Página 6 de 13

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Dom, 24 Nov 2019, 21:57
por Bávaro
Academia Acceso Cnp

sector115.es
garibaldiano escribió:Y qué c*** se pretende con esto....juzgar a un muerto?. Mi no entender...


Más bien limpiar su honor.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 25 Nov 2019, 13:33
por estafermo
El enlace correcto al artículo anterior, no sé por qué algunas veces los enlaces aparecen cortados:

https://ctxt.es/es/20191016/Politica/29056/guardia-civil-tasa-de-suicidios-acoso-laboral-policia-brezo-criado.htm

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 25 Nov 2019, 13:47
por CHAGALL
Acceso al cuerpo de policía autonómica del País Vasco

nola2hurtu.eus
El drama oculto de los tricornios

Cada 26 días los agentes de la Guardia Civil pierden a un compañero que ha decidido quitarse la vida. La tasa de suicidios en esta institución es la más alta de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y duplica la de la población general
s.

“Se te hace el mundo pequeño y crees que los problemas del ámbito laboral son lo más importante. Yo tengo mujer e hijos, si no, no sé qué hubiera hecho”. Habla Antonio, un guardia civil con más de 11 años en el Cuerpo que podría ser uno más en la lista de 80 suicidios registrados entre 2012 y 2018. Una muerte cada 26 días. Más de 500 en los últimos 35 años. Nombres de agentes que se desconocen y tentativas que ni se contemplan en las estadísticas. Los profesionales de la rama de suicidología prometen soluciones tras la implementación de planes de prevención, comunicación y seguimiento psicológico. Este agente apunta al que dice ser el principal problema: “Mi psicólogo dentro del Cuerpo era un capitán, ¿cómo podía contarle el aislamiento y presión que sentía, si luego iba a comer con el otro mando con quién tenía problemas?”

En España, el suicidio es una asignatura pendiente desde 1980, cuando se decidió publicar por primera vez las estadísticas. En 2017, nuestro país contabilizó 3.679 muertes por esta causa, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el mundo cada 40 segundos se produce un suicidio, un total de 800.000 anuales, y muchos más intentos, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Todavía no existe ningún plan nacional para restañar esta grieta de la salud pública. Una fisura que también se extiende por las filas de la Institución Armada de la Guardia Civil y de los demás colectivos que componen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y que, como los datos confirman, no cuentan con el desarrollo de unos protocolos efectivos.

Aunque en los últimos 35 años la tendencia es descendente tanto en la población general como en los cuerpos policiales, la tasa de muertes voluntarias en la Guardia Civil (16,49 por cada 100.000 habitantes) sigue siendo superior a la de la Policía Nacional (11,78) y significativamente mayor que la de la población general (12,82). Son datos recogidos en el libro ¿Todo por la patria?, la única investigación sobre el tema elaborada por el psicólogo Daniel López Vega con datos proporcionados por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y por el estudio estadístico que realizó con una muestra de 1.084 guardias entre 2012 y 2016.


Para abordar este fenómeno en la Guardia Civil el primer obstáculo es la falta de transparencia en los datos. “Se ha intentado tirar por tierra el trabajo que hemos realizado”, recrimina Juan Fernández, secretario nacional de comunicación de AUGC: “Aún habiendo preguntas parlamentarias sobre la mesa, desde la Dirección se han falseado las estadísticas. Pero al final la realidad dice todo lo contrario”.

En 2017 la tasa de suicidio en la población general fue de 7,9, según fuentes del INE. En la Guardia Civil ascendió a 19,75. La Dirección General del Cuerpo no hace públicos sus datos. El servicio psicológico del grupo, por primera vez este año, ha mostrado diapositivas con estadísticas en algunas charlas de prevención dirigidas a los guardias. Son asociaciones de trabajadores como AUGC o Zero Suicidio Policial, quienes intentan mantener el tema en la agenda a través de preguntas parlamentarias. “Es casi imposible tener una opinión formada al respecto”, admite López Vega.

El suicidio no puede entenderse sino como un fenómeno complejo, con múltiples causas, pero que puede prevenirse, según los expertos en salud mental. Estos insisten en la necesidad de poner en marcha canales de comunicación para prevenir, detectar factores de riesgo e intervenir en caso necesario. “La Guardia Civil, por su idiosincrasia, por su forma de ser y trabajar, no establece vasos comunicantes con organismos externos, y esto aísla al guardia como persona y trabajador”, argumenta el portavoz nacional de AUGC.


La directiva de la Institución Armada alegó, en una nota de prensa emitida en 2015, que el 90% de los suicidios en su escuadrón se debe a motivos personales y externos. En ella no se aclara el método aplicado para explicar semejante hallazgo: “Fueron causas claramente desvinculadas de su actividad laboral y relacionadas con el ámbito personal, sentimental y familiar”. Mientras, los colectivos de guardias reclaman que sea reconocido un riesgo laboral. Como señala López Vega, ambas dimensiones, la personal y la laboral, pueden estar imbricadas: “Las causas individuales y ambientales son indivisibles. Ambas influyen y son responsables de que haya una alta mortalidad. Si tienes problemas laborales, pueden producir problemas matrimoniales, económicos... Las condiciones laborales de la Guardia Civil son muy malas, a pesar de que han ido mejorando”.

¿Un trabajo como otro cualquiera?

