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Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 02 Sep 2019, 09:23
por astartes
Acceso al cuerpo de policía autonómica del País Vasco

nola2hurtu.eus
En una semana se han suicidado 4 compañeros...hay que hacer algo como sea. :lazonegro: :lazonegro: :lazonegro: :lazonegro:

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Lun, 02 Sep 2019, 09:34
por astartes
https://www.publico.es/internacional/su ... -eeuu.html

Los suicidios, la principal causa de muerte entre los policías en EEUU
En una preocupante tendencia que viene repitiéndose en los últimos tres años, los suicidios entre policías superan las muertes en la línea de fuego y desatan las alarmas

LOS ÁNGELES 02/09/2019 08:20 Actualizado: 02/09/2019 08:50 AITANA VARGAS @aitanavargas

La mañana del 3 de agosto, los pasillos de la cadena de supermercados Walmart se convirtieron en perpetradas por ciudadanos estadounidenses en su propio territorio. Una veintena de cadáveres ensangrentados quedaron esparcidos por el suelo y otra veintena de heridos fueron trasladados a hospitales cercanos en medio de un mar de gritos, pánico, histeria y caos que situaba a El Paso, Texas, en los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Un día después, siete personas eran asesinadas a punta de pistola en Dayton, Ohio, conmocionando de nuevo al país entero y prolongando el debate sobre el derecho a la posesión de armas en el país anglosajón.

Los primeros en llegar a la escena de los tiroteos fueron los efectivos policiales, bomberos y cuerpos de emergencia, que rápidamente se convirtieron en testigos del horror que acababa de gestarse en sus comunidades. Y es precisamente en experiencias trágicas con la muerte, la destrucción y la violencia como protagonistas, donde en algunos de estos profesionales comienzan a germinar las semillas del suicidio , un fenómeno que está desatando las alarmas en las fuerzas del orden del país.

A lo largo de 2018, al menos 167 policías se quitaron la vida en Estados Unidos, una cifra que superó el número de agentes abatidos en la línea de fuego, en una tendencia que se repite por tercer año consecutivo, y donde California y Texas encabezan la lista de bajas con 12 suicidios en cada estado, según advierte un informe difundido este año por la organización sin fines lucrativos Blue HELP. Este año, las miradas están puestas en Nueva York, el departamento de policía más grande del país y donde 9 agentes se han suicidado. Muchos de ellos lo hacen en el coche patrulla o en las dependencias policiales.

“La exposición a estresores traumáticos puede hacer que se produzcan cambios en el funcionamiento del cerebro"
“La exposición a estresores traumáticos puede hacer que se produzcan cambios físicos en el funcionamiento del cerebro. Estos cambios pueden aumentar las respuestas reflejas y la probabilidad de desarrollar síntomas asociados con la depresión, lo que puede derivar en otros problemas mentales”, asegura a Público Jeff McGill, vicepresidente de Blue HELP y director de la Academia del Colegio Estatal del noroeste de Florida.

“El problema es que no hay una regla clara que determine que, ante la exposición a un evento (traumático), el agente vaya a desarrollar cambios cerebrales, problemas mentales o se suicide… Si dos oficiales experimentan el mismo evento, puede afectarle a uno y al otro no”, matiza.

En el año 2015, McGrill se alió con Karen Solomon, con quien también escribió “El Precio que Pagan”, y juntos fundaron Blue HELP. Desde entonces, la ONG mantiene un censo anual de suicidios policiales y ofrece servicios de prevención y apoyo psicológico a los agentes y familiares afectados, explica este militar retirado.

El recuento también detalla los fallecimientos por otras 15 causas, entre las que se encuentran muertes relacionadas con el 11-S, en la línea de fuego, accidentes, asaltos, muerte natural o enfermedades, y se construye principalmente a partir de la información que comparten voluntariamente los familiares, amigos o compañeros de policías suicidados. Aunque la información se actualiza y se contrasta con otras fuentes y datos difundidos por algunos medios de comunicación, el número exacto de suicidios a nivel nacional se desconoce, porque no existe una institución oficial que se encargue de llevar un registro.

Según explica McGrill, la organización dedica gran parte de sus recursos a crear programas de entrenamiento y a organizar charlas en comisarías de todo el país para generar conciencia social y sacar del armario la problemática de los suicidios, las enfermedades mentales y el estrés postraumático, temas tabú entre las fuerzas del orden debido al “estigma” que se asocia a ellos.

“Muchas agencias no están preparadas para lidiar con el suicidio de oficiales"
“Muchas agencias no están preparadas para lidiar con el suicidio de oficiales, así que es normal que actuemos como guía. También conectamos a las agencias que están lidiando con el suicidio de un oficial, con otras agencias que ya han pasado por ello para que puedan trabajar juntos y abordar las secuelas”.

Desde las organizaciones dedicadas a la prevención del suicidio se recalca que el “estigma” que rodea a las enfermedades mentales es una barrera que frena a muchos agentes a buscar la ayuda que requieren y, que en el caso de los hombres, dicho estigma podría pesar aún más.

Nacido en Perú y criado en Estados Unidos, Charles King trabajó como policía y oficial de la marina en la ciudad fronteriza de Brownsville. Crédito: Clara King (1984)
Nacido en Perú y criado en Estados Unidos, Charles King trabajó como policía y oficial de la marina en la ciudad fronteriza de Brownsville. Crédito: Clara King (1984)
Uno de los datos potencialmente significativos que se desprenden del último informe de Blue HELP es el número de suicidios entre hombres policía que, con 159, es casi veinte veces superior a las ocho muertes registradas entre las mujeres.

“Los hombres en la población general presentan un mayor riesgo de suicidio, y en los cuerpos de seguridad predominan los varones, lo que hace probable que la cifra de suicidios en las fuerzas de seguridad esté distorsionada”, afirma McGrill, aunque aclara que todavía “no tenemos indicadores que puedan sugerir que los hombres policía son más susceptibles al suicidio que las mujeres policía”.

Parte de la estrategia para combatir los suicidios es sacarlos del vacío mediático en el que están sumidos e informar del vínculo que existe entre estos y las enfermedades mentales (abuso de alcohol, consumo de drogas, depresión y estrés postraumático), como advierte un informe de la Fundación Ruderman.

El documento explica que los medios de comunicación tienden a realizar retratos heroicos y romantizados de las fuerzas del orden, bomberos y equipos médicos que responden a emergencias, calamidades y eventos trágicos, pero que en dichos retratos suelen omitir las secuelas y el trauma que se derivan de la exposición a estos.

“Los policías ven a la gente en sus peores momentos, no pueden mantener una relación sana con sus parejas, trabajan bajo presión, sienten que todo el mundo les odia, y su única opción es pasar tiempo entre ellos”, asegura el peruano Charles King, un expolicía y exoficial condecorado de la marina estadounidense que trabajó en la ciudad texana de Brownsville y que aboga por más “atención mediática” al fenómeno de los suicidios.

