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Durante la mayor parte de la pasada legislatura, los altos mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional rendían cuentas ante una autoridad única. La iniciativa fue vendida en su momento como el primer paso para mejorar una colaboración entre ambos cuerpos que en ocasiones resultaba realmente difícil.
Le siguieron otras medidas como la creación del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA), donde trabajaban agentes de todas las Fuerzas de Seguridad del Estado; el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), que también ocupa bajo el mismo techo a policías y guardias; o la creación de instalaciones compartidas por ambos cuerpos en lugares estratégicos de la geografía española. Este último proyecto era prácticamente el único que buscaba la cooperación de las dos Fuerzas de Seguridad en niveles intermedios y bajos.
Sus inicios fueron muy prometedores. No en vano, el entonces director general de Policía y Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, prometió durante la inauguración de la primera instalación de este tipo –hace poco más de un año en Tomelloso (Ciudad Real)– que posteriormente vendría “una larga saga de centros como este por toda España”.
Velázquez nunca construyó más edificios conjuntos. Sin embargo, la primera experiencia resultó ser un sorprendente soplo de aire fresco para los agentes que la vivieron. En el denominado Centro de Seguridad Integral (CSI) de Tomelloso los trámites administrativos se agilizaron, las investigaciones judiciales comenzaron a desarrollarse con más rapidez y tanto policías como guardias lo notaron.
También el nuevo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha acogido positivamente la iniciativa que se puso en marcha bajo el mandato de Alfredo Pérez Rubalcaba. En su primera intervención en la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados, celebrada el pasado 31 de enero, Fernández Díaz aprovechó para anunciar su intención de continuar la senda marcada por sus predecesores socialistas. El nuevo ministro adelantó que su departamento construirá más instalaciones como la de Tomelloso en otros sitios de España.
“Servicios de documentación y equipos de extranjería en puestos de la Guardia Civil o intervenciones de armas en comisarías de Policía”, puso como ejemplo el titular de Interior. Estas medidas, añadió, “permitirán reducir el número de infraestructuras, y por lo tanto ahorrar costes”.
El CSI de Tomelloso es al mismo tiempo una comisaría y un cuartel, un techo bajo el que operan policías y guardias civiles, en despachos separados pero de libre acceso para unos y otros. Toman café juntos, hacen deporte y por supuesto, trabajan. Persiguen delincuentes compartiendo información.
“Juntos, pero no revueltos”, matiza uno de los agentes de la Benemérita. Aunque conviven en las mismas dependencias, sus departamentos están separados y sus competencias, muy definidas: “La ley deja muy claras cuáles son, están muy bien delimitadas y nunca hay problemas de este tipo”, explica el capitán de la Guardia Civil, Pedro Barea, máximo responsable de los más de 70 agentes del instituto armado que trabajan en el centro.
La instalación, pionera en el país, lleva poco más de un año funcionando y, tras este tiempo, los agentes que en ella se ocupan destacan que sólo trabajar tan cerca unos de otros facilita mucho la faena y multiplica los resultados de las investigaciones. “Una persona vino a hacer unos trámites; al ver que tenía cuentas pendientes con la ley, se le detuvo y se le derivó a la Policía, que le abrió un expediente por situación irregular”, explica Barea, quien insiste en que las gestiones se agilizan muchísimo.
Si ambos cuerpos no hubieran estado bajo el mismo techo, la burocracia hubiera provocado un retraso de varios días en el proceso y esa persona podía haberse escapado.
“Hemos expulsado a más de 20 personas en los últimos meses, auténticos delincuentes que estaban dando problemas gordos a la Guardia Civil y a la Policía Local”, añade el máximo responsable del Cuerpo Nacional de Policía en el CSI, un subinspector que prefiere permanecer en el anonimato por razones de seguridad y que está al cargo de cinco agentes que forman una Unidad de Documentación y Extranjería.
Porque el centro de Tomelloso es más cuartel que comisaría. Hay 14 veces más guardias civiles que policías, que limitan su labor a tareas relacionadas con la inmigración y la expedición de documentos (DNI, pasaporte, etcétera). La razón es que la instalación fue creada para satisfacer una demanda real y no sólo con objeto de que el político de turno se hiciera una foto y se pusiera la correspondiente medalla, que también.
En el municipio hay más de 7.500 extranjeros, el 20% de la población, y hacía años que la zona pedía a gritos contar con policías sobre el terreno. Antes, venían desde otras poblaciones una vez cada dos meses, lo que dificultaba muchos trámites administrativos y sobre todo impedía llevar un control sobre identidades y expedientes de posibles delincuentes, que se tenían que archivar porque no se encontraba al sospechoso. “Ahora, desde aquí, los tenemos localizados a todos, también gracias a la Guardia Civil, que nos ayuda, y es muy raro que se nos pase el plazo”, subraya el policía.
Colaboración entre ambos cuerpos
Un portavoz de la Guardia Civil asegura que “a efectos prácticos, esta situación es mucho mejor para cualquier investigación”. “Cuando detenemos a alguien, explica, necesitamos que la Policía nos pase los antecedentes, cosa que resulta mucho más fácil si están aquí porque nos los dan en el momento”. De otro modo, añade, “se tarda incluso días”.
Esta agilidad permite poner a los detenidos a disposición del juez con mucha mayor celeridad, lo cual ayuda al magistrado y por lo tanto aligera la investigación. “Si en una operación se prevé detener a extranjeros, llamamos a la Policía, que incluso se integra en nuestro grupo y vamos todos juntos a ejecutar la orden judicial”, cuenta el mismo portavoz del instituto armado.
“El otro día –recuerda el subinspector–, tenía que encontrar a una chica de alterne que estaba en busca y captura, se lo comenté a los guardias y, cuando la vieron durante una intervención que hicieron, me lo comunicaron”. “No van con ningún afán de protagonismo a detener a los presuntos delincuentes para sacarles ellos información, de ninguna manera –afirma el responsable de laUnidad de Extranjería del CSI–, en todo caso retienen a los malos hasta que llegamos, y viceversa”, agrega.
“Hasta ahora, en todo lo que nos hemos podido ayudar lo hemos hecho”, sentencia el subinspector.
La relación es tan estrecha que supera lo estrictamente profesional. La convivencia hace el cariño. “No sólo somos compañeros, el roce de todos los días provoca que incluso haya una relación de amistad entre algunos policías y guardias civiles, que hacen deporte juntos, salen juntos, etcétera”, explica el responsable del CNP, que tiene colegas en el otro lado que fueron con él al colegio o con quienes sale diariamente a tomar café.
La mejora de la colaboración también influye directamente en los ciudadanos: “Si te roban el DNI, aquí puedes poner la denuncia y llevarte el nuevo documento en el acto”, asegura a modo de ejemplo el subinspector. “Antes tenía que venir una unidad desde Ciudad Real”, recuerda.
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