Desde los primeros estudios realizados a partir de la I Guerra Mundial, se ha asociado la conducta suicida en personas con tareas militares y policiales a experiencias traumáticas derivadas de enfrentamientos, situaciones hostiles, trato con delincuentes… y, por supuesto, al fácil acceso al arma de fuego reglamentaria. En la actualidad, esta última es uno de los factores de riesgo que completan el arco de otros componentes psicosociales, económicos, laborales y políticos. “No es de recibo que se nos eche la culpa del suicidio por tener al alcance nuestras armas”, discrepa Francisco Zaragoza, presidente de la Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Víctimas del Terrorismo (ACFSEVT): “Entonces sería una circunstancia eximente que los políticos le metan mano a la caja del dinero público porque las tienen al lado”. Otro agente que reconoce haber sufrido ideación suicida relata su experiencia: “Cuando te quitan el sueño o te lo cambian varias veces al día durante meses, cuando tienes que sacar adelante un trabajo en el que si actúas mal, literalmente puede morir gente; y cuando te amenazan con sancionarte si te opones a pasar por el aro puede que pienses en ello como la única salida”.

Ser guardia civil es un oficio que ha pasado de generación en generación. Es el caso de Tomás F., un agente retirado que formó parte del Grupo especial de Seguridad (GES) y que cogió el relevo de su progenitor para “intentar reforzar a la Guardia Civil de los pueblos en su misión de combatir a ETA”. Con una mirada llena de cariño a la institución en la que se crió, hace balance de la dualidad de su naturaleza, policial y militar: “En aquellos años, no había horas. Estabas por y para el trabajo”.

Un cuerpo militar cuya ocupación reside en garantizar la seguridad y defensa ciudadana y que, en la práctica, se ha convertido en una institución con un sinfín de tareas agolpadas en horarios eternos y turnos descontrolados. Hoy, la AUGC y agentes de escala rasa exigen una revisión de tareas y derechos: la desmilitarización del Cuerpo, el rechazo a su dependencia del Ministerio de Defensa, una reestructuración del área de recursos humanos o abrir las puertas al derecho de sindicación, “que no es óbice de una naturaleza militar y dotaría de transparencia y democracia al Cuerpo”, manifiesta el portavoz de AUGC, Juan Fernández. Una ristra de derechos y garantías que, según esta asociación, convertirían al guardia en “un ciudadano de primera, un trabajador perteneciente a una sociedad democrática respaldada por un Estado de Bienestar”.

El carácter militar de la institución deviene en una desigualdad manifiesta entre los de abajo (la llamada escala básica) y los de arriba, los cargos superiores. Relaciones laborales marcadas por una “completa asertividad”, reconoce el portavoz de la AUGC, estructuradas en una escala jerárquica de reparto de poder desigual, con consecuencias mayores para los de abajo y beneficios vitalicios para los de arriba. “No podemos abrir el pico. Carecemos de capacidad para defender nuestros derechos y, sin embargo, trabajamos día a día sin preguntarnos más allá”, dice Tomás F.

Con el paso de los años, no obstante, se han conseguido avances y reconocimientos. Los sindicatos y asociaciones profesionales de las fuerzas de seguridad estatales han logrado sentarse por primera vez este año en la mesa con el ministro del Interior para ejercer el derecho de negociación colectiva. “A pesar de que la cúpula lo tilda de ‘reunión’ –matiza Juan Fernández– la parte alta del organigrama nos ve como una amenaza por romper su statu quo”, advierte el portavoz nacional de AUGC. Los agentes hablan, quieren que el tiempo y los actores cambien. “La Guardia Civil es una organización que vive del historicismo, de lo que se inculcó en el siglo XIX y que se niega al cambio”, se queja Fernández.

Una cabo sostiene que es el “sistema corporativista y la excesiva presunción de inocencia para los jefes” lo que limita el rango de actuación y defensa de la escala básica, cuyos integrantes abogan por dejar atrás el camino de la militarización en una institución que realmente desempeña, en su mayoría, laborales policiales, exceptuando aquellas realizadas en caso de guerra, estado de sitio o en misiones en el extranjero. El carácter hermético de la Benemérita, unido, como subraya la cabo, “a la falta de cultura democrática y su inmunidad jerárquica”, crean en el agente una postura de indefensión aprehendida (la persona que sufre adopta una actitud pasiva).

Una entrada poco bienvenida


En nuestro país, el número de suicidios consumados es mayor en hombres (tres hombres por cada mujer), pero la intencionalidad es mayor en ellas. En cuanto a la variable sexo en la conducta suicida, los varones suelen utilizar medios más letales. Los últimos datos recogen 24 muertes en hombres y dos en mujeres dentro de la Benemérita entre 2016 y 2017. Las agentes no sólo se exponen a todas las características inherentes de la naturaleza de su oficio profesional, sino también a la discriminación por razones de género. “En 1988 las mujeres entraron por la puerta de atrás”, apunta Fernández: “Hasta hace apenas una década, cada mujer que accedía al Cuerpo era objeto de un informe que ella misma desconocía y en el que se daba cuenta de si en ella quedaban todavía rasgos de feminidad”. Alicia Sánchez, secretaria nacional del departamento de Igualdad y Mujer de AUGC, cuenta cómo en la Academia le obligaban a comunicar su período menstrual a la pregunta de “¿indispuesta?”. Al no haber respuesta—durante 3 meses fue su caso— “me llamaron al despacho del capitán para saber si estaba embarazada”. En la actualidad esta práctica no sigue vigente.

