Guante Corte-trauma |
Excelente oferta solo **25?** |
materialpolicial.com |
Aunque llevo tiempo leyendo el foro, hasta ahora no me había registrado. Este foro es una gran herramienta de información. Enhorabuena a los creadores y mantenedores.
Os paso un artículo de M. Marlasca sobre la detención del párroco de Borja.
Un saludo
http://www.zoomnews.es/158491/pringue/mano-dios-borja
La mano de Dios en Borja
Una supuesta foto comprometedora, un dinero que desaparece de la parroquia, un clan gitano de extraño nombre –zapato veloz– y un pueblo que apoya a su sacerdote es todo lo que parece contener el caso que ha vuelto a poner a Borja en el mapa.
Florencio Garcés, el párroco de Borja (Zaragoza), está en libertad, aunque sigue acusado de un delito contra la libertad sexual y de apropiarse de más de 180.000 euros. “Ha debido ser la mano de Dios, que ha intermediado”, me decía con bastante sorna un buen conocedor de las investigaciones. Quizás la mano de Dios se hizo carne en la nueva fiscal del caso, Pilar Cuervo, que solicitó a la jueza la libertad del religioso.
Era la tercera fiscal que pasaba por el mismo puesto desde que la Guardia Civil de Tarazona se hizo cargo de las extrañas denuncias del párroco de la localidad del Ecce Homo de Cecilia. La petición de libertad de esta nueva representante del Ministerio Público llega unos días después de que el fiscal jefe de Aragón felicitase a la Guardia Civil por la investigación que llevó al cura a la cárcel de Zuera. Entre esos parabienes y la petición de libertad de la subordinada del fiscal jefe han mediado unas cuantas llamadas de altos cargos eclesiásticos para echar una mano a don Florencio. Los hilos de la Iglesia llegaron hasta la Fiscalía, que debió tener un rapto de piedad y ordenar que se solicitase la libertad del párroco.
Una supuesta foto comprometedora, un dinero que desaparece de la parroquia, un clan gitano de extraño nombre –zapato veloz– y un pueblo que apoya a su sacerdote es todo lo que parece contener el caso que ha vuelto a poner a Borja en el mapa. Pero hay mucho más. Hay un atestado de más de mil folios –una investigación “detallada, trabajosa y minuciosa”, en palabras de la jueza– instruido por los agentes de la Guardia Civil de Tarazona, que desmontaron las dos denuncias que el cura puso para justificar la desaparición de más de 200.000 euros de las veinte cuentas corrientes que manejaba la parroquia. El único que podía disponer del dinero de esos depósitos era Florencio Garcés, ya que el titular de la otra firma autorizada había muerto meses atrás. Los agentes encontraron en la casa del sacerdote documentos falsificados de la Agencia Tributaria y de un juzgado de Zaragoza, parte de su plan para justificar la desaparición del dinero y dar credibilidad a sus dos denuncias.
En la segunda denuncia, interpuesta en los primeros días de noviembre, Florencio Garcés acusaba a Santiago, un gitano del pueblo, de haberle estafado 50.000 euros. Meses atrás, en su anterior denuncia, acusó a José Luis y a su mujer –miembros del clan del zapato veloz– de haberle estafado una cantidad algo inferior. La segunda denuncia escamó a los agentes de la Guardia Civil. El testimonio del presunto estafador, Santiago, fue demoledor para el sacerdote: contó que los del zapato veloz llevaban tiempo extorsionando al sacerdote porque éste había cometido unos cuantos pecados carnales y en alguno de ellos había sido inmortalizado en una foto que servía de arma de chantaje a los gitanos. El propio Santiago, un hombre casado, ha reconocido haber mantenido relaciones sexuales con el párroco a cambio de dinero. La Guardia Civil quiso saber más, comprobar la veracidad del testimonio de alguien que, al fin y al cabo, estaba siendo acusado de estafa. El hombre dio detalles de los sobres en los que el sacerdote le entregaba el dinero y esos sobres coincidían con los que el párroco manejaba. Además, los investigadores comprobaron el tráfico de llamadas del cura y su supuesto amante: el religioso llamaba con mucha frecuencia a Santiago, algunos días hasta de manera compulsiva.
En esta historia negra de sexo, dinero y sotanas falta un elemento importante: el objeto del chantaje, esa supuesta imagen del sacerdote con una mujer. Quizás la respuesta esté en los teléfonos móviles del los del clan del zapato veloz, unos teléfonos que ardían el día que se enteraron de la detención del sacerdote. Unos teléfonos en los que los gitanos guardaban fotos enseñando fajos de billetes o comiendo marisco a dos carrillos.