Página 1 de 1

Así operan los superhéroes de las catástrofes

NotaPublicado: Vie, 24 Ago 2018, 16:55
por un@ entre más
HEKLER & KOCH P30-FX

Sistema de entrenamiento fx
uspsuministros.com
Así operan los superhéroes de las catástrofes

La Unidad Militar de Emergencias, división de 3.400 soldados, realiza labores de ayuda en los peores escenarios.

El cabo primero Alberto Guisado Majano tenía 35 años cuando murió en la tarde del 4 de agosto de 2012 apagando un fuego en Cáceres. Fue el primer fallecido de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en las labores de extinción de un incendio, y uno de los tres soldados hasta la fecha caídos al servicio de este órgano del Ejército español, creado en 2005 por el Gobierno de Zapatero, para ayudar a los ciudadanos en situaciones de catástrofe natural (incendios, nevadas, inundaciones, seísmos...), accidentes (aviones, trenes, desplome de un puente...) y todo tipo de situaciones adversas, desde un escape radioactivo hasta el rescate de unos excursionistas atrapados en una cueva, pasando por la reconstrucción de una iglesia dañada por un derrumbe. Formada por 3.374 militares (el 90% procede del Ejército de Tierra), la UME se reparte en cinco Batallones de Intervención distribuidos en seis bases por toda la geografía española: Madrid (donde se ubica el cuartel general), León, Zaragoza, Valencia, Sevilla y Canarias. Hasta la fecha, la unidad ha realizado unas 450 intervenciones, de las que 350 han sido incendios.

El cabo Guisado da nombre a la sala de juntas del Primer Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM I), integrado por unos 500 efectivos y situado en la base militar aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Su retrato descansa en una de las mesas, acompañado de fotografías de los Reyes Eméritos visitando a las tropas. En una gran vitrina repleta de emblemas y distinciones destaca el Ideario de la UME, que contiene los diez mandamientos de la unidad, como el ideal de servicio ("que oriente la propia existencia, cada acción, cada movimiento a ser de utilidad a los demás, hasta la entrega de la propia vida"), la perseverancia ("no reconociendo como insuperable ningún obstáculo"), la disciplina ("que funde a los individuos en un solo cuerpo, en una sola voluntad, que se manifiesta entonces como invencible") o el amor a la vida ("a los demás, pero también a la propia, que lleve a enfrentar situaciones críticas con serenidad y a asumir riesgos calculados").

Pese a que agosto es temporada alta para la UME (su última acción ha sido en los incendios de hace dos semanas de Luchente, en Valencia), hay algunos soldados de vacaciones: entre junio y septiembre, cada uno sólo puede cogerse diez días. El jefe de batallón del BIEM I, teniente coronel Rafael Dengra, es uno de ellos, por lo que al mando se encuentra el comandante Vicente Franco (cuyo apellido y procedencia de Ferrol le granjean de vez en cuando algún chiste de sus compañeros). No obstante, en todos los batallones hay siempre un "elemento de intervención" disponible: un grupo de unos veinte soldados en guardia.

Izada de bandera

La jornada arranca a las 7:55, cuando todas las tropas forman en el patio principal (denominado General Fulgencio Coll, en honor al que fuera primer líder de la unidad) y se da el parte de novedades al jefe de la UME, teniente general Miguel Alcañiz Comas. Después se iza la bandera y cada uno atiende su cometido.

El cerebro del BIEM I (y de cada uno de los batallones) es el Centro de Operaciones del Batallón (COB), una sala llena de ordenadores presidida por cinco grandes pantallas en la que, en turnos de doce horas, una quincena de soldados está al tanto de las emergencias que puedan surgir en cualquier punto de España: incendios, vientos, desbordamientos de ríos... "Desde aquí estamos en permanente contacto con las comunidades autónomas. Si en un momento dado la situación excede las propias capacidades de las fuerzas autonómicas (así como de otros cuerpos como la Guardia Civil), se recurre a nosotros", explica Franco. Siempre hay un oficial de guardia en la COB, también durante toda la noche.