El año pasado se celebraba el 30º aniversario de la llegada de las mujeres a la Guardia Civil. Una entrada que marcó un hito en una Institución totalmente masculinizada durante 144 años de su historia. En la actualidad, casi un 7% de los funcionarios de la Benemérita son mujeres, una tasa que se ha mantenido estable durante estas tres décadas. Ellas se enfrentan a una presión desmesurada para poder conciliar su vida privada con la laboral, sobre todo en el momento de ser madres. Ejercer el derecho a la reducción de jornada por maternidad supone en muchas ocasiones “ser apartada, señalada y criticada, tanto por el superior como por tus compañeros”, explica Sánchez.

Los últimos datos, obtenidos del estudio del psicólogo López Vega en 2016, indican que un 12,61% de funcionarias se encontraba ese año de baja psicológica, frente al 6,57% de los hombres. “Mi vida personal cambió, perdí peso y anímicamente no aguantaba ni tener la pistola”, cuenta una agente de 37 años que, durante sus 19 años en el Cuerpo, ha estado de baja en dos ocasiones “por el estrés generado por una riña con un compañero y la presión laboral sufrida. Me han tratado como si estuviese loca y todo fuese un cuento”. Una de sus compañeras se atreve a recoger el testigo: “Soy madre soltera y no tengo ninguna facilidad, sólo encuentro pegas para compaginar mi trabajo con el cuidado de mi hija. Tengo disputas a diario con un sargento, pero la peor situación la viví cuando me revocaron el destino de información por ser ‘una mala influencia para mis compañeros’, su excusa para darme de baja por el embarazo”.

Las infraestructuras de muchas unidades tampoco están dotadas del material necesario para la integración de la mujer: “Carecemos de vestuario y baño para nosotras. Si hay uno, es exclusivo para uso de los varones”, declara Sánchez. Hasta el año pasado no tenían acceso a chalecos antitrauma y antibala entre el material obligatorio. Ninguno de ambos se adaptaba a su fisionomía, lo que derivaba en un entorpecimiento de la movilidad y agilidad para desenfundar el arma. Algunas incluso han tenido que sentarse en el banquillo de la Sala quinta de lo Militar del Tribunal Supremo acusadas de insubordinación a su superior por negarse a utilizar el chaleco. Es el caso de la guardia Pilar Villacorta, suspendida con un mes de empleo y sueldo. Alicia Sánchez, que ahora ocupa el cargo de Villacorta en la cúpula nacional de AUGC, decidió costearse su propio chaleco antibalas (500 euros), lo que le costó la consideración de delito de insubordinación por parte de su superior y que el juez del caso desestimó por hallar en él “discriminación”.



En su estudio de 2016, el psicólogo López Vega interpreta que ser mujer es un factor de riesgo que puede afectar, entre otros, a la conducta suicida de la persona. En un entorno en el que impera el carácter masculinizado, la mujer se ve obligada a realizar un sobreesfuerzo para integrarse con sus compañeros y lograr el reconocimiento de estos y de sus jefes.

Falta de gestión emocional

Todos, ellas y ellos, encuentran problemas para exteriorizar sentimientos y emociones que puedan poner en cuestión su valía y valentía, más aún para tratar un tema como el suicidio, que es tabú en la sociedad y en los cuerpos policiales. Eva Pardo Pato perdió a su marido en 1994 cuando éste decidió quitarse la vida en su vivienda. Era un policía nacional que hubo de enfrentarse a ETA en los años más duros del terrorismo en el País Vasco.

“Es una pena que una persona fallezca, pero lo es todavía más cuando se trata de un suicido porque la gente se aparta de ti”, cuenta abiertamente esta viuda que ha tardado más de 20 años en superar la pérdida de su marido: “Las secuelas se quedan para siempre, hay cosas que no se pueden olvidar nunca, y que seguirán rondando porque en aquel momento no se tomaron ningún tipo de medidas ni de ayuda”. Tanto en la Policía Nacional como en la Guardia Civil el único control psicológico son los exámenes evaluativos de entrada a la Academia y de algún curso o especialidad.

Pardo supo ver que su marido cambió de actitud y que algo extraño pasaba. Él lo achacaba a un simple dolor de estómago, motivo que justificaba su baja, por enfermedad común y no psicológica, a petición expresa de este policía: “Haberse dado de baja por depresión o estrés significaba admitir que tenía un problema psicológico, y eso no estaría bien visto por sus mandos. Lo que ocurre es que cuando un jefe se entera de la enfermedad o sufrimiento de uno de los suyos, piensa que es una persona débil y, por lo tanto, ya son inservibles. Y como no me sirve ya, pues le machaco, metiéndole más servicios o dándole los peores trabajos”, explica Pardo.

Ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional ofrece cursos o formación específica sobre gestión emocional. Los agentes, sobrepasados por situaciones de estrés y presión tanto personal como laboral, no tienen otro recurso que pedir la baja. Únicamente el servicio interno de la organización es conocedor del número exacto.


