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Grave crisis institucional en Barcelona entre Mossos y GU

NotaPublicado: Mar, 23 Ene 2024, 00:35
por Bávaro

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Grave crisis institucional en Barcelona entre los Mossos y la Guardia Urbana

La policía catalana disuelve los equipos conjuntos de investigación de narcopisos

Barcelona
22/01/2024 06:00

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, presidirá en febrero su segunda Junta Local de Seguridad. No será fácil. Se celebrará en medio de una grave crisis institucional entre los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona, según admiten a La Vanguardia fuentes oficiales de ambas instituciones.

El deterioro de las relaciones viene de lejos y coincide con la llegada del comisario Eduard Sallent a la jefatura de la policía y su proyecto, compartido con el director Pere Ferrer, y la actual cúpula de Interior, de “homogeneizar” las relaciones con todas las policías municipales. Tratarlas a todas por igual. Una especie de café para todos sin entrar en singularidades. En Barcelona, el objetivo pasa por “recuperar” y “ordenar” competencias, como las de investigación, que por ley no corresponden a las policías municipales, pero que la escasez de mossos y el crecimiento de la Guardia Urbana ha hecho que de facto las asuman en casos muy concretos.

Al principio la situación se fue trampeando, pero en los últimos meses las relaciones se han deteriorado hasta llegar a una grave crisis que se escenificó en una reunión que el 27 de noviembre se celebró en Interior. Participaron Jaume Collboni y el conseller Joan Ignasi Elena, con sus respectivos equipos, entre los que estaban el comisario Sallent; la comisaria jefa de Barcelona, Montserrat Estruch; el intendente mayor de la Guardia Urbana Pedro Velázquez; el director de la policía, y el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle. “La reunión fue un desastre”, coinciden en señalar asistentes de ambas comitivas.

La cita arrancó bien. Había que ponerse al día en cuestiones de seguridad y reflexionar sobre las estadísticas del 2023, nada buenas a pesar de la ingente actividad policial de ambos cuerpos. Y también debatir sobre esa idea generalizada de percepción de inseguridad que está arraigada dentro y fuera de Barcelona y que ya no depende de si las denuncias suben o bajan a final de año. Fue al terminar cuando el conseller advirtió al alcalde que la Guardia Urbana actuaba con “deslealtad” con los Mossos y que la coordinación operativa en la calle “no funciona”. Batlle, Velázquez y la gerente de Seguridad, Maite Casado, no disimularon su perplejidad y replicaron unas duras acusaciones que verbalizaron Sallent y Ferrer. Esa noche, Collboni telefoneó a su equipo para trasladarles su confianza y prometer que trabajará para reconducir la situación con Elena.

Desde ese día la cosa ha ido de mal en peor, pero no a nivel operativo, donde uniformados y mandos, desde el último patrullero a Velázquez y Estruch, han conseguido, de momento, esquivar la crisis y salvar esa coordinación.

El conseller acusó a los policías municipales, en presencia del alcalde, de ser “desleales” con los Mossos

Pero qué ha pasado. Esta crisis se puede explicar de muchas maneras. Cada parte tiene argumentos para defender su postura, pero hay elementos objetivos. En los últimos años, la Guardia Urbana ha crecido, y no solo en efectivos, y se ha reforzado y especializado a un ritmo que le ha permitido destinar policías a problemas esenciales para la ciudad y para los que se ofrecieron a trabajar con los Mossos. La lucha contra el tráfico de drogas a pequeña escala fue su primera gran apuesta, y el escenario, Ciutat Vella. El entonces jefe de la comisaría de Nou de la Rambla creó un equipo conjunto de investigación para luchar contra los narcopisos al que incorporó a cuatro guardias urbanos que trabajaban mano a mano con los mossos. Tenían su taquilla en la comisaría de los Mossos. Eran uno más. Ese primer equipo conjunto de investigación, con un subinspector, un cabo y media docena de agentes, inició la gran batalla nunca acabada contra los narcopisos. Y los resultados fueron espectaculares.

Los siguientes mandos de los Mossos decidieron romper ese grupo, no su funcionamiento. Los guardias urbanos debían regresar a su comisaría, pero mantener el equipo conjunto. Y así fue como se sistematizó un protocolo por el que cada caso generaba la creación de un equipo conjunto de investigación en el que los guardias urbanos podían actuar como secretarios en las diligencias.

