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ASÍ ES EL CAEM DE LA GUARDIA CIVIL DE CANDANCHÚ, CUNA DE LOS GREIMEn el Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña de la Guardia Civil (CAEM), en la antigua aduana de Candanchú, se instruyen los futuros especialistas que, tras una exigente formación, se incorporarán a los Grupos de Rescate e Intervención de Montaña (GREIM). 11 alumnos se someten a situaciones extremas de gran dureza física y psicológica que les capacitarán y les forjarán para poder salvar vidas. Lo hacen en un centro único, un referente en la formación para el rescate en áreas de montaña y espeleología. Así es el CAEM. Y así es cómo se afronta un rescate en una avalancha.
UN RESCATE EN UNA AVALANCHA EN ALGÚN LUGAR DEL PIRINEO
Esta semana ha tocado práctica de rescate en avalanchas en el Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña de la Guardia Civil para los 11 alumnos del Curso de Especialista en Montaña de la Guardia Civil. Este centro, dirigido por el comandante Pedro Garijo, es un referente nacional en rescate en montaña, espeleología y espeleosocorro, y es la base para los Grupos de Rescate e Intervención de Montaña (GREIM). Ubicado en la antigua aduana de Candanchú, entre sus muros se imparte también el Curso de Instructor de Montaña.
Además de los cursos de especialista e instructor, en el CAEM se imparten en la actualidad fases de tres máster de Medicina y Urgencia en Montaña de la Universidad Camilo José Cela y de la Universidad CEU San Pablo (Madrid) -con una duración de un año-, y de la Universidad de Zaragoza, de dos años. Se está trabajando en la implantación de un cuarto programa con la Universidad de Valencia.
En el CAEM se desarrolla en estos momentos la fase de Vida y movimiento en montaña invernal, autosocorro y rescate en condiciones invernales. El Curso de Especialista comenzaba el pasado mes de septiembre con la formación específica en espeleología; y finalizará el próximo mes de julio con los barrancos. Ambas fases, en montaña estival, con sus respectivos módulos de autosocorro y rescate, como la actual.
El cuadro docente del CAEM está formado por 13 instructores. En total, la plantilla del centro cuenta con 40 profesionales pertenecientes al grupo de seguridad, el grupo de apoyo y el grupo de servicios, y plana mayor.
LA EVOLUCIÓN EN LOS RESCATES DE MONTAÑA
Jesús Aznárez es el suboficial mayor y el secretario de Estudios del CAEM. Lleva destinado en montaña desde 1993, y llegó a la escuela en 2008. Antes de ello, pasó por unidades de rescate en Granada, en Burguete y en Jaca. Es uno de los instructores del centro y cuenta con dilatada experiencia que, como sus compañeros, pone al servicio de los futuros especialistas. Y es que para salvar vidas en la montaña no sólo se necesita una inconmensurable vocación de servicio (que también).
La preparación es imprescindible y los aspirantes deben superar un riguroso programa de formación para que sean capaces de enfrentarse, una vez que salgan del centro, a las situaciones más extremas. No hay que olvidar que en esta profesión están en juego, cada día vidas humanas. Las de los demás, pero en muchas ocasiones también la propia y la del resto del equipo.
ACCIDENTES DE MONTAÑA QUE PODRÍAN EVITARSE
Aznárez ha sido testigo de los cambios que ha experimentado el rescate en montaña en las últimas décadas. «En los últimos 20 años todo ha evolucionado muchísimo. Sobre todo a la hora de solicitar un rescate, el avance más importante han sido los teléfonos móviles. Para nosotros ha sido de mucha ayuda, porque ya solamente con la ubicación que nos mandan sabemos el punto exacto desde el que nos están llamando. Y eso da mucha tranquilidad», asegura Aznárez.
«Es cierto que hay muchos rescates que se producen por negligencias o por despistes de los montañeros, alpinistas, senderistas... En invierno la estadística se reduce, pero aumenta otra vez cuando llega el verano. La montaña tiene sus peligros, objetivos, como el riesgo de avalancha en un momento dado o los cambios bruscos de meteorología; y subjetivos, que son los que dependen de nosotros. Por ejemplo, si no estamos preparados para una actividad determinada, o no llevamos la ropa adecuada o no tenemos la orientación precisa… pues vamos a tener, seguramente, un problema. A veces no nos informamos -aunque hay muchos medios para informarse-, y pensamos que la montaña es una actividad sencilla… pero en ocasiones se puede complicar mucho». En este escenario, la preparación de los rescatadores es fundamental.
UNA AVALANCHA DE NIEVE SORPRENDE A UN GRUPO DE MONTAÑEROS EN ALGÚN LUGAR DEL PIRINEO...
