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Cárdenas, un policía prodigioso

NotaPublicado: Sab, 06 Oct 2018, 00:27
por Bávaro

foropolicia.es
Cárdenas, un policía prodigioso

El agente, que en 2006 estuvo a punto de morir a manos de un atracador, ha sido condecorado por una brillante carrera en el Cuerpo Nacional de Policía

Toledo
Actualizado:
05/10/2018 08:42h

Los ojos del agente Julio Cárdenas dejan escapar sentimientos. «Se me ponen los pelos de punta», afirma este policía nacional de 53 años cuando ve encima de la mesa la información de ABC sobre el atraco a dos joyerías en Toledo que pudo costarle la vida hace doce años.

Era la tarde del 1 de mayo de 2006, día de la romería del Valle en la capital de Castilla-La Mancha. «Una de las intervenciones más delicadas, más peligrosas. Puede ser que ese día volviera a nacer», admite. La voz se le entrecorta, sus ojos se vuelven vidriosos de nuevo, aunque ya han pasado doce años. «Fue una violentísima detención de esa persona, quizá la más violenta a la que me he enfrentado, y mira que he estado con delincuentes peligrosos».

Durante ese forcejeo cruento dentro de un portal en el barrio de Santa Teresa, el atracador logró arrebatar al agente su arma reglamentaria e intentó disparar dos veces a Cárdenas. Afortunadamente, no había una bala en la recámara de la pistola y el seguro estaba puesto. Eso le salvó la vida. Tras la detención, el valeroso y fornido policía nacional salió a la calle con su camisa blanca del uniforme ensangrentada y rasgada, aunque con la corbata milagrosamente anudada al cuello.

«No voy a bajar el listón»

Por aquello a Julio se le entregó una medalla, pero solo con distintivo blanco, a pesar de haberse jugado la vida para frustrar el atraco junto con otro agente. Sin embargo, fue concedida de manera extemporánea. En un principio, el mando único de la Guardia Civil y la Policía no premió con la condecoración a Cárdenas y sí a su compañero, aunque los dos habían sido propuestos por su superior. Felizmente, el error fue subsanado más tarde.

Pero Cárdenas no buscó culpables. Aseguró a su jefe (por entonces, Pedro Rojo Marchamalo, jefe superior de la Policía en Castilla-La Mancha) que no le iba a responsabilizar ni a él ni a nadie de aquel desacierto. «Le dije: ‘Jefe, voy a seguir haciendo lo mismo; no voy a bajar el listón’». Y el agente Cárdenas lo ha mantenido siempre tan alto que el pasado martes, el día de los santos Ángeles Custodios —patronos de la Policía Nacional—, se le condecoró en Toledo con la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo, una medalla pensionada de por vida.

La suya se la jugó por enésima vez a finales del año pasado, aunque no se acuerda de la fecha. Salvó a una anciana de morir en un incendio en una vivienda del barrio toledano de Buenavista. «Íbamos cuatro compañeros. Dos estaban colocando nuestros vehículos, para que los bomberos y los servicios sanitarios no tuviesen obstáculos al llegar, mientras que otro compañero se fue con la hija de la mujer. A ella le escuché decir que su madre estaba dentro y me metí en la vivienda. Cuando salimos del piso, la hija se abrazó a mí y con eso me sobra».

Por esta intervención Cárdenas fue propuesto para la medalla al mérito policial con distintivo rojo que recibió el martes. «Un poco por ahí ha venido todo», deja caer, aunque su bien ganada condecoración premia, en realidad, una trayectoria profesional de 31 años como policía. «Toda mi vida trabajando en la calle, patrullando, sirviendo al ciudadano».

La fiambrera de su padre

Porque la existencia de Julio Cárdenas, nacido en Toledo, ha estado siempre vinculada a la Policía, a ayudar a los demás. Su padre vistió de gris como policía armada y luego llevó el uniforme marrón del Cuerpo Nacional de Policía. «Recuerdo verme entre los compañeros de mi padre cuando le llevaba al trabajo su comida en la fiambrera que me había dado mi madre (se le vuelve a quebrar la voz)». «En la época de la Policía Armada trabajaban 24 horas y libraban otras 24. Yo era un crío. Ver el ambiente, el compañerismo, ver que todos formaban una familia me llamaba mucho la atención, y eso me caló».

Después del servicio militar, Julio ingresó en la Policía. Tenía 22 años. Su destino como alumno en prácticas, ya uniformado, le llevó a Almería. «La primera intervención que tuve fue un atraco con arma de fuego en una farmacia. Hubo tiros. Ahí pensé: ‘¡Dios mío, dónde me he metido!’». Pasó luego por Barcelona y Madrid. «Siempre digo que esas dos ciudades son nuestras universidades; allí aprendemos realmente a ser policías».

Algo cansado de ir y venir a Madrid desde Toledo, el agente Cárdenas solicitó el traslado a la capital de Castilla-La Mancha, donde vive con su familia. «Cuando los policías salimos de casa —reflexiona—, nos despedimos de la familia. Sabemos a la hora que salimos, pero no sabemos a qué hora vamos a regresar,... y si vamos a volver».

Desde 2000 persigue a los malos por las calles de su ciudad natal, siempre en el turno de noche de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana. En estos 18 años de servicio en Toledo ha conocido de todo, incluso a varios niños delincuentes que no han enderezado su vida como adultos. «Hablas a chicos muy pequeños para que cambien el camino que llevan, tratas de reconducirlos por el sendero normal de la gente de la calle, les dices que pueden ser ciudadanos con un trabajo, con una familia... Les decimos que el ingenio lo empleen en cosas buenas, en hacer el bien y no el mal, porque así se convertirían en unos ‘cracks’». Pero no ha habido suerte: «Con aquellos niños sigo batallando ahora que son adultos». Tanto es así que algunos le llaman por su nombre, aunque «siempre con un respeto recíproco».

El mismo, o más, que los compañeros del agente Cárdenas tienen por él. Si uno pregunta por Julio en la Jefatura Superior de Policía, le definen con cuatro adjetivos: profesional, valiente, servicial y compañero. «Está disponible a cualquier hora y para cualquier servicio», afirma el inspector Francisco Javier Gómez, responsable de Prensa de la jefatura, que tuvo a Cárdenas a sus órdenes en la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana.

El policía condecorado no recuerda a cuántos delincuentes ha detenido a lo largo de su carrera, aunque entre ellos no ha habido ningún terrorista. De eso está seguro. «Siempre hay que estar de guardia, y nunca la he bajado. Siempre tienes que estar con los cinco sentidos al máximo. Porque sabes que, si bajas la guardia, te puede costar la vida». El agente Cárdenas lo sabe muy bien.

https://www.abc.es/espana/castilla-la-m ... ticia.html