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CORDOBA.- Lo oyeron en el boletín de la radio. Antes de que dijeran sus nombres ya presentían que eran ellas. Tenían el dudoso honor de ser los familiares de las primeras mujeres policías muertas en España.
María Angeles García García era viuda y tenía dos hijos. Hacía pocos meses que había enterrado a su marido. Soledad Muñoz Navarro estaba casada desde hacía cuatro años. Su marido, Francisco Obrero Godoy, se temió lo peor al escuchar las noticias desde la radio de su bar. Desde ese momento no deja de repetir que es imposible que esté muerta.
Córdoba es una ciudad pequeña y ayer la gente comenzaba a atar lazos y a recordar que Soledad Muñoz era hija de un célebre guardia civil y que María Angeles García era la joven agente que se había quedado viuda recientemente.
«Para ella, su profesión lo era todo. Llevaba quince años como policía local y tenía claro que no lo quería dejar», explicaba ayer la suegra de Soledad Muñoz. «Mi hijo tenía la mejor esposa del mundo. La quería tanto. Mi hijo está ahora muerto».
Tras oír el trágico desenlace en la radio, llegó una patrulla a la casa de las fallecidas para confirmar que se trataba de las dos agentes que habían entrado en el cuerpo en la promoción de marzo de 1981. Los hijos de María Angeles no podían comprender que la vida les arrebataba tan pronto a otro familiar. Ahora están solos, con una expresión de rabia profunda en los ojos.
En pocos minutos se fueron sucediendo las llamadas de otros familiares que esperaban desesperadamente que no fueran ni Soledad ni María Angeles las que habían muerto tras una ráfaga absurda de una ametralladora. El punto de encuentro sería en el tanatorio del cementerio de Nuestra Señora de la Fuensanta.
El resto de familiares se dirigió al Ayuntamiento en busca de más información. A esa hora ya se conocía la macabra forma en que murieron. Varios familiares de Soledad Muñoz sólo sabían repetir una frase: «Ojalá ellos tengan la misma suerte. Además, eran extranjeros. ¿Qué venían a hacer aquí?», comentaba un tío de Francisco Obrero Godoy mientras esperaba noticias en el tanatorio.
María Angeles García tenía 40 años y había nacido en la localidad cordobesa de Villaralto y Soledad Muñoz Navarro tenía 36 años y era natural de Valladolid, aunque desde los diez años residía en Córdoba por el traslado de su padre, un guardia civil retirado. Su única hermana estaba consternada y pensaba incluso que María Angeles debería haber dejado su trabajo cuando se casó. «Su marido tenía un bar y podían haber vivido sin problemas, pero ser policía había sido siempre su gran vocación», comentaba entre lágrimas Encarnación Obrero, prima del marido de la fallecida.
Al tanatorio iban llegando desconcertados el resto de familiares, pero hasta las cinco de la tarde los féretros no salieron hacia el Ayuntamiento donde se había instalado la capilla ardiente. Allí ningún familiar pensaba que se trataba de las primeras agentes fallecidas en acto de servicio. Sólo había desgarro, lágrimas y luto oficial en toda Córdoba.
Los compañeros de Soledad y María Angeles tenían previsto celebrar esta noche la tradicional cena de Navidad. La tragedia había escrito su propia historia.
[Ismael García, hermano de María de los Angeles García, declaró a Europa Press que «si la Justicia procede, como los que no somos jueces creemos que debe proceder, no tengo nada más que decir, pero que actúe como espera el pueblo llano, como esperamos los miserables que se haga justicia».]
Recuerdo a María Angeles García García y a Soledad Muñoz Navarro, Policías Locales de Córdoba