“Los compañeros piensan que eres un jeta por estar de baja. Salvo que conozcan de forma específica el problema por el que estás pasando, muchos no muestran su apoyo”, cuenta Eugenio Nemiña, secretario general de asuntos jurídicos de la AUGC sobre su experiencia personal. Hace tres años, tuvo problemas con su jefe, lo que le provocó “mucho estrés y la caída de pelo”. La baja va unida a la pérdida de sueldo, “y por supuesto, dificultades para futuros ascensos”, desvela el secretario de asuntos jurídicos.

Otros agentes dicen sentirse resguardados por el calor y apoyo de su grupo de compañeros: “No veo problema para hablar con ellos de cualquier tema. Mi unidad es pequeña y nos conocemos todos”, interviene uno de ellos. Pero el miedo sigue siendo patente. “Las bajas te exponen a situaciones que estigmatizan y te dejan marcado como un rebelde, débil o menos capacitado para ciertas funciones”, explica otro compañero cuya ausencia en el trabajo le ha entorpecido su ascenso laboral. En general, encuentran más confianza para hablar entre iguales que con los mandos.

La Guardia Civil cuenta con un Plan Preventivo de Asistencia Psicológica, –el segundo hasta el momento–, liderado por el gabinete de Servicio de Psicología del Cuerpo. Este se divide en tres tareas: el control de la aparición de factores de riesgo que puedan derivar en conducta suicida, la detección y evaluación del personal en situación de riesgo, y las medidas preventivas tras una tentativa de suicidio. También cuentan con servicio telefónico de ayuda, anónimo y disponible las 24 horas del día. La Policía Nacional, a pesar de su también elevada tasa de suicidios, no cuenta con ningún plan.

La “alfabetización en la salud”, según el psicólogo López Vega, juega un papel fundamental en la prevención del suicidio. Las etiquetas, lejos de ayudar, acaban aumentando la estigmatización entre compañeros: “Nadie externaliza lo mal que uno puede llegar a sentirse por temor a que te llamen loco”, opina Tomás F. El sentimiento de aislamiento acaba siendo una sensación común en la propia persona y en el guardia. “Esa persona está haciendo su última llamada para ver si alguien le ayuda o le convence de lo contrario. Sabemos que ocho de cada diez personas que se han quitado la vida han avisado previamente. No es verdad eso de ‘el que lo dice no lo hace’, al contrario, por estadística lo hace”, apunta Fernando Pérez Pacheco, psicólogo y cofundador de la asociación Zero Suicidio Policial.

Los agentes piden a gritos la externalización de la atención psicológica y un cambio del Instituto Armado hacia una imagen más humana y actual. Los psicólogos del Cuerpo son sus superiores jerárquicos, lo que crea impedimentos a la hora de establecer una comunicación abierta y de confianza, según aseguran los guardias. Es la pescadilla que se muerde la cola. Nemiña vuelve siempre al mismo ejemplo: “Si entro por la puerta del psicólogo o médico diciendo ‘a la orden mi capitán’ o ‘a la orden mi comandante’, mal empezamos. Estamos marcando las diferencias desde el primer momento y yo no me voy a abrir a hablar con esa persona”.

El papel de psicólogo en la Benemérita “no es de seguimiento terapéutico, sino de control de bajas y retirada de armas”, afirma el psicólogo López Vega. No pone en duda la validez y profesionalidad de los psicólogos internos, pero sí se muestra escéptico de que la directriz sobre la que operan pueda tener una virtud preventiva.

Una vez han superado las pruebas físicas y psicológicas de la Academia, los agentes que se incorporan al Cuerpo no se someten a más revisiones periódicas de este tipo en toda su vida laboral. “Las revisiones continuas de los recursos humanos son elementales en la detección de situaciones de riesgo y, por lo tanto, pilares de las acciones preventivas”, recuerda López Vega.

La instalación de armeros (taquillas específicas para guardar las pistolas) es considerada por los expertos una medida preventiva que facilitaría un menor acceso al arma en momentos de zozobra emocional. En la Unión de Oficiales (UO) se muestran favorables a esta medida de protección: “No portar el arma a casa puede evitar un arrebato”, admite su presidente Francisco G. Ruíz. No obstante, esto no implica la solución total del problema: “Conocemos casos en los que el guardia, estando de baja y con el arma retirada, ha vuelto al trabajo, ha forzado la taquilla y…”, corrige el portavoz nacional de AUGC. Fernández considera que la mayor recurrencia de suicidios entre la Benemérita no se explica solo por la facilidad de acceder a un arma de fuego: “¿Por qué los cazadores con armas en sus casas no tienen la misma tasa de suicidios?”.

Parte de la respuesta se encuentre quizá en el carácter militar de la Guardia Civil. El primer código penal militar que especifica los delitos cometidos por los militares dentro del ámbito castrense aparece en el año 1985. En 2007m la Ley Orgánica del régimen disciplinario de la Guardia Civil introduce un artículo que limita la aplicación del código penal militar en el contexto de la Benemérita a casos excepcionales, tales como situaciones de guerra o estado de sitio. Sin embargo, en 2015, el rodillo parlamentario del Partido Popular consiguió aprobar una nueva versión del código penal militar que vuelve a someter a los guardias civiles a la jurisdicción militar en tiempos de paz.

