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Un sheriff de Estados Unidos mató a Mercedes y a Eva

NotaPublicado: Lun, 16 Abr 2018, 14:21
por Bávaro
Un sheriff de Estados Unidos mató a Mercedes y a Eva


15 ABR. 2018 03:51

La Policía de Zaragoza da por resueltos dos casos de hace 25 años: fue Malcolm Harvey


«Mr. Malcolm Abdul Harvey, de 44 años, de Stone Mountain, Georgia, falleció el 22 de agosto de 2016. El funeral se celebrará el sábado, 27 de agosto de 2016, a las 11.00 horas en la capilla Turner, en Marietta. La familia se reunirá en la iglesia a las 10.30 horas». La esquela del sheriff estadounidense Malcolm Harvey bien podría ser la escena final de uno de esos dramáticos telefilmes de sobremesa basados en hechos reales.

He aquí los mimbres de la trama: dos jóvenes son asesinadas en Zaragoza (España) en 1992 con poco más de un mes de diferencia. Ambos casos acaban en el cajón de los no resueltos. La familia de una de las chicas -Mercedes Lázaro- no se rinde y logra que 25 años después un juez reabra el asunto. El grupo de homicidios que recoge el testigo de la investigación vincula el caso de Mercedes con el de otra joven asesinada en las mismas fechas -Eva María Aznárez- y termina señalando como autor de ambas muertes a Malcolm Harvey, hijo de uno de los altos cargos de la base militar que EEUU tenía entonces en Zaragoza. El joven desapareció del acuartelamiento después del segundo homicidio, se convirtió en sheriff de la pequeña localidad estadounidense de Stone Mountain y falleció, víctima de un cáncer, a los 44 años, poco antes de que la policía zaragozana concluyera que él fue el responsable.

El teléfono del despacho de Antonio Longarón, inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Zaragoza, sonó un día de diciembre de 2015. Llamaba el titular del juzgado de instrucción número 7, Rafael Lasala. Preguntaba qué posibilidades veía él de recuperar, a instancias de la familia, un crimen sin resolver. Se trataba de la muerte de Mercedes Lázaro, 25 años, empleada de la Consejería de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón, asesinada la noche del 4 al 5 de marzo de 1992, cuando regresaba a su casa en Zaragoza capital. El cadáver fue hallado en el garaje.

El Grupo de Homicidios aceptó el desafío. «Nos olvidamos de todo lo que se había hecho en la época, reseteamos y comenzamos de cero para no contaminarnos», explica el inspector Marco Antonio Navarro, quien ha estado al cargo de la investigación, en la que también ha participado el inspector Vicente Erruz. Se buscaron primero crímenes similares sin resolver en las mismas fechas y se dio con uno que parecía calcado: Eva María Aznárez, de 21 años, estudiante de Magisterio, había sido asesinada el 16 de abril del mismo año, también asaltada cuando volvía a casa.

Fetichismo del asesino

Se identificaron, explica el inspector Navarro, una serie de puntos comunes que conducían a una misma firma de autor. Las dos jóvenes eran muy parecidas: rubias, delgadas, estatura media, veintipocos años. Ambos sucesos se produjeron en noches previas a un festivo: la Cincomarzada -fiesta local en Zaragoza- y el Jueves Santo. Ninguna sufrió agresión sexual, algo poco común en este tipo de crímenes. Coincidía también un detalle fetichista: el asesino se había llevado los zapatos de Mercedes y le había quitado a Eva María los suyos con la intención de recogerlos también, pero tuvo que dejarlos junto al cadáver porque lo interrumpió un vigilante de seguridad y huyó a la carrera. Los dos cuerpos fueron desplazados unos metros, una tarea sin mucho sentido, puesto que no tenía como objetivo la ocultación de los cadáveres. Y la maniobra con que se les quitó la vida -una técnica de estrangulación muy particular que les fracturó el cuello- parecía idéntica.

Entraron entonces en acción un equipo de forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón, quienes recuperaron las imágenes antiguas de la autopsias y lograron superponerlas para concluir que las marcas de los dedos en los cuellos y mandíbulas de Mercedes y Eva María coincidían a la perfección. Sólo podían haber sido obra de las mismas manos. Además, probablemente para reducir y anular la capacidad de reacción de las chicas, previamente habían sido golpeadas en la cabeza.

«Cuando relacionamos los dos casos y definimos la forma de matar nos pusimos a buscar quién podía conocer esa técnica», continúa el inspector Navarro relatando los pasos de la investigación. Todos los maestros de kárate, jido, judo y otras disciplinas practicadas en la época descartaron que la práctica perteneciera a las artes marciales y orientaron a los agentes hacia el entorno militar. Fue Carlos Alba, coronel del ejército y maestro de jiu jitsu, quien aclaró que se trataba de una compleja técnica militar, propia de las fuerzas especiales, que requería una formación muy específica y que no se practicaba entonces en el Ejército español.