Como órgano militar que es, la UME nunca decide por sí misma si debe intervenir o no. Su labor es esperar a que alguien se lo pida. El proceso burocrático por el que las tropas entran en acción está engrasado como un reloj suizo y automatizado por diferentes instancias de la administración española. La unidad tiene firmados convenios de colaboración con todas las comunidades autónomas (excepto Cataluña y País Vasco) que agilizan su entrada en escena. De modo resumido, el proceso es así: si en una zona de España brota alguna situación de emergencia y el Gobierno de la comunidad afectada considera necesario un refuerzo, éste solicita al delegado del Gobierno central en dicha comunidad que se pida la intervención de la UME. El delegado, a su vez, eleva la solicitud al Ministerio del Interior, que es el que tiene la autoridad para dar luz verde o no. En caso afirmativo, Interior comunica la petición al Ministerio de Defensa, cuyo Jefe del Estado Mayor (Jemad) ordenará a la UME que se ponga en marcha. En realidad, la parte relativa a Defensa es poco menos que una formalidad (ya que la decisión ejecutiva debe proceder de una autoridad civil como es Interior), pero al ser la UME un órgano del Ejército, la bendición del Jemad es imprescindible.

La UME tiene capacidad para intervenir en un plazo no superior a las cuatro horas desde que se da la alarma, momento en que se pone en marcha un mecanismo escalonado y previsto al milímetro. Dentro de los primeros quince minutos, los oficiales de guardia del COP recopilan todos los datos posibles sobre la emergencia (ubicación, orografía, clima...) e imprimen un mapa que se entrega al "elemento de reconocimiento", un grupo de cuatro soldados que también recibe dinero en efectivo y tarjetas para gasolina y peajes. Esta avanzadilla se pone en marcha hacia el lugar de los hechos y, una vez allí, informa a la base sobre las dimensiones de la catástrofe. La siguiente fase del operativo se activa dentro de la primera hora desde la alerta: se moviliza un primer "elemento de intervención" (que forma parte del pelotón que siempre está de guardia en la base) y que puede movilizar hasta cuatro camiones autobomba (con chorros de agua de alta potencia). De no ser suficiente, dentro de las primeras dos horas y media parte de la base un segundo "elemento de intervención" con más vehículos y un Núcleo de Apoyo Logístico Operativo, que incluye maquinaria especializada y equipos médicos. Y dentro de las tres horas ya puede partir una primera sección de un Subgrupo Táctico que cuenta con prácticamente el doble de recursos y que está comandada por un capitán que dispone de su propio grupo de mando. Esta sección ya cuenta con vehículos con equipos de transmisiones en su interior, lo que les convierte en centros operativos sobre el terreno, y en permanente conexión con el COP y con el resto de batallones de la UME.

La unidad también cuenta con el Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias (Raiem), formado por 488 personas y cuya misión es reforzar trabajos de abastecimiento, mantenimiento, transporte y sanidad en la zona afectada, mediante el despliegue de tiendas de campaña y pabellones equipados a punto. En este momento, por ejemplo, este regimiento está dando apoyo a campamentos de inmigrantes en Algeciras.

Ayudarse unos a otros

Ser miembro de la UME, como cualquier otro soldado en activo, implica estar en guardia en todo momento. Sobre todo porque los diferentes batallones se ayudan unos a otros: aunque en principio un incendio en Galicia corresponda al BIEM V, situado en San Andrés de Rabanedo (León), el resto de batallones (Madrid, por ejemplo) puede enviar efectivos si la situación lo requiere.

Desde 2011, gracias a una reforma legal introducida tras el terremoto de Haití, la labor de la UME no se circunscribe al territorio español, y también puede realizar tareas de ayuda en el extranjero. Así lo hizo en tragedias como el terremoto de Ecuador en 2016 o el de Chile en 2017. El comandante Franco intervino en este último y, a pesar de su dureza, lo recuerda como una de las experiencias más gratificantes de su carrera. "La gente se acercaba a abrazarnos por la calle", confiesa. Aun así, la UME cuenta con un gabinete psicológico para lidiar con posibles casos de estrés postraumático: todos los efectivos que participaron en el terremoto de México de septiembre de 2017, que causó 370 muertos, y donde algunos soldados se pasaron 40 horas seguidas sacando cadáveres de los escombros, pasaron por la consulta. Para encarar semejantes infiernos en vida, la UME se aferra a los principios inscritos a fuego en su ideario, donde también destacan el valor, la preparación física y el espíritu de equipo. "En las emergencias, una unidad jerarquizada y disciplinada es el mejor amigo", asegura el comandante Franco.


http://www.expansion.com/directivos/201 ... b45bf.html