“Los policías alzamos un muro hasta que este finalmente se derrumba…y básicamente nos juntamos para beber, porque es la tirita que cubre una herida abierta”, sentencia.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Jue, 12 Sep 2019, 19:14
por un@ entre más
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"Estoy aquí porque me falló el arma y mi mujer me la quitó de la mano"

Aquel día R. miró a su abogado como si no quisiera entender lo que le estaba diciendo. Esa frase, «ocho años de inhabilitación», estalló como un torpedo en su vida y la dejó hecha añicos. Sin querer R., policía municipal, funcionario de carrera, 25 años de servicio a sus espaldas, pensó en los chillidos desesperados de aquel hombre al que encontró con un puñal en el pecho mientras le salía la sangre a borbotones. Aquel olor pegajoso como de carnicería infecta. Y en el olor de la carne quemada de los dos ancianos a los que salvó in extremis de quedar achicharrados. Y pensó en los comentarios de los compañeros que llegaban a la oficina atormentados por la imagen de aquel niño que había quedado asfixiado en el coche. Estaba deprimido, sin trabajo. Lo había perdido todo.

«Ingerí cinco cajas de unas pastillas, dos botes de otras. No pensé que fuera una decisión egoísta. Me había levantado por la mañana y había llegado a la conclusión de que todo lo hacía mal, de que era más un problema, un lastre, que una ayuda. Sólo tenía una ventaja sobre el resto: podía decidir lo que quería hacer con mi vida, cuando y como quisiera, sin hacer daño a nadie. Fue cuestión de minutos. Me tomé medicación suficiente para un par de elefantes en un lugar en el que se suponía que iba a estar solo. No me enteré de nada. Desperté en el hospital atado después de que me encontrara mi mujer. Nunca he hablado de esto con ella ni con nadie de mi familia».

El día en el que despertó solo, dolido y desconcertado en el hospital, R. esquivó su entrada en una estadística, la de los suicidios policiales, que lleva siendo abultada desde hace bastante tiempo y que experimenta un pavoroso repunte de vez en cuando. En los últimos siete días, cuatro policías nacionales han acabado con sus vidas. El 27 de agosto lo hizo uno de los funcionarios destinados en los juzgados de Elche, encargado de custodiar a los delincuentes en sus traslados. Se disparó con su arma reglamentaria. El 29, un subinspector jubilado que llevaba dos meses desaparecido se suicidó en Jaca. El domingo día 1 de septiembre, un agente de 42 años destinado en la Jefatura Superior de Palencia se tiró por la ventana de un cuarto y al día siguiente acababa con su vida en Rivas Madrid un miembro de la Brigada de Información.

Los datos oficiales recabados por el Ministerio del Interior abarcan desde 2014 hasta 2018, ambos años incluidos, y constatan que en esas fechas 107 miembros de la seguridad del Estado (50 policías y 57 guardias civiles) se quitaron la vida. Pero Interior, por motivos competenciales, sólo contabiliza estos dos cuerpos. La plataforma Zero Suicidio Policial (ZSP) sí incluye a las policías autonómicas y a los agentes locales y, a diferencia de Interior, registra a aquellos funcionarios que tomaron su decisión fatal en un periodo de jubilación anticipada. Según sus estadísticas, entre 2016 y 2018, en sólo tres años, se han suicidado 103 funcionarios policiales (45 guardias civiles, 33 policías nacionales, 19 locales y 6 autonómicos). A los que hay que añadir los 23 agentes que se han quitado la vida este año. En total son 126, por el momento. En la mayor parte de las ocasiones -un 71%- los funcionarios han empleado su arma reglamentaria. Los menos, se ahorcan o utilizan otros métodos.

Desde 2014 hasta 2018, ambos incluidos, 50 policías y 57 guardias civiles se quitaron la vida

MINISTERIO DEL INTERIOR
Las discrepancias llegan abiertamente cuando se intentan establecer conclusiones en términos comparativos para intentar calibrar la dimensión de un problema que ya es grave de por sí. ¿Ocurre lo mismo en los países vecinos? ¿Estas cifras son homologables a las del resto de la población española? Los datos que arrojan algunos de los países vecinos únicamente sirven para afirmar que el asunto está muy lejos de abordarse y de resolverse con solvencia. En Italia, entre 2016 y 2018, murieron 67 agentes, la mitad que en nuestro país. En Francia, más del doble que en España, 223.

Respecto a la tasa de suicidios en comparación con el resto de la población, algunos sindicatos policiales y algunas plataformas implicadas en la denuncia del problema y en la emergencia de dar una solución, aun asumiendo que hay muchos datos que se les escapan porque no tienen acceso a todas las variables y excepciones estadísticas, llegan a dar porcentajes que, o bien sobresalen de forma destacada o incluso duplican las cifras de los funcionarios policiales sobre las de la población civil. Sin embargo, el Ministerio del Interior sostiene que es justamente al contrario y que hay dos elementos, los números relativos a los menores de edad y a las mujeres, que «hacen que no sean grupos comparables».

En cualquier caso, y en esto coinciden todas las partes, sean cuales sean los números, el problema es de entidad por dos motivos al menos: que el suicidio es la principal causa de agentes en activo y que estamos hablando de personas que portan armas, se les confiere autoridad y custodian la seguridad del resto de los ciudadanos.

José Antonio López, psicólogo del Sindicato Unificado de Policía (SUP) afirma que las causas de las muertes autoinfligidas son las mismas que las del resto de la población, causas familiares personales o laborales. Pero hay que añadirles lo que denomina «factores asociados» y es ahí donde pueden encontrarse los detonantes. «Estamos sometidos a la movilidad geográfica, a turnos nocturnos insalubres y trabajamos a veces contra lo peor de la sociedad. Esos son factores que pueden empeorar la situación. A partir de ahí nos encontramos con un punto desfavorable y otro favorable: por una parte, tenemos un arma al alcance de nuestra mano; por otra, somos personas seleccionadas», comenta. Aunque, como se verá más adelante, tanto los criterios de selección relativos al equilibrio psicológico de quienes optan a un puesto en las Fuerzas de Seguridad como el seguimiento en este aspecto son manifiestamente mejorables.

A. era guardia civil. Como se encarga de remarcar a su pesar, «era». Era responsable del equipo mujer-menor en un cuartel del norte, en Galicia. Estaba previsto que en la oficina el equipo estuviera formado por seis agentes pero la realidad era que estaba ella sola. Recogía las denuncias, hablaba con las víctimas, tomaba declaración a los testigos, detenía al agresor (sola), buscaba la casa de acogida, llevaba el caso al juzgado. A veces se enfrentaba a tres casos por semana. Daba charlas en los colegios y era requerida para pronunciar conferencias. Durante años. Rechazó medallas porque su mayor recompensa era que las mujeres y los niños a los que había salvado la saludasen por la calle o que los jueces la respetasen por su trabajo.

