Una puntería de oro
El subinspector Javier González ha conseguido la victoria en la modalidad de recorridos de tiro por equipos durante los Mundiales de Policía
Cerca de 400 policías nacionales entrenan en Cantabria con la esperanza de no disparar jamás fuera de las 'paredes de goma'
ÁLVARO SAN MIGUEL | SANTANDER 26 octubre 2015 17:18
La galería de tiro de la Comisaría de La Albericia huele como una caja de zapatos nuevos. Unos ruidosos extractores eliminan casi al instante los restos de pólvora -nocivos para la salud-, pero el tufo de la goma que recubre cada centímetro de la galería no acaba de quitarse. Los cerca de 400 policías nacionales que hay en Cantabria entrenan allí con la esperanza de no disparar jamás fuera de esas paredes forradas de goma. La galería, con su recolector de castañas adaptado para recoger casquillos del suelo, es un segundo hogar para el subinspector Javier González, un torrelaveguense de 42 años que acaba de ganar a base de puntería una medalla de oro en los Juegos Mundiales de Policía, en los que han participado más de 500 agentes de 29 países.
Con su cuarto puesto en la clasificación general de recorridos de tiro, Javier González sumó una parte importante de los puntos conseguidos por la policía española para alzarse con la victoria por equipos. Este funcionario del Cuerpo Nacional de Policía forma parte además de la selección española de tiro olímpico en la modalidad de recorridos de tiro y ha ganado tres medallas europeas: bronce en Francia 2007, bronce en Serbia 2010 y plata en Portugal 2013 -también quedó quinto por equipos en el Mundial de Grecia de 2011-. «Este deporte es muy bueno para nuestro trabajo diario porque induce a actuar en una situación de estrés, en este caso marcado por la competición. Además trabajamos en condiciones de escasa luz, de variaciones de distancia, con diferentes elementos urbanos... no es lo mismo que disparar en una galería. Los ejercicios nunca se repiten. Es lo más parecido a actuar en la calle», explica.
El subinspector entrena unas 15 horas a la semana, mientras que la mayoría de los policías pasan por la galería de tiro una vez cada tres meses para hacer 25 disparos. Aunque si los resultados no son buenos tienen que volver más a menudo para ponerse en forma. Según el subinspector, no es lo normal.
«En el último campeonato de España, los seis primeros clasificados en la modalidad de recorridos de tiro fueron policías nacionales. No todos los agentes tienen ese nivel, lógicamente, porque hay que dedicarle muchísimas horas a entrenar, pero el nivel general de los policías españoles es muy alto». El agente González tarda 0,8 segundos en desenfundar y efectuar un disparo con una pistola de competición -que está amartillada de antemano-. Con su HK reglamentaria de nueve milímetros tarda algo más: entre 1,2 y 1,3 segundos. «Afortunadamente, nunca he tenido que disparar en la calle, sí que he tenido que usar el arma con carácter intimidatorio, pero espero jubilarme sin haberla disparado nunca en la calle».
La muerte del exbatería de Los Piratas, que atacó a un guardia civil durante un brote psicótico y terminó recibiendo un disparo mortal de otro agente, ha abierto un debate en España sobre el uso de las armas por parte de la policía. «Es muy difícil -precisa el subinspector González-. En un momento en el que tienes que decidir entre tu vida y la de otra persona el estrés se dispara y los sentidos se reducen muchísimo. En la visión se produce un efecto túnel y no aprecias nada más que lo que tienes delante. El oído y el tacto se anulan. No escuchas ni tus disparos. Ha habido compañeros que después de una intervención armada han comparecido ante el juez y no recordaban nada. Es muy complicado, pero es cierto que a veces no contamos con la preparación que deberíamos tener».
Su mejor servicio
El subinspector se maneja en la galería de tiro como pez en el agua. Describe cada elemento de ese entorno con la precisión de un cirujano y maneja el arma con máxima seriedad. Pero cuando rememora su mejor momento como policía no hay rastro de armas: estaba patrullando por los alrededores de Puerto Chico cuando le entró un aviso de un robo por la radio. Se habían llevado del interior de un coche unas bolsas grandes de plástico blanco. Empezaron a recorrer las inmediaciones en busca de un sospechoso y a la altura de la grúa de piedra vieron a una persona andando con dos bolsas grandes. Le pararon y comprobaron que dentro de las bolsas había regalos como había descrito la víctima, así que detuvieron al presunto ladrón y lo llevaron a Comisaría. La víctima se presentó allí poco después.
«El hombre no paraba de decirnos que le habíamos salvado la vida porque eran los regalos de sus hijos, que a ver qué hacía él la noche de Reyes. Ese hombre no sabía cómo darnos las gracias -recuerda claramente emocionado-. Ese es el mejor servicio de mi vida y el que mejor representa a la Policía como tal. Nosotros estamos para ayudar, no para fastidiar a nadie. Se lo decía un día a una jueza: mire usted, señoría, yo cobro lo mismo por pegar que por no pegar, y como usted puede entender, yo me quiero ir a mi casa todos los días sin pegar a nadie. Yo aquí he aprendido que hay que empatizar con todo el mundo».
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