La mayoría de los guardias de escala rasa consideran la sujeción al código penal militar una trampa en la que el agente no tiene salidas frente a situaciones de abuso de poder por parte de sus superiores. “Hay casos de prisión militar por simples discusiones que se interpretan como delitos de desobediencia, o faltas de disciplina. Cualquier situación absurda puede dar pie a que te veas en un juzgado y que te condenen”, expone Juan Fernández.

“El carácter militar reside en la función civil (policial), pero no hace de ella una función militarizada, por lo que debe estar restringido a lo imprescindible, donde le dé al Cuerpo más eficacia”, enfatiza Lorenzo Silva, guardia civil honorario y escritor de numerosas novelas con protagonistas del Cuerpo que le han permitido durante más de 25 años conocerlo a fondo: “Tiene sentido que el código penal militar se les aplique cuando lleven a cabo funciones de policía militar como en Afganistán”.

Creada hace 175 años, la Guardia Civil sigue siendo un mundo aparte donde la administración de su cultura militar y jerárquica perjudica a los puestos más bajos de la organización y plantea limitaciones a la hora de abordar su alta tasa de suicidios. “Depende mucho de las personas, pero hay algo que no funciona del todo bien en el sistema. Se carga más contra la oficialidad, pero aparte de las relaciones con los mandos, influyen otros factores como el hecho de tener cinco guardias para 700 kilómetros cuadrados, esa decisión no es de un teniente o coronel, sino del ministro o Gobierno. La Guardia Civil está infradotada”.

Queridos y también vapuleados durante años, su condición de militares les ha atado: “Como son militares, se piensa que siempre callarán, pero esta naturaleza, a su vez, le has permitido ser especialmente eficaces en la lucha antiterrorista”.

En efecto, si bien el término “militar” puede llevar a equívocos y usos convenientes según quien lo ejerza, no cabe duda de que sigue creando una brecha en la manera de relacionarse entre ellos. Gran parte de sus problemas, desde la salud mental de sus agentes hasta los casos de acoso laboral, mejorarían si la institución se abriese a la intervención de agentes evaluadores externos no sujetos a conflictos de interés. La atención de situaciones de estrés, derivadas de conflictos con superiores y atendidas por psicólogos que son al mismo tiempo parte de la jerarquía, han demostrado hasta el momento que el guardia no encuentra la libertad para verbalizar en confianza sus preocupaciones cuando viste el uniforme.

Los enlaces a las estadísticas :

https://ctxt.es/es/20191016/Politica/29 ... criado.htm

Tenemos que esforzarnos un poco mas en poner los enlaces

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 09 Dic 2019, 12:19
por Muniouro
Navidades: encuentros familiares, fechas para celebrar, los regalos, la nieve, la lotería, la fiesta… y un policía que se suicida. Es casi una costumbre. Acabamos de entrar en el mes crítico. Hace tres días: un agente de la Ertzainza llamado Gorka se pegaba un tiro en una comisaría de Bilbao. 55 años, tenía. El suicidio es la mayor causa de mortalidad entre policías y militares y estamos viviendo un año especialmente trágico en este aspecto. Pero hacía un par de meses que no ocurría ninguna desgracia… hasta esta semana. “En diciembre repunta; raro es el año que no hay tres o cuatro casos”, sentencia Alberto Martín, el ertzaintza protagonista de esta historia.

El 10 de septiembre de 2017, EL ESPAÑOL publicaba un reportaje que se titulaba: “¿Por qué se suicidan los policías? Los agentes piden ayuda”. Han pasado 26 meses, los policías se siguen quitando la vida y continúan pidiendo ayuda. El famoso Protocolo contra los suicidios, que por entonces estaba al caer, todavía no ha salido adelante. No hay protocolo y sí un mal endémico que va en aumento.

27 agentes se han quitado la vida en España en lo que llevamos de año. En lo que va de siglo, más de 300. Un mal endémico y silencioso, porque el tratamiento de este tipo de información en nuestro país sigue teniendo mucho de tabú. Esos 27 casos no han trascendido. No se habla.

Los agentes piden recursos y la administración no se los da. Al final han tenido que ser los mismos compañeros los que se arremanguen y se metan en este fangal. Los mismos agentes y exagentes que saben por lo que puede pasar el cerebro de un policía. Los que conocen toda la mierda que se traga en la labor de proteger y dar seguridad a los ciudadanos, y lo poco que se le gratifica. Los que también, en algún momento, tuvieron el impulso de quitarse de en medio como única solución.


Uno de ellos es Alberto Martín, el hombre que está dedicando su vida a evitar que los policías se suiciden. Un antiguo agente de la policía autonómica vasca que tiene detrás una dura historia de sinsabores y experiencias traumáticas, pero también de coraje y superación. Nació en Portugalete (Vizcaya) en 1974. Podía haber sido una estrella del fútbol: un central que compartió vestuario en los juveniles del Athletic con Julen Guerrero, Aitor Karanka o Edu Alonso.

Nuestro protagonista luego jugó en Segunda con el Sestao. Pero cuando cumplió 18 siguió su vocación y con 19 ingresó en la academia de policía. Quería ser ertzaina. “Lo soy”, explica en una conversación con EL ESPAÑOL, “el que es policía nunca deja de serlo”.