Un superior fue trasladado y su sargento la saboteó, ordenó que la hiciesen el vacío los compañeros -y estos lo hicieron-; cuestionó su trabajo, la denigró y la llamó «zorra que se acuesta con todos» públicamente ante sus superiores. Era la única que trabajaba todos los días durante meses y, cuando se iba a su casa, a 40 kilómetros, según cuenta, su superior la hacía volver cuando estaba llegando a su domicilio para tenerla sentada en una silla. Estando de baja le pusieron tres correctivos y los ganó todos. Desde entonces sufre fibromialgia de grado 4, ha padecido cáncer y depende de la medicación. Se tomó un frasco de pastillas y las vomitó.

«Demostrando todo y con un peritaje psiquiátrico, he perdido la denuncia que puse. Con un marido maravilloso e hijas pequeñas, pensé que era el modo de estar tranquila y de que dejasen de sufrir por mí. Pensaba que la culpa era mía». La sentencia salió hace un par de meses «y él va alardeando por ahí. '¿Qué se creía ésta?', va diciendo seguro de estar protegido».

C. hizo un mal movimiento en un entrenamiento que le costó tres operaciones en la columna. Ertzaina desde 1994, aguantó años durísimos contra ETA que le valieron todo tipo de honores. Fue uno de los policías que acompañó a la familia de Miguel Ángel Blanco en aquellos días terribles en los que éste fue asesinado y uno de los hombres que contaba con la confianza de los dirigentes nacionalistas en las negociaciones con ETA en la pasada década.

Su sueño de retirarse de uniforme se truncó entre los dolores de dos años con morfina y las secuelas. En principio, jamás iba a volver a caminar. «Soy de la generación que sufrió aquella sinrazón, soy de los que miraba debajo del coche 365 días al año para que mis padres pudiesen abrazarme un día más, de los que tenía que trabajar con uniformes ignífugos; vi cómo los que ahora se llaman hombres de paz mataban a muchos compañeros, leales luchadores por la democracia... Pero, después de todo, me encontré sin los apoyos necesarios para afrontar la dura recuperación, sin apoyo institucional, olvidado por los que antes me bailaban el agua, encamado en la UCI; y le pedí a mi madre que me ayudara a dejar de existir», recuerda. Fue ella la que le disuadió.

F., policía local, escuchó un ruido a las tres de la madrugada en su propia casa. «Ellos mordieron, yo mordí. Ellos golpearon, yo también. Eran cinco atacantes que emplearon métodos militares, del clan de los porros. Yo disparé y herí a cuatro de los cinco asaltantes. Por mi caso pasaron siete abogados y ninguno supo defender mi causa. Pidieron 20 años y esa fue la gota que colmó el vaso. Después de luchar por tu vida, de sentir el desamparo, tengo estrés postraumático, algo que en España ni se previene, ni se le da valor. En otros países los policías son héroes; aquí nos desprecian, incluidos los jueces y los fiscales. Yo acabé tan desnortado que estoy aquí porque me falló el arma cuando me apunté con ella y mi mujer me la quitó de la mano», asegura.

A R., el policía municipal con el que arrancaba este reportaje, se le agolparon los problemas. Todo empezó con un arresto que parecía sencillo: el de un ciudadano argelino que se empeñaba en aparcar en zona prohibida. No sólo no quiso identificarse sino que le agredía y le insultaba cada vez que le pedía la documentación de forma conscientemente contenida, «exquisita», cuenta R.

«Aquel hombre empezó a pedir socorro y la Policía Nacional se presentó porque la gente había hecho correr la voz de que yo estaba pegando a un señor. Estamos mal vistos. No entiendo por qué aceptaron la declaración de una mujer que admitió no haber visto nada y que tenía vínculos con el acusado. No entiendo por qué rechazaron la declaración del señor que sí lo vio sólo porque no recordaba las palabras exactas de aquella situación. Sentía impotencia. Entré en una depresión y me encontré la incomprensión de los compañeros y los jefes. Tuve que utilizar la seguridad social de mi mujer, lo perdí todo, eché currículos, surgieron los problemas familiares, sufrí una mala operación en el hospital...».

La constatación de que el sistema para el que trabajan y en el que creen les ha fallado hasta destrozarles y volverse contra ellos -esa dolorosa decepción-, la falta de reconocimiento, su concepto vocacional del trabajo, sumado a los sacrificios que exige su profesión y a las situaciones de tensión extrema que han atravesado algunos de ellos y que pueden no darse jamás en el común de los mortales, son algunos de los factores asociados que los entrevistados citan de forma recurrente.

De las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Guardia Civil es la institución que tiene desarrollados unos medios de prevención y lucha contra el suicidio más elaborados. Dispone de un protocolo que fue aprobado en 2002 y que trata de controlar la aparición de los factores de riesgo y realizar, cuando se produce una muerte autoinfligida, lo que se denomina una autopsia psicológica. Saber por qué se ha producido para poder prevenir. Asignados a este protocolo hay decenas de psicólogos y un teléfono de guardia a disposición de los agentes. La Policía no tiene protocolo. Su elaboración se interrumpió en octubre de 2018 e interrumpido sigue. Sin embargo, aun con medios disponibles, sindicatos y plataformas contra, siguen considerando que el planteamiento es insuficiente.

Alberto Martín, presidente de la Asociación Andaluza Preventiva del Suicidio Policial (AAPSP), denuncia carencias generales y particulares. «En España no hay siquiera un plan nacional para la prevención del suicidio cuando se producen de media 10 al día», señala. «¿Por qué hay campañas contra la gripe, contra la violencia de género o para prevenir los accidentes de tráfico y no las hay de prevención de suicidio cuando estamos hablando de salud mental? Imaginemos que algún tipo de enfermedad o de fenómeno provocase más del doble de muertes que los accidentes de tráfico y supongamos que el Gobierno no hiciese nada. Esa es nuestra lucha». Martín sostiene que los protocolos existentes «no han sido estandarizados y consensuados por profesionales policiales y de salud mental cuando el suicidio es la principal causa de muerte de los agentes en activo».

José Luis Otero, secretario de la Asociación Profesional Independiente de la Guardia Civil, apunta a otro de los problemas: «Yo llevo 20 años aquí y no me han hecho ninguna revisión psicológica , tras la de acceso. No las hacen, excepto si realizamos cursos de ascenso y de especialización y habría que hacerlas cada dos años como muy tarde».

Otero considera que los gabinetes psicológicos de las Fuerzas de Seguridad deberían ser externos porque los agentes desconfían de su independencia y se sienten cohibidos frente un oficial. Propone también instaurar la figura del armero de unidad para que el acceso a las pistolas esté más controlado.

