pudieron disfrutar de un Spa en el centro de Madrid. El pasado mes de mayo, un numeroso grupo de presos del centro penitenciario de Meco, disfrutaron de las especialidades culinarias de uno de los mejores restaurantes de Alcalá de Henares, llegando a pagar a casi 50 euros el menú.
Desde ACAIP no se entiende el sentido terapéutico que tiene llevar a 16 internos al Museo del Prado cuando la, mayoría de los que salieron en esa salida ya disfrutan de permisos ordinarios de salida (pudiendo visitar por sí mismo el Parque del Retiro). Tampoco entendemos qué sentido tiene llevar al Museo del Prado a presos que cuando cumplan condena pueden ser expulsados a su país, como puede ser el caso del interno exhibicionista. Tal vez por ese motivo aprovecho para emborracharse, demostrándonos que la reinserción y la rehabilitación le importan muy poco.
Se da la circunstancia que este interno estuvo metido hace dos años en un asunto turbio y que llevo a la dirección de Madrid III a prohibir la entrada en el establecimiento a una limpiadora de la empresa concesionaria de limpieza, de la que se sospechaba que estaba introduciendo móviles y artículos que dentro del centro están prohibidos y con la que este interno mantiene actualmente relación afectuosa estable a través de los vis a vis del departamento de comunicaciones.Desde la sección sindical de ACAIP, queremos denunciar ante la opinión pública el despilfarro de dinero público que se está haciendo desde la Administración Penitenciaria en época de crisis, llevando a comer a Restaurantes típicos a los presos de la cárcel Valdemoro, bajo la escusa de “salidas terapéuticas” y el mal uso que hacen de esos recursos algunos presos. Desconocemos el precio exacto del menú que pago la administración penitenciaria, pues dicha información no se nos ha facilitado, pero cuando menos es innecesario el gasto de ese dinero por los siguientes motivos:
-Se podían haber llevado bocadillos y botellas de agua mineral de la cocina del centro penitenciario, como se hace cuando los juicios se prolongan por la tarde, por ejemplo. La “salida terapéutica” tenía como objetivo una visita al Museo del Prado. A las 10 de la mañana un autobús contratado para la ocasión recogió en el centro penitenciario a los internos, regresando a las siete de la tarde. La visita se realizó sin incidentes finalizando en horario de mañana y no estando programada continuar la misma en horario de tarde. Por tanto lo lógico hubiera sido regresar al centro penitenciario una vez finalizada la visita al Museo. En el supuesto de que se prevea que pueden llegar un poco más tarde, desde la cocina del centro penitenciario se preparan bocadillos y botellas de agua como se hace con las salidas a juicio. Es decir que comer en el restaurante no era necesario y el escándalo y la borrachera se podrían haber evitado, si la Dirección del centro y la Secretaria General no hubieran autorizando la comida en el restaurante y si la visita al Museo del Prado.
Pero en esta ocasión y poniendo como escusa la reeducación, la reinserción y el tratamiento penitenciario la dirección del centro y la Secretaria General despilfarran el dinero del contribuyente invitando a los presos a comer en un restaurante típico. Mientras cientos de escolares y estudiantes que a diario visitan el Museo del Prado se tienen que costear el trasporte y pagarse su comida, sin haber cometido más delito que el de ser ciudadanos honrados. No tiene sentido que él Gobierno no asigne partidas presupuestarias para el transporte y la comida de escolares y estudiantes cuando visitan el Museo del Prado y para los presos sí.
La lista de “actividades recreativas” de que disfrutan los presos en las distintas prisiones de España es interminable, superando con creces a las “actividades de tratamiento penitenciario”, hasta el punto de confundirse con estas, dado que en muchas prisiones no hay más actividades que las puramente recreativas. Pero la diferencia es clara mientras unas exigen al interno un esfuerzo para rehabilitarse y reinsertarse a la sociedad adquiriendo disciplina y hábitos para el trabajo, las otras solo les exige pasárselo bien y disfrutar de unos medios que en la mayoría de los casos son prohibitivos por sus precios para el resto de los ciudadanos.Karaoke, baile latino, teatro, musculación, tenis, escuelas de futbol y baloncesto con entrenadores del Real Madrid y la Federación Española de Futbol, taller de música completan la lista de actividades lúdicas de la prisión de Valdemoro. Por el contrarios las actividades que se pueden considerar rehabilitadoras u orientadas a la reinserción se reduce a cinco o seis cursos de formación, el GID (grupo libre de drogas) a cargo de una ONG, alcohólicos anónimos y las diferentes confesiones religiosas.
Para muchos trabajadores de prisiones es indignante ver como se despilfarra el dinero en actividades lúdicas para los internos sin que nadie fiscalice esos gastos que en algunos casos llegan a ser desorbitados. Desde la Secretaria General se valora más el organizar muchas actividades que la calidad de las mismas. La escusa del tratamiento y la reinserción lo justifica casi todo.
http://www.acaip.info/acaip_1280.html