A Alberto le tocó trabajar en la demarcación de Eibar, en la que se produjeron los grandes secuestros de ETA: Jose María Aldaya, Cosme Delclaux… y sobre todo, Miguel Ángel Blanco. Alberto Martín formó parte del operativo de cinco agentes que acompañó a la familia del concejal de Ermua asesinado. De hecho, todas las llamadas que se realizaron para las primeras comunicaciones de aquel caso se hicieron con su terminal telefónico. “Era 1997 y casi nadie tenía móvil. A mí me regaló uno mi expareja, de aquellos Motorola enormes con antena. Era el único que había y el que se utilizó para realizar todas las llamadas".

De aquel grupo de cinco agentes ya han muerto dos. Uno de ellos, Juan Carlos, fue el que protagonizó la icónica imagen en la que un policía le da la fatídica noticia al padre de Miguel Ángel Blanco y ambos se funden en un abrazo. Juan Carlos se quitó la vida el año pasado. Se repetía la historia: otro policía muerto. “Yo al menos he conocido personalmente a 10 agentes que se han quitado la vida”, asegura Alberto Martín.
El accidente

Para entonces ya se hallaba inmerso en el proyecto que le ocupa todo el tiempo en la actualidad: es fundador y presidente de la Asociación Andaluza Preventiva del Suicidio Policial (AAPSP), una entidad destinada a la ayuda y la prevención en el ámbito de las fuerzas de seguridad. Sin ánimo de lucro, sin subvenciones y sin fronteras. Está radicada en Sevilla, pero “me voy de inmediato a cualquier punto de España si le hace falta a alguna persona”, asegura Alberto.

¿Por qué en Sevilla? Porque allí fue a parar este vasco que ahora tiene 45 años después del accidente. Y es que Alberto también podría haber formado parte de esa extensa lista de más de 300 agentes suicidados desde el año 2000. Lo pensó e incluso pidió ayuda para ejecutarlo. En 2014, Alberto tuvo un accidente trabajando. Una caída durante un ejercicio de entrenamiento. No parecía revestir mayor gravedad que la de las contusiones. Se fue al médico por su propio pie y por su propio pie salió de allí.

No sabe lo que le inyectaron; lo que sí que sabe es que aquello complicó sobremanera su espalda. Acabó pasando tres veces por el quirófano; hasta le quedaron lesiones medulares. En su espalda ahora hay placas, tornillos a mansalva. Una especie de encofrado de titanio que le ocupa media columna y que le condenaba a pasar el resto de su vida en silla de ruedas o, en el mejor de los casos, a caminar no más de diez metros. Así se lo dijo el doctor que le dio el diagnóstico en el hospital.
“Amá, ayúdame a morir”


“Sientes que tu vida se ha acabado. Deportista toda la vida, policía… que me acuerdo que cuando me desperté, sin saber todavía lo que tenía, les pedía que no me jubilasen. No me imaginaba dejar de ser policía”, confiesa ahora Alberto recordando aquellos días. Sabedor de lo que le deparaba el futuro, dijo la frase que helaría el alma a cualquier madre: ”Amá, ayúdame a acabar con esto”, le pidió llorando en la cama.

Su madre, lejos de derrumbarse, le dijo que sí, que le ayudaba… pero a recuperarse. “Alberto, yo te he visto superarte día a día en el deporte y en la policía. Siempre has sido una persona que transmite seguridad. Ahora transmites lástima. Yo te quiero ver superar esto también y que le demuestres al médico que estaba equivocado. Piénsalo, deja de llorar, yo te ayudaré hasta que puedas volver a caminar”.

Lo que le esperaba por delante iba a ser más duro que subir con el Athletic. Más duro que defender un córner en el embarrado campo del Sestao. Más duro que mirar bajo el coche cada mañana si le habían puesto una bomba. Más duro que trabajar día a día mirando a la cara a los terroristas. Se trataba de sobrevivir. De intentar volver a caminar con la espalda destrozada. Una misión casi imposible. Todo se hace un mundo. La idea del suicidio rondaba más a menudo de lo normal. No iba a ser el primero. Los policías se suicidan. Tenía un arma en casa. La tentación de quitarse la vida estaba ahí, la pistola también. Un disparo y adiós al sufrimiento…

Pero al final lo que consiguió fue caminar. Con muchísimo esfuerzo y dolor. “De una cama a una silla de ruedas, de ahí a un andador para volver a saber caminar y recuperar la movilidad y toda la musculatura deteriorada por dos años de mórfidos antes de la operación”.

El titánico proceso de rehabilitación le llevaba cada día a nadar en el Cantábrico, lloviese o tronase, para recuperar movilidad desde cero. Después eligió un entorno más propicio para seguir su recuperación. El sol. Andalucía. Sevilla. Allí sigue viviendo.
Tener un arma en casa

“Yo ahora duermo un par de horas al día, por los dolores. Me medico, tengo una rigidez considerable en la columna. Pero me ves llegar de frente y no piensas que yo esté operado. No iba ni a caminar 10 metros, decía el médico, pero ahora camino, nado, salí de la silla...”. Una experiencia que le llevó a plantearse mucha cosas: “Yo sí que quise acabar con mi vida, pero tuve la lucidez de identificar el problema y entregar el arma a la Guardia Civil. Es el principal método que emplean los agentes que se suicidan. Hay agentes que están de baja y van a la comisaría a por el arma, para pegarse un tiro”, explica Alberto. El porcentaje está en torno al 72% de los agentes que cometen el suicidio. En segundo lugar está, muy de lejos, el ahorcamiento, El tercero es lanzarse al vacío. Sistemas casi residuales. Quién necesita ideas cuando tiene un arma a mano.

