Curso Acceso Guardia Civil |
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Bávaro escribió:Pues miembros de las FFCCS fallecidos en acto de servicio, por desgracia te puedo poner muchos, sólo hay que ver los que está habiendo en los últimos tiempos, así como heridos de gravedad, que también ha habido muchos. No quiero entrar en una “guerra” de quien la tiene más larga, aunque en este caso es mejor perder..., esa pregunta venía por los mensajes de los “psiquiátricos”, que vosotros los tenéis 24 horas, pero son más peligrosos en la calle, porque nosotros no sabemos con quién estamos interviniendo y un tarado suelto puede ser más peligroso en un minuto de trato, que tratando 24 horas con él encerrado. En prisión tendrán acceso a instrumentos peligrosos, pero no es comparable al acceso que tienen en la calle a las armas de fuego y blancas.
Son trabajos distintos y complicados los dos, en los que hay agresiones a diario, pero pregunto desde el desconocimiento ¿cuántos funcionarios de prisiones han fallecido en acto de servicio en enfrentamientos con presos?
En los mas de 30 años que llevo, no me suena de funcionarios muertos, aparte de los asesinados por ETA, pero no será porque no lo han intentado, un ejemplo de ello es el secuestro en la cárcel de Huesca. Si alguien consigue la sentencia del secuestro de Huesca es espeluznante, aparte de clavarle el cuchillo en la boca, le golpearon con un hacha de cocina, y se salvo por que los dos golpes dirigidos al cuello, le dieron en la mandíbula, pensando que estaba muerto lo tiraron por encima del muro, mientras el resto de compañeros eran empujados con una soga al cuello sentados en una barandilla y sintiendo como podían caer al vacío en cualquier momento muriendo ahorcados.
Dos peligrosos reclusos expertos en fugas y muy conocidos en el mundo penitenciario, Manuel Jesús Castillo Jurado y Carlos Manuel Estévez García protagonizaron ahora hace 25 años un violento motín en la cárcel de Huesca que terminó con una precipitada fuga con dos funcionarios que utilizaron como rehenes.
Sobre las diez de la noche del 29 de noviembre de 1991, ambos presos, con largas condenas a sus espaldas, salían del recinto con cuchillos en el cuello de sus rehenes y se subían al coche del director del centro para huir en la oscuridad de la noche en dirección a Cataluña.
Lo que había ocurrido durante las cinco horas anteriores en la tercera planta de la vieja cárcel oscense es una historia de sangre y terror en la que se vieron implicados seis funcionarios, un jefe de servicio y un maestro.
Todos fueron secuestrados por los dos peligrosos presos, que un tiempo antes habían conseguido apoderarse en la cocina de la cárcel de los grandes cuchillos con los que pusieron en marcha su plan de fuga.
Uno de estos cuchillos fue introducido y removido con violencia en la boca del jefe de servicio cuando trataba de impedir el motín, causándole graves heridas que exigieron un largo tratamiento maxilofacial.
Posteriormente, los amotinados liberaron al maestro para que informara a las autoridades que se encontraban en el exterior de la cárcel de sus demandas.
Mientras tanto, ambos presos maniataban a los funcionarios y los colocaban al borde de la tercera planta del patio interior del centro, con los pies colgando hacia el exterior y cuerdas alrededor de sus cuellos que ataron a las barandillas metálicas de protección.
Las horas de negociaciones mantenidas, durante las que se formó un amplio cordón policial, con agentes especializados en disparos a larga distancia que se habían apostado en puntos en los que disponían de una visión limitada de lo que ocurría en centro, no impidieron la fuga de los dos presos.
Las autoridades presentes optaron por permitir la salida del coche con los rehenes y ordenar un seguimiento con vehículos camuflados para la detención posterior de los presos.
Sin embargo, los dos presos consiguieron burlar a sus perseguidores y llegar a Barcelona, tras abandonar a los dos funcionarios en Montbriú y herir en Riudoms al dueño de un bar que trató de impedir el robo del coche de un cliente.
Las investigaciones hechas en el entorno de ambos presos propiciaron, un mes después, la detención de ambos reclusos en un inmueble ubicado en la Gran Vía de Barcelona.
Trasladados a centros penitenciarios de alta seguridad, los dos presos fueron condenados casi dos años después por la Audiencia de Huesca a penas que sumaban 43 años de cárcel por todos los hechos perpetrados durante el motín y la posterior fuga.
Una semana antes del motín, otro preso peligroso condenado por la muerte de un policía, José María Pirla Oliván, había protagonizado un intento de fuga de la penitenciaría oscense.
La cárcel de Huesca había sido objeto unos pocos años antes de un informe negativo por parte de una comisión de derechos humanos, que alertó de la tensión y sufrimiento que padecían los reclusos debido a las lamentables condiciones del centro.
Aún así, la cárcel, enclavada en el casco urbano de la ciudad, no fue clausurada hasta 2005, cuando ya estaba en funcionamiento la macrocárcel de Zuera, y fue demolida en 2008.[/quote][/quote]
Nunca he dicho lo contrario, solamente expongo algunas de las agresiones que sufrimos y la falta de medios, personal, apoyo y reconocimiento institucional a nuestro trabajo.
Sabes la cantidad de veces que tenemos que apagar un fuego, salvando a un interno de morir quemado en su celda, o descolgar a otro antes de que muera ahorcado o intervenir en peleas con pinchos entre bandas, eso no sale en los medios la gran mayoría de las veces y es porque ni siquiera tenemos portavoces de prensa en la S. General que pongan encima de la mesa nuestro trabajo, parece que somos invisibles para la sociedad.
Bueno me imagino que vosotros si que sabéis muchas de las cosas que pasan en nuestro trabajo, aunque solo sea por el contacto que tenemos al trabajar de forma cercana.