La Asociación de Editores de Diarios Españoles ha reaccionado indignada por un reportaje del pasado día 5 en The New York Times que acusaba a sus ochenta periódicos de someterse al gobierno y de servir sólo a sus intereses, forzados por la deuda que los oprime.
En realidad, la acusación no era del periódico, sino que partía de periodistas españoles como Miguel Ángel Aguilar, de El País, Alejandro Caballero Mateos, presidente nombrado por Zapatero del Consejo de Informativos de RTVE, y de Pedro J. Ramírez, exdirector de El Mundo, despedido según él por razones políticas, según sus sucesores para reducir las pérdidas a las que había llevado al diario. Nada más faltaría que se hicieran eco de las denuncias de Willy Toledo, en ese mismo aspecto. Total, qué más darán la payasadas de uno que de los otros.
Políticos, periodistas y lectores le concedemos gran importancia a lo que publican sobre España los medios extranjeros, aun sabiendo que sus corresponsales, si no son de las neutrales agencias, informan desde una ideología afín a su medio, y el NYT es un periódico izquierdista. Y el
Wall Street Journal, otro que tal baila. Siendo la que critica, Olivia Crellin, una periodista, no el medio en sí, lo cual al titular del periódico digital español aviesamente se le escapa, para variar.
Que un ministro conceda la medalla a una cofradía,
que no a la Virgen en sí, puede mover a la risa, sí, sobre todo si no se explica, aunque peor es que se la conceda a sí mismo, como hiciera el exministro de defensa Bono. Porque ¿todas esas medallas que se conceden a otras gentes ajenas a la policía, se explican convenientemente? ¿No sería para hacer chistes que el protagonista de BAJARSE AL MORO, donde se ridiculizaba a la policía del modo más casposo que se recuerda, haya sido condecorado recientemente? ¿Todas esas calles que se nominan con, por ejemplo, grupos de rock, como la de AC/DC, no mueven a risa igualmente? ¿Quién estipula qué está de moda o qué es lo correcto o qué lo plausible? ¿Una periodista gringa? Debemos aceptar como serios a los periódicos de EEUU, tragarnos un ataque, ese país que ve cómo rezan sus jugadores antes de disputar un partido, o que tiene en sus billetes la frase:
en Dios Confiamos, amén del ojo que todo lo ve. Manda carallo: Donde es costumbre que haya un ejemplar de la Biblia en todos sus hoteles. Tan difícil es entender que las tradiciones siguen pesando en ésta España nuestra y que se merecen un mínimo de respeto. Que numerosos pasos de Semana Santa llevan de custodios a policías, guardiaciviles y militares. Que muchas cofradías todavía en la actualidad, previa aprobación del consejo, consiguen el indulto de un preso. Etc.
¿A qué espera el WSJ para hacer mofa de ésta práctica entusiasta del mundo del fútbol de ofrendar una copa a su patrona respectiva?:
https://www.aciprensa.com/noticias/barc ... ontserrat/Si una fuente es irónica y provocativa, sus palabras deben tomarse como tales. Vamos, digo yo.
Y cabe ser agnóstico y defender el laicismo sin por ello atacar ninguna costumbre religiosa ni hacer mofa de que se condecore una cofradía, del mismo modo que nada se dice cuando recae en un Juez o en un actor o en un periodista. Lo que no hay que ser es ciego de los dogmas de la nueva religión del progresismo. Y llevamos, sin sospecharlo, años siéndolo. «La Virgen obviamente no puede recogerla en persona». Ni patrulla, ni nada de eso. Qué gracia, nunca se me hubiera ocurrido. Me parto. Esa explicación sí que nos parece convincente y conveniente. Me pregunto si la periodista yanqui conociese la costumbre de tantos asturianos ateos que llevan la Virgen de Covadonga en el coche con la leyenda «yo conduzco; ella me guía», qué escribiría. Qué diría si supiera que cuando el Nobel Cela dijo de ella que si era pequeñina y galana que se jodiera, lo declararon ipso facto persona non grata. Desconoce nuestra idiosincrasia, que somos así. Como seguramente desconoce, esa es nuestra contradicción, que muchos asturianos para imprecar o lanzar un exabrupto se cagan en ella, con todas las letras. Pero que nadie me la avasalle.
Ahora que estamos ante una nueva matanza, cabe recordar un ejemplo de algo que pasó en tiempos de Aznar, cuando la detención de un comando yihadista que preparaba atentados con fosfatos, lo que también servía para fabricar detergentes. Las críticas mordaces alabaron a muchos periodistas por ridiculizar a la policía, y al gobierno de paso, bautizando a aquellos limpios inmigrantes como «Comando Dixán”. Provocó muchas risas hasta que… Mira tú por dónde: 196 muertos.
Otro considerando: tomar como fuente fiable al Consejo de Informativos de RTVE es un error que cometen muchos periodistas extranjeros, incluso nacionales; ese Consejo exige que los noticiarios informen sólo desde la visión progresista, lo que anula informaciones de contraste de la derecha.
Un saludo.