«Hay que evaluar permanentemente -con unidades básicas sanitarias- a la plantilla para saber si sus miembros están en situación de riesgo y comprobar si están en condiciones de llevar un arma», insiste Carlos Prieto Conesa, del departamento de riesgos laborales del SUP y plantea el más difícil todavía porque la resistencia que plantean los ciudadanos en general a reconocerse en una enfermedad mental, se incrementa en el caso de las personas uniformadas. «Hay que evitar que sea un estigma coger una baja psicológica. Los policías no somos superhéroes, todos podemos estar bajos una época -por una separación o al sufrir sensación de desarraigo, por ejemplo- y esto no tiene por qué significar una merma profesional», señala.

Casimiro Villegas, de Zero Suicidio Policial, pone el énfasis en la parte que diferencia este trabajo del resto, en el peligro, en el riesgo. «Un compañero de Vallecas del turno fijo de noche puede practicar al mes 40 o 50 detenciones. Al final es como si viniera de la guerra. Tiene que poder vaciar la mochila, y, en este país, sólo los miembros de los GEO y la UEI tienen formación es ese sentido. En España no se enseña la autoprotección emocional y, para más inri, los psicólogos y psiquiatras no tienen especialidades en profesiones de riesgo. Eso no lo estudian, no hay másteres».

Elías Cantó, un experto al frente del gabinete de la Policía Local de Benidorm, alerta sobre la relajación y la necesidad de un mayor control en los exámenes psicológicos para el acceso a las funciones policiales. Agente en el pasado, vivió momentos tan brutales que se dio cuenta de que nadie podía quedar indemne al sufrir esas experiencias. Desde hace 10 años, cuando sus compañeros vuelven del trabajo analiza cada uno de sus servicios para ver si a alguno se le ha podido torcer el ánimo. Tiene la esperanza de que otras ciudades se comprometan.

Batallas en un mundo incierto de abismos.


https://www.elmundo.es/cronica/2019/09/ ... b4685.html



un@ entre más escribió: al día siguiente acababa con su vida en Rivas Madrid un miembro de la Brigada de Información.


Por lo visto, lo hizo en presencia de una patrulla de GC. DEP

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Vie, 13 Sep 2019, 00:38
por Bávaro
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un@ entre más escribió:
un@ entre más escribió: al día siguiente acababa con su vida en Rivas Madrid un miembro de la Brigada de Información.


Por lo visto, lo hizo en presencia de una patrulla de GC. DEP


En ese caso influyó mucho, por no decir todo, que tenía que ingresar en prisión, y la condena era de unos cuantos años.

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Vie, 13 Sep 2019, 15:20
por astartes
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militariapiel.es
Ayer se suicido otro compañero de CNP, que estuvo hasta hace nada en la comisaría de distrito de chamartín y habia ido a interpol... :lazonegro:

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Vie, 13 Sep 2019, 15:28
por un@ entre más
Curso Online ascenso a Oficial

joyfepolferes.es
astartes escribió:Ayer se suicido otro compañero de CNP, que estuvo hasta hace nada en la comisaría de distrito de chamartín y habia ido a interpol... :lazonegro:


DEP :lazonegro:

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Dom, 24 Nov 2019, 00:02
por Bávaro
Gc Edicion 175 Aniversario

gafaspolicia.com
Bávaro escribió:Un guardia civil se suicida en Ceuta tras disparar a su mujer, que resultó herida

El hombre, un agente de la Guardia Civil destinado en la unidad del puerto, ha hecho uso de su arma reglamentaria y ha disparado contra su mujer en el interior de la vivienda

12/06/2019 21:28 - ACTUALIZADO: 13/06/2019 00:11

Un agente de la Guardia Civil se ha suicidado disparándose en la vivienda que compartía con su mujer, a la cual tiroteó repetidamente y que ha resultado herida, aunque su vida no corre peligro.

Según han informado a EFE fuentes de la Delegación del Gobierno en Ceuta, el suceso se ha producido sobre las 17:30 en la barriada de Los Rosales, al parecer tras una discusión entre el matrimonio.

El hombre, un agente de la Guardia Civil destinado en la unidad del puerto, ha hecho uso de su arma reglamentaria y ha disparado contra su mujer en el interior de la vivienda.

Los disparos se han producido cuando en la casa se encontraban los dos hijos del matrimonio, uno de unos seis meses y el otro de cuatro años.

El fallecido, que en un primer momento se atrincheró dentro de la vivienda, optó por quitarse la vida ante la llegada de los efectivos de la Policía Nacional, los cuales habían acudido al lugar alertados por los vecinos.


El fallecido, que en un primer momento se atrincheró dentro de la vivienda, optó por quitarse la vida ante la llegada de los efectivos de la policía


La mujer ha sido trasladada al hospital, donde se encuentra herida pero fuera peligro.

Fuentes de la Delegación del Gobierno han informado a EFE de que el asunto está siendo tratado como un caso de violencia machista y han especificado que no había denuncias previas de la mujer.

https://www.elconfidencial.com/espana/2 ... a_2069593/


El guardia civil que se suicidó en Los Rosales no quiso disparar a su mujer

El Juzgado número 4 archiva el caso: no hubo violencia de género l Las investigaciones del CNP concluyen que la misma bala con la que se disparó alcanzó las piernas de la fémina: fue accidental

por Carmen Echarri 23/11/2019

La titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Ceuta (que instruye los casos por delitos de Violencia de Género) ha dictado auto de archivo en la causa abierta después de que un agente de la Guardia Civil se quitara la vida en el interior de la vivienda en la que residía, en la barriada de Los Rosales. En el auto dictado esta misma semana, y cuyo contenido ha sido conocido por El Faro de Ceuta después de haberse levantado el secreto de sumario que ha protegido durante este tiempo las investigaciones, se deja claro que no se está ante un caso de violencia de género, ya que el agente no disparó directamente a su esposa con ánimo de atentar contra ella, produciéndose únicamente un disparo que fue el que él mismo dirigió contra su sien para quitarse la vida y el que, de rebote y no premeditadamente, alcanzó las piernas de la fémina.

El auto de archivo, contra el que cabe recurso, es contundente negando la existencia de un caso de violencia de género como se valoró en un principio por parte de la Jefatura Superior de Policía y la Delegación del Gobierno. Es decir, el agente B.A.L. no causó los daños intencionadamente contra quien era su esposa ni, mucho menos, como se ha llegado incluso a publicar en algunos medios de comunicación, ella se autolesionó.

Desde que se produjeron los hechos, el 12 de junio de este año, hasta este momento en el que se ha dictado el archivo, se han llevado a cabo muchas investigaciones para aclarar qué es lo que sucedió aquella tarde en la vivienda situada en el número 23 de la barriada de Los Rosales. Investigaciones protegidas por el secreto de sumario y alejadas de la presión social que llegó a un extremo de publicitar informaciones falsas como si fueran reales en redes sociales u organizar concentraciones sin saber realmente ante que se encontraba.

