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«Victimismo». Es la palabra que se me viene a la cabeza cuando veo que las imágenes no se corresponden con lo que, en tono alarmista, los de Podemos y resto de congregados denuncian que pasa. Victimismo y del malo. Distorsionar la realidad ya forma parte del habitual repertorio. Pero, como digo, hay imágenes para aburrir. Y viéndolas se constata una evidente diferencia entre ese mundo que describen y el real, entre el hostigamiento de los «nazis» que les impedían salir y las personas que realmente estaban afuera, concentradas en señal de protesta. Allá ellos con lo que siembran y su realidad virtual, propia de las series de tv. Pero lo que me molesta, y por eso escribo algo aquí, es que le den al ventilador de esparcir mierda y salpiquen al buen hacer de la profesionalidad de la policía de Zaragoza ese día. «Que no había efectivos suficientes». «Que hubo pasividad». «Que agredieron a la presidente de un botellazo». «Que no se produjeron detenciones».
En el vídeo que existe del «botellazo» (circula por la red), se aprecia en primer plano presencia uniformada: un policía de la UIP. Junto a la presidenta autonómica, a su izquierda, hay otro más, también de la UIP. Y un tercero que pasa caminando (se supone que en dirección a los manifestantes). Enfrente, muy pegados a ella, tiene a dos hombres con los que dialoga, que parecen ser policías de paisano. Luego lo de que no había presencia policial, queda desmentido. En un momento dado, algo impacta en el pecho de la mujer. No sabemos si por excelente puntería o por suerte, porque de los cuatro impacta justo en ella. El proyectil resultó ser, según la denuncia interpuesta por la propia Presidenta, un botellín de agua de plástico, medio lleno (o medio vacío, tanto da).
Se oyen insultos, sí. Imprecaciones, también. Pero nada que no escuchara antes: a la llegada del equipo rival a la ciudad; en las facultades, hace años, cuando los ahora sitiados no tenían reparos en boicotear e impedir que hablasen cargos públicos; en las inmediaciones del Congreso por los denominados ‘Rodea el congreso’ (en ésta última ocasión, con lanzamiento de botellas a los parlamentarios de Ciudadanos); en las inmediaciones del domicilio de la entonces delegada del gobierno en Madrid... Ejemplos para aburrir y que, según ellos mismos calificaron eran el ejercicio del de derecho a la libertad de expresión. Luego ¿por qué habría de haber detenciones en este caso? ¿Habría que haber cargado contra ese gente que, a excepción del certero tirador de botellines, se expresaba libremente? ¿Acaso querían que se aplicase «la ley mordaza», que tampoco existe, y que los acallaran a todos?
Como diría aquel: Menos lobos, caperucita.