Llevan los policías 30 años quejándose de la lacra del suicidio. Alberto pasó demasiado cerca de ese tema. Peligrosamente cerca. Decidió que algo tenía que hacer y fundó la asociación. El sistema de financiación fue su propia historia. Había escrito un libro biográfico que tituló 'Historia de un juguete roto'. Lo autoeditó pagando de su propio bolsillo, pero no lo puso a la venta. Le sirvió para obtener fondos para la causa. No me compréis el libro: donad lo que podáis para poder sacar adelante una asociación de ayuda a los agentes, a los que la administración sigue olvidando.
8.000 muertos al año


¿Qué falta por hacer? Según Alberto, “para empezar, el Plan Nacional de Suicidios". Hay un Plan Nacional de Drogas, otro de Tráfico. Pero de suicidios no, aunque se lleva a más de 8.000 vidas al año en nuestro país. Donde más aprieta es en las fuerzas de seguridad. Y cuando más aprieta es durante estas fiestas que justo están a punto de empezar. “Es a partir del 15 de diciembre cuando se empiezan a disparar las cifras otra vez. El año pasado, una chica el 31 de diciembre. Este año llevábamos dos meses sin casos conocidos”. Pero ha empezado diciembre y se ha pegado un tiro Gorka, en una comisaría de Bilbao. “Ahora mismo cerraríamos con 27 muertos el año”, concluye Alberto.

La propia naturaleza del trabajo, la dificultad para conciliar la vida familiar, la movilidad geográfica, el estigma dentro de los propios cuerpos de seguridad, el miedo de un policía a decir que tiene ansiedad, porque no le llamen flojo, el hostigamiento de los jefes, los abusos que se callan, la poca gratificación que obtienen por parte de la sociedad, por la que se juegan a diario. Son, según los principales sindicatos policiales, los principales factores que llevan a los policías a quitarse la vida.

Pero también darse de bruces con la realidad. En la Asociación trabajan los procesos de duelo y ofrecen a los agentes talleres de readaptación. Les enseñan a redefinir sus vidas: “El trabajo de policía es duro y el agente, estando dentro del cuerpo, cree que eso es lo normal. Cuando sales del cuerpo, a menudo, te cuesta digerir la vida normal. Se podría decir que no sabes vivir. A eso les enseñamos. A readaptarte a todo, a no tener estigmas”. A eso, entre otras cosas, contribuye su asociación que está recibiendo solicitudes de colaboración por parte de sindicatos de fuerzas de seguridad de toda España. Desde Ertzaintza a Mossos d’Esquadra, pasando por policías locales. Hacen cosas que tendrían que estar haciendo el Ministerio de Salud.

Se podría decir que ya han salvado vidas. “Seis familias nos han dado las gracias por el trabajo hecho con agentes que se encontraban en una situación crítica. Porque esto en realidad es un problema de salud mental. Se tiene que abordar como tal y se tiene que afrontar desde la administración”. A finales de 2019 tendría que haberse publicado el famoso Plan Nacional contra el suicidio genérico, pero sin gobierno no hay nada. Aquí también se está padeciendo el bloqueo político español. Mientras, siguen cayendo agentes. 24 el año pasado. 27 en lo que llevamos de año. Y justo ahora, empieza la época crítica. La melancolía del invierno. Las negras navidades, no tan felices para los que tienen que protegernos día a día.
https://www.elespanol.com/reportajes/20 ... 395_0.html

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 09 Dic 2019, 18:21
por brabo

8000 productos al mejor precio
desenfunda.com
"En su estudio de 2016, el psicólogo López Vega interpreta que ser mujer es un factor de riesgo que puede afectar, entre otros, a la conducta suicida de la persona. En un entorno en el que impera el carácter masculinizado, la mujer se ve obligada a realizar un sobreesfuerzo para integrarse con sus compañeros y lograr el reconocimiento de estos y de sus jefes."

En 2017 fueron 2.718 hombres fallecidos por suicidio, y 961 mujeres, desde el año 2000 al 2016 son 142 policías hombres y 10 mujeres... por qué mienten????...

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 09 Dic 2019, 18:51
por platinium
Formación Oficial H&K

Formación / tutoriales H&K
uspsuministros.com
Esto es un tema tabú del que se habla muy poco y cuando se habla se dice lo justo desde dentro

pero sí que puedo decir y conociendo a un caso cercano es que se esconde mucho desde dentro del cuerpo y no se saca a luz por varios motivos...., pero no seré yo el que lo diga y menos por un foro público en el que cualquiera puede leer.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Mar, 10 Dic 2019, 02:12
por espaldator
Gafas Polarizadas 5.11

militariapiel.es
Lo de ampararse en que algunas cosas no se dicen por ser de ámbito público es un error. Evidentemente hay ciertos temas que por seguridad no se deberían airear pero que por la inacción y apatía de quién corresponda no se apliquen los medios para evitar suicidios debería ser dado a conocer a la opinión pública. Los escasos logros que nos han mejorado han sido cuando se hicieron públicas algunas injusticias hacia nuestros colectivos y que por vergüenza les obligó a reaccionar. No decir nada sobre problemas graves que nos afectan es la mejor manera de seguir perpetuando el pasotismo, la impunidad y la incompetencia de quienes tienen la posibilidad de paliar esta epidemia de suicidios entre compañeros y no se mueven desde hace años demostrando lo poco que les importamos.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Mar, 28 Ene 2020, 22:20
por Bávaro
¿Quieres ser Policía Nacional?