Una avalancha de nieve sorprende a un grupo de montañeros en algún lugar del Pirineo. Alguien da el aviso, pero en un primer momento no se sabe a ciencia cierta cuántas personas han quedado sepultadas ni dónde pueden estar. Ni a qué profundidad. El tiempo corre en contra para rescatar con vida a las posibles víctimas o para, en el peor escenario, localizar y recuperar los cuerpos de los fallecidos, antes de que otro alud complique aún más la situación y pueda poner en peligro también a los rescatadores.
Es una zona complicada, donde los primeros especialistas acceden con esquís. Se señaliza el perímetro y se marca una suerte de helipuerto improvisado con una gran hache de color naranja en la nieve. Siempre, teniendo en cuenta que el helicóptero debe entrar de manera que el viento no contamine la zona donde se cree que están las víctimas, pues el olor a queroseno impediría trabajar a los perros de rescate. Nada se dejar al azar.
En un tiempo récord se instala el puesto de control y el responsable del operativo da las indicaciones oportunas. Pero todos los que lo forman saben perfectamente antes de llegar a la ‘zona cero’ cuál es su función. Para entonces, ya están allí los especialistas y también los sanitarios. Entran en juego los perros de rescate. Se rastrea la señal del DVA o ARVA (Appareil de Recherche de Victimes d’Avalanches). Y se acaba ‘peinando’ exhaustivamente hasta el último centímetro de terreno introduciendo una varilla metálica en la nieve. En medio del operativo, mientras que especialistas y sanitarios evacúan en camilla a un herido que han desenterrado a golpe de pala y que presenta los primeros síntomas de hipotermia, se escucha, a gritos, la palabra más temida. «¡Avalancha!¡Avalancha!» Es necesario ponerse a salvo. La seguridad del equipo de rescate en una prioridad.
Esta vez, era un simulacro. Las víctimas eran voluntarios sepultados bajo la nieve y las balizas se habían escondido previamente en lugares estratégicos que debían rastrearse con una sonda. En esta ocasión, los especialistas de la Guardia Civil compartían el simulacro con 11 alumnos de la Universidad Camilo José Cela de Madrid, del Máster de Medicina y Urgencia en Montaña, a las órdenes del capitán Juan Gómez. Se trataba de una práctica de rescate en avalancha en las proximidades del ibón de Truchas, en la estación de Astún, pero podría haber sido un accidente real en cualquier rincón del Pirineo.
El ejercicio pone de manifiesto la exigente preparación física, y sobre todo psicológica, a la que deben someterse los especialistas de los GREIM. Una profunda e inalterable vocación de servicio, unos nervios de acero, una disciplina a prueba de bomba, una capacidad de concentración máxima y una gran fortaleza física y mental son las armas de los futuros especialistas en montaña para salvar vidas. El CAEM los forja para que puedan hacerlo.
LOS PERROS DE RESCATE, FUNDAMENTALES ANTE UNA AVALANCHA
Para la práctica de rescate en avalancha, el CAEM contaba, en esta ocasión, con la participación de los guardias civiles Kiko Navarro y su perra Unkar e Iván Tuya y su perro Kares. Ellos son guías caninos y pertenecen, respectivamente, a los GREIM de Jaca y Panticosa. Unkar es un pastor belga malinois que va a cumplir cuatro años. Kares, un pastor alemán que va a hacer tres. Son parte del equipo y están entrenados para su trabajo en una compenetración absoluta con su guía.
El papel de los perros es fundamental en los rescates, como en este caso, de avalanchas. Detrás hay «muchas horas de trabajo» y «mucho respeto», como señala Navarro. De hecho, asombra contemplar cómo los perros localizan a las víctimas, cómo señalan el lugar y cómo sacan a los accidentados de la nieve.
EL CENTRO DE ADIESTRAMIENTOS ESPECÍFICOS DE MONTAÑA DE LA GUARDIA CIVIL (CAEM) FUE CREADO EL 5 DE MAYO DE 1981
El Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña de la Guardia Civil (CAEM) fue creado el 5 de mayo de 1981, coincidiendo con la reestructuración de las antiguas Unidades de Esquiadores Escaladores de la Guardia Civil que se formaban en el acuartelamiento de Coll de Ladrones, en las proximidades de Canfranc. La sede del CAEM ocupa, desde entonces, el edificio de la antigua aduana de Candanchú. Desde su creación, se han formado entre los muros del CAEM, en el marco del Curso de Especialista en Montaña, 639 Guardias Civiles de diferentes empleos. A ellos hay que añadir 17 alumnos extranjeros de Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, México y Marruecos.
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