Está peor visto la muerte de un ciudadano en circunstancias dudosas por parte de la policía, que el asesinato cruel de dos honrados policías a manos de un delincuente sin escrúpulos, o al menos -en el primer caso- se da más bombo a través de los medios.
Es la triste realidad, aunque ya de por sí la muerte de cualquier ser humano resulte lamentable, según los casos, claro está.
Y siento la generalización, porque quizás no sea tanto así, sino más bien que una parte con aires de rebeldía alce la voz más fuerte que la otra.