Este mes, los Mossos comunicaron a la Guardia Urbana que había llegado el momento de poner fin a los equipos conjuntos, que la policía catalana recuperaba las competencias de investigación y que los policías locales no volverían a figurar como secretarios.

El anuncio cayó como una bomba en la policía de Barcelona, cuyos responsables se sintieron “menospreciados” y “ninguneados”. Advirtieron a los Mossos de que ellos solos no iban a ser capaces de mantener el actual ritmo de trabajo. En los últimos cuatro años, esos equipos conjuntos han intervenido en 400 actuaciones en materia de salud pública y han clausurado una media de casi un narcopiso a la semana.

Los Mossos defienden su postura. “Nada ha cambiado ni debe cambiar”, aseguran. El nuevo proyecto de “ordenar” las actuaciones de la policía municipal viene directamente de Egara, sede de la jefatura, y la encargada de ejecutarlo es la intendenta Sònia Rius. Mando de total confianza de Sallent, la intendenta se reunió el miércoles en la Zona Franca con los responsables de investigación de la Guardia Urbana para concretarles el nuevo plan.

La policía quiere ordenar y recuperar las competencias de investigación en los casos de salud pública

La policía catalana advierte que “dar a la Guardia Urbana unas competencias que no tiene pone en riesgo las investigaciones”, y de ahí querer ofrecerles “protección jurídica”. Añaden a sus reproches que la Guardia Urbana no responda favorablemente a las peticiones de ayudar a los Mossos en los traslados de detenidos a los juzgados o la negativa reiterada de facilitar un acceso automatizado a los datos municipales y a las imágenes de las cámaras del Ayuntamiento.

A la Guardia Urbana le ha costado encajar el revés. Se planteó desde trabajar con la Policía Nacional los casos de salud pública a acudir al juzgado de guardia para tratar de judicializar sus investigaciones. No sería la primera policía municipal que lo hace. Tampoco descartó renunciar a la lucha contra las drogas y dejar solos a los Mossos, aun sabiendo que muchos de esos primeros datos que advierten de la presencia de un narcopiso llegan a través de vecinos que los trasladan como molestias a la Guardia Urbana.

Cómo funcionará el modelo está por ver. De entrada, la Guardia Urbana trasladará a los Mossos los datos que obtenga sobre conflictos relacionados con drogas. Y en cada caso se valorará si trabajan conjuntamente pese a no figurar en las diligencias.

En los últimos cuatro años, los equipos conjuntos han cerrado una media de un narcopiso a la semana

Por el momento, ese plan de recuperar competencias no afecta a los guardias urbanos que a diario figuran como secretarios en los atestados, la mayoría por hurtos, que redacta la unidad especializada, en la que conviven con los mossos. De hecho, hay fiscales en Barcelona, como la de Extranjería, Pilar Izaguirre, que potencia en sus investigaciones contra la trata de personas los equipos conjuntos con los Mossos, la Policía Nacional y la Guardia Urbana.

Es difícil prever la evolución del problema. En un momento en el que las estadísticas no son buenas, tocar un sistema de trabajo que estaba funcionando en una materia tan compleja como la droga podría tener sus consecuencias.

La salud pública no es el único elemento de distorsión. El año pasado, la Guardia Urbana dio un paso de gigante en materia de prevención de las violencias machistas abriendo unas dependencias para recoger denuncias. Espacios acogedores que ofrecen varios servicios y que tienen una excelente valoración de las víctimas. Una apuesta que ha tensionado a la jefatura de los Mossos, que rechazó la invitación de compartir esas oficinas en Ciutat Vella y Nou Barris. También han declinado estar en la nueva sala de coordinación de la Guardia Urbana que se construye en el Paral·lel.

Las relaciones entre la Guardia Urbana y los Mossos datan de un convenio del 2004. Han pasado 20 años y ni la ciudad ni las policías son los de entonces. Hoy nadie se atreve a abrir el melón de un nuevo convenio que defina qué ha de hacer cada uno. Aunque la ciudad lo merece.

https://www.lavanguardia.com/local/barc ... rbana.html