Todos los datos obtenidos por los investigadores en la vivienda en donde se produjo el suceso, en donde se recogió un único casquillo al producirse solo un disparo, han servido de base para el informe elaborado por la Brigada de la Policía Científica en los laboratorios centrales. Un informe con el que se ha recreado cómo se produjeron los hechos, tomando como base todos los datos, las fotografías realizadas y los informes forenses llevados a cabo en base a las heridas de la mujer y la que causó la muerte del agente de la Benemérita.

Pues bien en dicha reconstrucción de los hechos, se pone de manifiesto que el integrante del Instituto Armado se disparó en la cabeza, colocando su arma reglamentaria en la sien, sentándose en el suelo de la habitación. La mujer, asustada, había salido gritando y se quedó en el pasillo, de pie, con la puerta abierta de esa sala ya que su hijo pequeño, un bebé, estaba rezagado al lado del agente entre sus brazos.

La reconstrucción ha permitido aclarar cómo se produjeron los hechos
Ese disparo, según las investigaciones de los expertos de la Policía Nacional, fue el único, con una trayectoria clara: la bala fue directa de su cabeza hacia la puerta sin hallar obstáculo alguno ya que estaba abierta. Allí, en el pasillo y de pie, se encontraba la mujer. Sus dos piernas fueron atravesadas por esa bala (ella estaba de pie y al agente sentado de ahí la dirección seguida que cuadra con ambas alturas de los cuerpos). La línea seguida por el disparo termina en una pared, en donde la Policía encontró el único impacto.

En base a las investigaciones realizadas se ha dictado este auto de archivo, en el que se concluye que no se pudo producir un caso de violencia de género por cuanto la intención del agente no fue la de atentar contra su mujer. El caso se presenta como un cuadro de suicidio en el que la trayectoria de la bala terminó con estas consecuencias fatales y accidentales sin ser el fin pretendido o buscado de manera intencionada.

Las heridas que presentó la mujer fueron sanadas en el Hospital Universitario a donde fue trasladada en ambulancia. Mientras, todos los titulares de aquel suceso reflejaban la versión oficial en la que se imputaba al componente de la Guardia Civil un caso de violencia de género que no ha existido. Las investigaciones policiales, llevadas a cabo al detalle y sustentadas en pruebas objetivas, sirven para aclarar ahora esa versión.

Cronología
Los hechos: junio de 2019

Se producen los hechos, las informaciones son muy confusas hasta que se consigue averiguar lo ocurrido en el interior de esta vivienda. Un agente de la Guardia Civil se dispara y muere, su mujer resulta herida en las piernas. La propia Policía y la Delegación del Gobierno valoran inicialmente el caso como un asunto de violencia de género. Han tenido que ser necesarias las investigaciones para desterrar esta idea.

Qué pasó: un único disparo

La misma bala con la que se dispara el agente de la Benemérita alcanza a la mujer en las piernas, no porque atentara contra ella sino porque fue la propia trayectoria seguida de una bala que terminó alcanzando la pared. Una recreación policial realizada por los investigadores ha permitido una reconstrucción adecuada de cómo fue todo, en base a los datos recogidos, las pruebas forenses y la investigación sobre el escenario.

Reacción social: en redes y medios

Sin que la Policía hubiera empezado siquiera a trabajar, ya en redes sociales y en algunos medios de comunicación se han dado por ciertas lo que solo eran conjeturas.


https://elfarodeceuta.es/fin-secreto-su ... -suicidio/

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Dom, 24 Nov 2019, 08:10
por brabo

foropolicia.es
Pero no decía en la noticia que había tiroteado repetidamente a su mujer???

>:(

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Dom, 24 Nov 2019, 11:33
por garibaldiano
Cartera Guardia Civil

Fabricada en piel de vacuno
enpieldeubrique.com
Y qué c*** se pretende con esto....juzgar a un muerto?. Mi no entender...

Re: Lacra de suicidios en GC y CNP

NotaPublicado: Dom, 24 Nov 2019, 13:04
por Muniouro
“Se te hace el mundo pequeño y crees que los problemas del ámbito laboral son lo más importante. Yo tengo mujer e hijos, si no, no sé qué hubiera hecho”. Habla Antonio, un guardia civil con más de 11 años en el Cuerpo que podría ser uno más en la lista de 80 suicidios registrados entre 2012 y 2018. Una muerte cada 26 días. Más de 500 en los últimos 35 años. Nombres de agentes que se desconocen y tentativas que ni se contemplan en las estadísticas. Los profesionales de la rama de suicidología prometen soluciones tras la implementación de planes de prevención, comunicación y seguimiento psicológico. Este agente apunta al que dice ser el principal problema: “Mi psicólogo dentro del Cuerpo era un capitán, ¿cómo podía contarle el aislamiento y presión que sentía, si luego iba a comer con el otro mando con quién tenía problemas?”

En España, el suicidio es una asignatura pendiente desde 1980, cuando se decidió publicar por primera vez las estadísticas. En 2017, nuestro país contabilizó 3.679 muertes por esta causa, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el mundo cada 40 segundos se produce un suicidio, un total de 800.000 anuales, y muchos más intentos, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Todavía no existe ningún plan nacional para restañar esta grieta de la salud pública. Una fisura que también se extiende por las filas de la Institución Armada de la Guardia Civil y de los demás colectivos que componen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y que, como los datos confirman, no cuentan con el desarrollo de unos protocolos efectivos.

Aunque en los últimos 35 años la tendencia es descendente tanto en la población general como en los cuerpos policiales, la tasa de muertes voluntarias en la Guardia Civil (16,49 por cada 100.000 habitantes) sigue siendo superior a la de la Policía Nacional (11,78) y significativamente mayor que la de la población general (12,82). Son datos recogidos en el libro ¿Todo por la patria?, la única investigación sobre el tema elaborada por el psicólogo Daniel López Vega con datos proporcionados por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y por el estudio estadístico que realizó con una muestra de 1.084 guardias entre 2012 y 2016.

Evolución de la tasa de suicidios. Elaboración propia.

Evolución de la tasa de suicidios. Elaboración propia.

Para abordar este fenómeno en la Guardia Civil el primer obstáculo es la falta de transparencia en los datos. “Se ha intentado tirar por tierra el trabajo que hemos realizado”, recrimina Juan Fernández, secretario nacional de comunicación de AUGC: “Aún habiendo preguntas parlamentarias sobre la mesa, desde la Dirección se han falseado las estadísticas. Pero al final la realidad dice todo lo contrario”.

