Boligrafo Kubotan |
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Titilante H,
Nos leen. Camellos o dromedarios. Jóvenes y no tan zagales pasean sus ociosas miradas por nuestro particular
affaire. No es que les deje pasar. Es que necesitamos, ambos, dos, de su presencia. Esa que nos hace seguir adelante aún con pendientes ascendentes a cada tramo de este inquebrantable caminar hacia una incierta nada, o un quejumbroso todo. Prefiero contar con la certeza de que mañana, junto al Sol, seguirás brillando aquí, titilando. Mañana. O pasado, o cuando te plazca y te permitan tus quehaceres. Esos que pocos conocemos mediando intersecciones de privados. No revelaré tu posición, bien lo sabes, pero
“asoma la patita” cuanto menos para que sepamos que sigues, efluvios sídricos mediante, más acá que allá.
Cómo está la casa, inquieres con sorna. Bien lo sabes. Bien lo sufres. En todas partes cuecen legumbres dice el refranero popular. Aquí, como allá, como en todas partes, lo bueno y lo malo, la inquina y la excelencia se dan la mano para hacer de esto, de mis amados uniformados, un displicente paraíso del que, por mucho que algunos se empeñen, no me puedo apartar.
Tengo, como en correcta botica, de todo. Te doy a elegir. Apócrifos compañeros que llevan, que no visten, similar indumentaria, que no uniforme, mientras rezonguean cada comisión por banal y simple que sea. Críticos sin filtro ni valor alguno a los que cada movimiento les cuesta un mundo. Miento, cada movimiento no, pues diligentes y prestos abandonan el servicio siempre un minuto antes que el día anterior. Y así, jornada tras jornada sin ser capaces de ver y consecuentes de adoptar que cada cosa tiene su tiempo, y el suyo aquí, ya pasó, dejando promociones imberbes, despedazadas en la pugna por las cuatro plazas que dejaron los valientes que vieron el fin de una época, la suya.
Némesis de aquellos, los profesionales no sólo en emolumentos, haberes y soldadas, sino en barrigazos, plantones, apoyos, curiosidades…. Gente humana que vestida para la ocasión se convierten en semimáquinas capaces de aguantar dando vueltas durante diez horas por calles desiertas y sensaciones térmicas polares por el simple hecho del trabajo asi, bien hecho.
Compañeros que escarban, manchados por la inmundicia del que ruge su particular “palotero de mierda” sin calibrar la injusticia de la frase , hasta en los más recónditos sitios para encontrar al infractor que fracturó la ventana, partió la cara, o sisó los reales de la vieja señora que, un día será mi madre y no quedará títere con cabeza.
Tengo nuevos, de esos con la rayita y el olor a nuevo impregnado en la mirada. Y, como no podía ser de otra forma, también vienen en varios modelos y colores.
Ya, pero, es que yo quiero registrar el coche, esto de escribir es una mierda, a mi me mola más lo otro, me vomitaba el pobre infeliz la otra noche.
Aprende, coño, aprende, que aquí está todo inventado muchacho, y haz caso de lo que te dicen que es por tu bien, lo resituaba en Subis de un pescozón y una sonrisa. Subis con canas y formas, de maestro. Insaciable hasta la exasperación, roca a la que asirse cuando se tuercen las aguas y se ponen bravas……como su apellido.
Tenemos cena, deslumbrante H, de esas cenas donde se apunta todo cristo y a los diez minutos estas, reagrupado, con los de tu cuerda, pelando cacahuetes y compañeros, hablando de todo y sobre todos. Ya te contaré cuando mi hígado y mis años de excesos me lo permitan.
Antes de despedirme hasta la próxima, permíteme decirte un par de cosas. La primera, algo tan evidente que nuestro idolatrado
Guido ya mencionó en su día. En este hilo, y especialmente en esta tu última intervención, has demostrado todo tu potencial, permíteme unas gotas de petulancia en todo ello y me vea como reactivo a lo que, sabía y tú me negabas, anidaba en tu interior. Y la segunda, no permitas que nada ni nadie, cambie lo que eres y como lo eres, por muy bastos que pinten.
Tuyo en la ingesta calórica, la incontinencia verbal fruto del alcoholismo esporádico y la inutilidad supina de acertar tallas de sujetador para regalar……S.