Un militar de la base de Zaragoza

Llegó la hora de desempolvar los antiguos expedientes de los casos. El más provechoso resultó ser el de Eva María Aznárez. «Un vigilante de seguridad sorprendió al autor y le obligó a dejar la escena del crimen inacabada. Este vigilante declaró que vio a un individuo de raza negra, corpulento, atlético, que salió corriendo... Le sorprendió la velocidad de carrera que tenía; intentó seguirlo, pero salió disparado del sitio», explica Marco Antonio Navarro. Junto al cadáver de Eva María apareció otro elemento clave: una cadena de oro con un colgante que era la reproducción del mapa de la isla de Sicilia y que no pertenecía a la chica. Los policías que llevaron la investigación en los 90 habían localizado en Italia al fabricante y éste aseguraba que se despacharon muy pocas unidades y que prácticamente todas fueron vendidas en la base militar americana que había en Sicilia. El círculo se reducía: «Todo apuntaba a un militar negro de la base americana en Zaragoza y que antes había estado en la de Sicilia», explica el inspector.

Se solicitó entonces la colaboración de la base aérea de Zaragoza. Un entrenador del equipo de baloncesto explicó que antes de cada partido recogía en una cajita las cadenas y colgantes de todos los jugadores y que recordaba ese de la isla de Sicilia, pero no sabía decir a quién pertenecía. Todos los jóvenes de la base que cumplían los requisitos fueron llamados a una rueda de reconocimiento ante el único testigo, el vigilante, quien negó que el hombre que él vio estuviera entre los presentes. «Sin embargo, un asesor de la base, que era español, comentó a nivel policial que, cuando regresaban en la furgoneta de la rueda de reconocimiento, todos decían que faltaba uno, que resultaba no ser militar sino el hijo de un alto mando de la base». Se trataba de Malcolm Harvey, dice el inspector, quien entonces tenía 20 años y quien había estado con su familia previamente en la isla de Sicilia. Los anuarios del instituto de la base aérea norteamericana lo retratan como un joven muy popular: presidió el consejo de estudiantes en el curso 1989/1990, impartió una conferencia sobre liderazgo estudiantil, fue el rey de su promoción...

Que la base de EEUU en Zaragoza se cerrara en septiembre de 1992, seis meses después del segundo asesinato, complicó bastante la primitiva investigación, puesto que cualquier protagonista o testigo se marchó pronto de España. Se pidió colaboración a EEUU y desde allí se envió una escueta declaración en la que Malcolm Harvey reconocía su presencia en Zaragoza en aquellas fechas pero negaba cualquier vinculación con los crímenes. Aportó Harvey también sus huellas y una muestra de ADN, pero no había con qué cotejarlas en España.

Prescripción de los crímenes

«Gracias a la investigación de los compañeros y a la vinculación de ambos hechos, entendemos que Malcolm Harvey es el autor de ambos crímenes», dice el inspector Navarro, cuyo equipo rastreó los pasos que había dado Harvey tras abandonar Zaragoza. «Por lo que pudimos ver, se mantuvo un tiempo en bases aéreas y luego permanece en el ejército -pensamos que estuvo en los marines- y a continuación fue sheriff», explica. «Quisimos continuar hasta tener una evidencia, llegar a él físicamente, pero esto no llega a ocurrir porque fallece en el camino», concluye.

La Policía, y también los forenses, dan por tanto el caso por cerrado y resuelto. No está tan convencida la familia de Mercedes, que siempre sospechó de una persona en concreto, de ahí su empeño en que se reabriera la investigación y su cierta reticencia ahora a aceptar el giro que señala a Malcolm Harvey.

El juez Rafael Lasala, según ha podido saber EL MUNDO, seguirá solicitando pruebas para tratar de descartar a las tres personas que se vinculó en su momento con el crimen de Mercedes, entre las que está el sospechoso de la familia. Judicialmente, explica Ignacio de Andrés, abogado de los padres y el hermano de Mercedes Lázaro, el caso no habría prescrito pese a que han pasado más de 20 años «porque las diligencias judiciales que se han realizado en ese tiempo interrumpen el periodo prescriptivo». Esto abriría la posibilidad (remota) de reclamar civilmente con el objetivo de, más que conseguir una indemnización, lograr un pronunciamiento judicial que establezca definitivamente la identidad del asesino.




Vendida en una subasta

La medalla de Sicilia que se halló junto al cadáver de Eva María Aznárez, clave en el caso, fue subastada en un lote con otras piezas de oro, algo que es habitual hacer con objetos de valor transcurridos determinados años después del delito, según explican fuentes policiales. Rota la cadena de custodia, se ha perdido la posibilidad de extraer de ella restos de ADN si los hubiera.


http://www.elmundo.es/espana/2018/04/15 ... b46a1.html

Re: Un sheriff de Estados Unidos mató a Mercedes y a Eva

NotaPublicado: Lun, 16 Abr 2018, 22:55
por SEBASTIÁN

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Titular falso . El Sheriff no mató a nadie sino un joven norteamericano con residencia en España.