En 2017 la tasa de suicidio en la población general fue de 7,9, según fuentes del INE. En la Guardia Civil ascendió a 19,75. La Dirección General del Cuerpo no hace públicos sus datos. El servicio psicológico del grupo, por primera vez este año, ha mostrado diapositivas con estadísticas en algunas charlas de prevención dirigidas a los guardias. Son asociaciones de trabajadores como AUGC o Zero Suicidio Policial, quienes intentan mantener el tema en la agenda a través de preguntas parlamentarias. “Es casi imposible tener una opinión formada al respecto”, admite López Vega.

El suicidio no puede entenderse sino como un fenómeno complejo, con múltiples causas, pero que puede prevenirse, según los expertos en salud mental. Estos insisten en la necesidad de poner en marcha canales de comunicación para prevenir, detectar factores de riesgo e intervenir en caso necesario. “La Guardia Civil, por su idiosincrasia, por su forma de ser y trabajar, no establece vasos comunicantes con organismos externos, y esto aísla al guardia como persona y trabajador”, argumenta el portavoz nacional de AUGC.

Evolución de la tasa de suicidios dentro de la Guardia Civil. Elaboración propia.

Evolución de la tasa de suicidios dentro de la Guardia Civil. Elaboración propia.

La directiva de la Institución Armada alegó, en una nota de prensa emitida en 2015, que el 90% de los suicidios en su escuadrón se debe a motivos personales y externos. En ella no se aclara el método aplicado para explicar semejante hallazgo: “Fueron causas claramente desvinculadas de su actividad laboral y relacionadas con el ámbito personal, sentimental y familiar”. Mientras, los colectivos de guardias reclaman que sea reconocido un riesgo laboral. Como señala López Vega, ambas dimensiones, la personal y la laboral, pueden estar imbricadas: “Las causas individuales y ambientales son indivisibles. Ambas influyen y son responsables de que haya una alta mortalidad. Si tienes problemas laborales, pueden producir problemas matrimoniales, económicos... Las condiciones laborales de la Guardia Civil son muy malas, a pesar de que han ido mejorando”.

¿Un trabajo como otro cualquiera?

Desde los primeros estudios realizados a partir de la I Guerra Mundial, se ha asociado la conducta suicida en personas con tareas militares y policiales a experiencias traumáticas derivadas de enfrentamientos, situaciones hostiles, trato con delincuentes… y, por supuesto, al fácil acceso al arma de fuego reglamentaria. En la actualidad, esta última es uno de los factores de riesgo que completan el arco de otros componentes psicosociales, económicos, laborales y políticos. “No es de recibo que se nos eche la culpa del suicidio por tener al alcance nuestras armas”, discrepa Francisco Zaragoza, presidente de la Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Víctimas del Terrorismo (ACFSEVT): “Entonces sería una circunstancia eximente que los políticos le metan mano a la caja del dinero público porque las tienen al lado”. Otro agente que reconoce haber sufrido ideación suicida relata su experiencia: “Cuando te quitan el sueño o te lo cambian varias veces al día durante meses, cuando tienes que sacar adelante un trabajo en el que si actúas mal, literalmente puede morir gente; y cuando te amenazan con sancionarte si te opones a pasar por el aro puede que pienses en ello como la única salida”.

Ser guardia civil es un oficio que ha pasado de generación en generación. Es el caso de Tomás F., un agente retirado que formó parte del Grupo especial de Seguridad (GES) y que cogió el relevo de su progenitor para “intentar reforzar a la Guardia Civil de los pueblos en su misión de combatir a ETA”. Con una mirada llena de cariño a la institución en la que se crió, hace balance de la dualidad de su naturaleza, policial y militar: “En aquellos años, no había horas. Estabas por y para el trabajo”.

Un cuerpo militar cuya ocupación reside en garantizar la seguridad y defensa ciudadana y que, en la práctica, se ha convertido en una institución con un sinfín de tareas agolpadas en horarios eternos y turnos descontrolados. Hoy, la AUGC y agentes de escala rasa exigen una revisión de tareas y derechos: la desmilitarización del Cuerpo, el rechazo a su dependencia del Ministerio de Defensa, una reestructuración del área de recursos humanos o abrir las puertas al derecho de sindicación, “que no es óbice de una naturaleza militar y dotaría de transparencia y democracia al Cuerpo”, manifiesta el portavoz de AUGC, Juan Fernández. Una ristra de derechos y garantías que, según esta asociación, convertirían al guardia en “un ciudadano de primera, un trabajador perteneciente a una sociedad democrática respaldada por un Estado de Bienestar”.

El carácter militar de la institución deviene en una desigualdad manifiesta entre los de abajo (la llamada escala básica) y los de arriba, los cargos superiores. Relaciones laborales marcadas por una “completa asertividad”, reconoce el portavoz de la AUGC, estructuradas en una escala jerárquica de reparto de poder desigual, con consecuencias mayores para los de abajo y beneficios vitalicios para los de arriba. “No podemos abrir el pico. Carecemos de capacidad para defender nuestros derechos y, sin embargo, trabajamos día a día sin preguntarnos más allá”, dice Tomás F.

Con el paso de los años, no obstante, se han conseguido avances y reconocimientos. Los sindicatos y asociaciones profesionales de las fuerzas de seguridad estatales han logrado sentarse por primera vez este año en la mesa con el ministro del Interior para ejercer el derecho de negociación colectiva. “A pesar de que la cúpula lo tilda de ‘reunión’ –matiza Juan Fernández– la parte alta del organigrama nos ve como una amenaza por romper su statu quo”, advierte el portavoz nacional de AUGC. Los agentes hablan, quieren que el tiempo y los actores cambien. “La Guardia Civil es una organización que vive del historicismo, de lo que se inculcó en el siglo XIX y que se niega al cambio”, se queja Fernández.

Una cabo sostiene que es el “sistema corporativista y la excesiva presunción de inocencia para los jefes” lo que limita el rango de actuación y defensa de la escala básica, cuyos integrantes abogan por dejar atrás el camino de la militarización en una institución que realmente desempeña, en su mayoría, laborales policiales, exceptuando aquellas realizadas en caso de guerra, estado de sitio o en misiones en el extranjero. El carácter hermético de la Benemérita, unido, como subraya la cabo, “a la falta de cultura democrática y su inmunidad jerárquica”, crean en el agente una postura de indefensión aprehendida (la persona que sufre adopta una actitud pasiva).