Prepárate con los mejores
joyfepolferes.es
La Guardia Civil registra la mayor tasa de suicidio en los Cuerpos de Seguridad: un agente al mes de media


EP
14:11 28/01/20

La Unión de Guardia Civiles (UniónGC) ha reclamado este martes "más medios" y su "externacionalización" para evitar que la tasa de suicidios siga siendo la más elevada dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que, desde el año 2000, provoca de media la muerte de un agente al mes en el país.

La asociación ha presentado en Valladolid una campaña a nivel nacional, que cuenta con la colaboración del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León, con la que pretende visibilizar esta situación. Así, según ha informado su presidente, Marcelino García Bermúdez, se entregarán más de 70.000 tarjetas con una serie de recomendaciones y consejos con el fin de evitar "conductas autolíticas".

García Bermúdez ha lamentado la visión "reduccionista" que, desde la Dirección General de la Guardia Civil, tienen sobre esta problemática. "Para nosotros, además de las causas personales o familiares, las laborales también son muy importantes", ha señalado para reafirmar con datos su argumento. "Tenemos una tasa tres puntos superior a la de la Policía Nacional --16 casos por cada 100.000 habitantes frente a los 13-- y cuatro más que la población normal y eso es por algo", ha continuado.

Para el presidente de UniónGC el acceso a las armas, otro de los argumentos que esgrimen desde la Dirección General, es un factor de "riesgo" pero no una "causa", de ahí que haya pedido "más sensibilidad" a la nueva directora, María Gómez, y un "abordaje multidisciplinar" --psicológico, preventivo y laboral-- de esta situación.

"Nos preocupa mucho la prevención para evitar estas conductas, no se puede obviar el suicidio, no hablar de él. Por eso es importante normalizar la ayuda psicológica", ha añadido García Bermúdez que ha pedido a los medios de comunicación colaboración para tratar estas situaciones con un lenguaje "adecuado" y mostrando que este tipo de conductas son "evitables".

La UniónGC repartirá más de 70.000 tarjetas entre agentes y familiares, "a ellos también debemos ayudarles y acompañarles",con una serie de consejos que servirán para "encender alarmas" sobre estas situaciones y así, si se dan, recurrir a la ayuda psicológica para "reconducirlas".

Ni territorios, ni especialidades concretas

Sobre si hay Autonomías o especialidades en las que el los índices de suicidio sea mayores, el presidente de la asociación ha avanzado que los patrones son "lineales", "sin picos llamativos" que indiquen que estas conductas sean más proclives en "un territorio o disciplina".

"Tenemos que tener en cuenta que tenemos un régimen diferente a la de la Policía Nacional. El acuartelamiento o estar sometido a un código penal militar son también factores diferenciados", ha subrayado García Bermúdez que, aunque reconoce que la Guardia Civil tiene un cuerpo de psicología, no es el "más idóneo". "Suele estar compuesto por oficiales, una situación que no invita a la confianza terapéutica", por lo que ha reclamado "más medios" y su "externacionalización".

Desde el Colegio de Psicología de Castilla y León, su decano Jaime Gutiérrez Rodríguez, reclama un plan de prevención porque, según ha señalado, se demuestra que en aquellas autonomías donde existe la incidencia del suicidio "es menor".

"Mientras ese plan no exista, estamos esperando a que la consejera de Sanidad nos convoque e integre en una mesa regional que aborde esta situación, el Colegio tiene la responsabilidad, en la medida de sus posibilidades, de colaborar en este tipo de campañas", ha admitido durante la presentación de la campaña en la que han trabajado de la mano de la UniónGC.

Así, ha recordado que en España solo hay 4,5 psicólogos por cada 100.000 habitantes, por los 18 de media en la Unión Europea o los 70 que presentan los países nórdicos. "De ahí que este tipo de campañas sean muy importantes para nosotros. Con que esto sirva para salvar una vida, ya nos damos por satisfechos", ha incidido.

"Son personas que no quieren morir, solo dejar de sufrir y eso sí se puede conseguir", ha remarcado para pedir al entorno familiar colaboración. "Si vemos cambios de conductas, aspecto físico deteriorado, cambios de humor... se nos tienen que encender una lucecita y ofrecerle nuestro apoyo y el de un especialista", ha concluido.

https://www.salamanca24horas.com/texto- ... s-externos

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Mié, 29 Ene 2020, 03:17
por un@ entre más
Gc Edicion 175 Aniversario

gafaspolicia.com
Lo achacarán a que es una casualidad de individuos con tendencias suicidas que trabajan en la misma institución.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Mié, 29 Ene 2020, 12:20
por SOLID-SNAKE

foropolicia.es
La administración nunca va a reconocer que puede haber causas laborales en algunos suicidios, no sea que se investigue a fondo y se resuelva que durante décadas podrían haberse cambiado ciertas cosas y no se hizo a sabiendas de que también sumaban a la hora de se suicidarse, y se exiga responsabilidades a los responsables.