Una entrada poco bienvenida

En nuestro país, el número de suicidios consumados es mayor en hombres (tres hombres por cada mujer), pero la intencionalidad es mayor en ellas. En cuanto a la variable sexo en la conducta suicida, los varones suelen utilizar medios más letales. Los últimos datos recogen 24 muertes en hombres y dos en mujeres dentro de la Benemérita entre 2016 y 2017. Las agentes no sólo se exponen a todas las características inherentes de la naturaleza de su oficio profesional, sino también a la discriminación por razones de género. “En 1988 las mujeres entraron por la puerta de atrás”, apunta Fernández: “Hasta hace apenas una década, cada mujer que accedía al Cuerpo era objeto de un informe que ella misma desconocía y en el que se daba cuenta de si en ella quedaban todavía rasgos de feminidad”. Alicia Sánchez, secretaria nacional del departamento de Igualdad y Mujer de AUGC, cuenta cómo en la Academia le obligaban a comunicar su período menstrual a la pregunta de “¿indispuesta?”. Al no haber respuesta—durante 3 meses fue su caso— “me llamaron al despacho del capitán para saber si estaba embarazada”. En la actualidad esta práctica no sigue vigente.

El año pasado se celebraba el 30º aniversario de la llegada de las mujeres a la Guardia Civil. Una entrada que marcó un hito en una Institución totalmente masculinizada durante 144 años de su historia. En la actualidad, casi un 7% de los funcionarios de la Benemérita son mujeres, una tasa que se ha mantenido estable durante estas tres décadas. Ellas se enfrentan a una presión desmesurada para poder conciliar su vida privada con la laboral, sobre todo en el momento de ser madres. Ejercer el derecho a la reducción de jornada por maternidad supone en muchas ocasiones “ser apartada, señalada y criticada, tanto por el superior como por tus compañeros”, explica Sánchez.

Los últimos datos, obtenidos del estudio del psicólogo López Vega en 2016, indican que un 12,61% de funcionarias se encontraba ese año de baja psicológica, frente al 6,57% de los hombres. “Mi vida personal cambió, perdí peso y anímicamente no aguantaba ni tener la pistola”, cuenta una agente de 37 años que, durante sus 19 años en el Cuerpo, ha estado de baja en dos ocasiones “por el estrés generado por una riña con un compañero y la presión laboral sufrida. Me han tratado como si estuviese loca y todo fuese un cuento”. Una de sus compañeras se atreve a recoger el testigo: “Soy madre soltera y no tengo ninguna facilidad, sólo encuentro pegas para compaginar mi trabajo con el cuidado de mi hija. Tengo disputas a diario con un sargento, pero la peor situación la viví cuando me revocaron el destino de información por ser ‘una mala influencia para mis compañeros’, su excusa para darme de baja por el embarazo”.

Las infraestructuras de muchas unidades tampoco están dotadas del material necesario para la integración de la mujer: “Carecemos de vestuario y baño para nosotras. Si hay uno, es exclusivo para uso de los varones”, declara Sánchez. Hasta el año pasado no tenían acceso a chalecos antitrauma y antibala entre el material obligatorio. Ninguno de ambos se adaptaba a su fisionomía, lo que derivaba en un entorpecimiento de la movilidad y agilidad para desenfundar el arma. Algunas incluso han tenido que sentarse en el banquillo de la Sala quinta de lo Militar del Tribunal Supremo acusadas de insubordinación a su superior por negarse a utilizar el chaleco. Es el caso de la guardia Pilar Villacorta, suspendida con un mes de empleo y sueldo. Alicia Sánchez, que ahora ocupa el cargo de Villacorta en la cúpula nacional de AUGC, decidió costearse su propio chaleco antibalas (500 euros), lo que le costó la consideración de delito de insubordinación por parte de su superior y que el juez del caso desestimó por hallar en él “discriminación”.

En su estudio de 2016, el psicólogo López Vega interpreta que ser mujer es un factor de riesgo que puede afectar, entre otros, a la conducta suicida de la persona. En un entorno en el que impera el carácter masculinizado, la mujer se ve obligada a realizar un sobreesfuerzo para integrarse con sus compañeros y lograr el reconocimiento de estos y de sus jefes.

Falta de gestión emocional

Todos, ellas y ellos, encuentran problemas para exteriorizar sentimientos y emociones que puedan poner en cuestión su valía y valentía, más aún para tratar un tema como el suicidio, que es tabú en la sociedad y en los cuerpos policiales. Eva Pardo Pato perdió a su marido en 1994 cuando éste decidió quitarse la vida en su vivienda. Era un policía nacional que hubo de enfrentarse a ETA en los años más duros del terrorismo en el País Vasco.

“Es una pena que una persona fallezca, pero lo es todavía más cuando se trata de un suicido porque la gente se aparta de ti”, cuenta abiertamente esta viuda que ha tardado más de 20 años en superar la pérdida de su marido: “Las secuelas se quedan para siempre, hay cosas que no se pueden olvidar nunca, y que seguirán rondando porque en aquel momento no se tomaron ningún tipo de medidas ni de ayuda”. Tanto en la Policía Nacional como en la Guardia Civil el único control psicológico son los exámenes evaluativos de entrada a la Academia y de algún curso o especialidad.

Pardo supo ver que su marido cambió de actitud y que algo extraño pasaba. Él lo achacaba a un simple dolor de estómago, motivo que justificaba su baja, por enfermedad común y no psicológica, a petición expresa de este policía: “Haberse dado de baja por depresión o estrés significaba admitir que tenía un problema psicológico, y eso no estaría bien visto por sus mandos. Lo que ocurre es que cuando un jefe se entera de la enfermedad o sufrimiento de uno de los suyos, piensa que es una persona débil y, por lo tanto, ya son inservibles. Y como no me sirve ya, pues le machaco, metiéndole más servicios o dándole los peores trabajos”, explica Pardo.

Ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional ofrece cursos o formación específica sobre gestión emocional. Los agentes, sobrepasados por situaciones de estrés y presión tanto personal como laboral, no tienen otro recurso que pedir la baja. Únicamente el servicio interno de la organización es conocedor del número exacto.

Comparativa de suicidios entre las distintas las Fuerzas de Seguridad del Estado. Elaboración propia.

Comparativa de suicidios entre las distintas las Fuerzas de Seguridad del Estado. Elaboración propia.

“Los compañeros piensan que eres un jeta por estar de baja. Salvo que conozcan de forma específica el problema por el que estás pasando, muchos no muestran su apoyo”, cuenta Eugenio Nemiña, secretario general de asuntos jurídicos de la AUGC sobre su experiencia personal. Hace tres años, tuvo problemas con su jefe, lo que le provocó “mucho estrés y la caída de pelo”. La baja va unida a la pérdida de sueldo, “y por supuesto, dificultades para futuros ascensos”, desvela el secretario de asuntos jurídicos.

Otros agentes dicen sentirse resguardados por el calor y apoyo de su grupo de compañeros: “No veo problema para hablar con ellos de cualquier tema. Mi unidad es pequeña y nos conocemos todos”, interviene uno de ellos. Pero el miedo sigue siendo patente. “Las bajas te exponen a situaciones que estigmatizan y te dejan marcado como un rebelde, débil o menos capacitado para ciertas funciones”, explica otro compañero cuya ausencia en el trabajo le ha entorpecido su ascenso laboral. En general, encuentran más confianza para hablar entre iguales que con los mandos.

La Guardia Civil cuenta con un Plan Preventivo de Asistencia Psicológica, –el segundo hasta el momento–, liderado por el gabinete de Servicio de Psicología del Cuerpo. Este se divide en tres tareas: el control de la aparición de factores de riesgo que puedan derivar en conducta suicida, la detección y evaluación del personal en situación de riesgo, y las medidas preventivas tras una tentativa de suicidio. También cuentan con servicio telefónico de ayuda, anónimo y disponible las 24 horas del día. La Policía Nacional, a pesar de su también elevada tasa de suicidios, no cuenta con ningún plan.

La “alfabetización en la salud”, según el psicólogo López Vega, juega un papel fundamental en la prevención del suicidio. Las etiquetas, lejos de ayudar, acaban aumentando la estigmatización entre compañeros: “Nadie externaliza lo mal que uno puede llegar a sentirse por temor a que te llamen loco”, opina Tomás F. El sentimiento de aislamiento acaba siendo una sensación común en la propia persona y en el guardia. “Esa persona está haciendo su última llamada para ver si alguien le ayuda o le convence de lo contrario. Sabemos que ocho de cada diez personas que se han quitado la vida han avisado previamente. No es verdad eso de ‘el que lo dice no lo hace’, al contrario, por estadística lo hace”, apunta Fernando Pérez Pacheco, psicólogo y cofundador de la asociación Zero Suicidio Policial.

Los agentes piden a gritos la externalización de la atención psicológica y un cambio del Instituto Armado hacia una imagen más humana y actual. Los psicólogos del Cuerpo son sus superiores jerárquicos, lo que crea impedimentos a la hora de establecer una comunicación abierta y de confianza, según aseguran los guardias. Es la pescadilla que se muerde la cola. Nemiña vuelve siempre al mismo ejemplo: “Si entro por la puerta del psicólogo o médico diciendo ‘a la orden mi capitán’ o ‘a la orden mi comandante’, mal empezamos. Estamos marcando las diferencias desde el primer momento y yo no me voy a abrir a hablar con esa persona”.

El papel de psicólogo en la Benemérita “no es de seguimiento terapéutico, sino de control de bajas y retirada de armas”, afirma el psicólogo López Vega. No pone en duda la validez y profesionalidad de los psicólogos internos, pero sí se muestra escéptico de que la directriz sobre la que operan pueda tener una virtud preventiva.

Una vez han superado las pruebas físicas y psicológicas de la Academia, los agentes que se incorporan al Cuerpo no se someten a más revisiones periódicas de este tipo en toda su vida laboral. “Las revisiones continuas de los recursos humanos son elementales en la detección de situaciones de riesgo y, por lo tanto, pilares de las acciones preventivas”, recuerda López Vega.

La instalación de armeros (taquillas específicas para guardar las pistolas) es considerada por los expertos una medida preventiva que facilitaría un menor acceso al arma en momentos de zozobra emocional. En la Unión de Oficiales (UO) se muestran favorables a esta medida de protección: “No portar el arma a casa puede evitar un arrebato”, admite su presidente Francisco G. Ruíz. No obstante, esto no implica la solución total del problema: “Conocemos casos en los que el guardia, estando de baja y con el arma retirada, ha vuelto al trabajo, ha forzado la taquilla y…”, corrige el portavoz nacional de AUGC. Fernández considera que la mayor recurrencia de suicidios entre la Benemérita no se explica solo por la facilidad de acceder a un arma de fuego: “¿Por qué los cazadores con armas en sus casas no tienen la misma tasa de suicidios?”.

Parte de la respuesta se encuentre quizá en el carácter militar de la Guardia Civil. El primer código penal militar que especifica los delitos cometidos por los militares dentro del ámbito castrense aparece en el año 1985. En 2007m la Ley Orgánica del régimen disciplinario de la Guardia Civil introduce un artículo que limita la aplicación del código penal militar en el contexto de la Benemérita a casos excepcionales, tales como situaciones de guerra o estado de sitio. Sin embargo, en 2015, el rodillo parlamentario del Partido Popular consiguió aprobar una nueva versión del código penal militar que vuelve a someter a los guardias civiles a la jurisdicción militar en tiempos de paz.

La mayoría de los guardias de escala rasa consideran la sujeción al código penal militar una trampa en la que el agente no tiene salidas frente a situaciones de abuso de poder por parte de sus superiores. “Hay casos de prisión militar por simples discusiones que se interpretan como delitos de desobediencia, o faltas de disciplina. Cualquier situación absurda puede dar pie a que te veas en un juzgado y que te condenen”, expone Juan Fernández.

“El carácter militar reside en la función civil (policial), pero no hace de ella una función militarizada, por lo que debe estar restringido a lo imprescindible, donde le dé al Cuerpo más eficacia”, enfatiza Lorenzo Silva, guardia civil honorario y escritor de numerosas novelas con protagonistas del Cuerpo que le han permitido durante más de 25 años conocerlo a fondo: “Tiene sentido que el código penal militar se les aplique cuando lleven a cabo funciones de policía militar como en Afganistán”.

Creada hace 175 años, la Guardia Civil sigue siendo un mundo aparte donde la administración de su cultura militar y jerárquica perjudica a los puestos más bajos de la organización y plantea limitaciones a la hora de abordar su alta tasa de suicidios. “Depende mucho de las personas, pero hay algo que no funciona del todo bien en el sistema. Se carga más contra la oficialidad, pero aparte de las relaciones con los mandos, influyen otros factores como el hecho de tener cinco guardias para 700 kilómetros cuadrados, esa decisión no es de un teniente o coronel, sino del ministro o Gobierno. La Guardia Civil está infradotada”.

Queridos y también vapuleados durante años, su condición de militares les ha atado: “Como son militares, se piensa que siempre callarán, pero esta naturaleza, a su vez, le has permitido ser especialmente eficaces en la lucha antiterrorista”.

En efecto, si bien el término “militar” puede llevar a equívocos y usos convenientes según quien lo ejerza, no cabe duda de que sigue creando una brecha en la manera de relacionarse entre ellos. Gran parte de sus problemas, desde la salud mental de sus agentes hasta los casos de acoso laboral, mejorarían si la institución se abriese a la intervención de agentes evaluadores externos no sujetos a conflictos de interés. La atención de situaciones de estrés, derivadas de conflictos con superiores y atendidas por psicólogos que son al mismo tiempo parte de la jerarquía, han demostrado hasta el momento que el guardia no encuentra la libertad para verbalizar en confianza sus preocupaciones cuando viste el uniforme.

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Nota: el área de psicología interna de la Guardia Civil y la Dirección General del Cuerpo han preferido mantenerse al margen y renuncian a manifestarse como fuentes en este reportaje.
https://ctxt.es/es/20191016/Politica/29 ... criado.htm