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Después del reconocimiento por parte de Suecia del inexistente estado de Palestina y la resolución británica de reconocer la bandera palestina, Francia puede estar iniciando ese camino.
Mientras tanto, la comunidad europea sigue dictando sanciones contra Israel, en vano, pero sanciones. La guerra de Gaza debería haber enseñado al mundo que Israel no puede ceder territorio al señor Abbas, ahora en el décimo año de su mandato de cuatro años (¿?). Hamas tiene el apoyo de un 60% de los palestinos, Mahmoud Abbas tiene un 40%. Hamas abiertamente airea que podría destruir a Israel más fácilmente si pudiera disparar desde la ribera occidental del Jordán. Sólo la influencia de Israel mantiene al señor Abbas en el poder. Sin los israelíes, Hamas desplazaría a Aabbas en esa ribera occidental como hizo en Gaza. Un gobierno de Hamas en esa ribera iniciaría una guerra horrible.
Proponer el establecimiento de un estado palestino en las presentes circunstancias es psicótico, por llamar a las cosas por su nombre. Los europeos, junto con ese magnifico organismo llamado naciones unidas y el presente gobierno de Obama, se niega lo evidente. Cuando alguien te dice que los marcianos están mandando ondas de radio al cerebro de alguien o que Elvis Presley es en realidad el papa y no un jesuita argentino, uno no se para a ver los méritos del argumento, uno considera que nivel de locura tiene el que lo dice.
Europa odia a Israel con pasión. Porqué?? Bueno, se podría argumentar que los europeos han odiado siempre a los judíos; por un tiempo se avergonzaron de ese odio después del holocausto, pero lo han cogido con renovadas fuerzas. Algunos analistas se paran en decir que los países árabes tienen una gran influencia comercial en las capitales europeas. También se cita la gran población musulmana en europa, y que constituyen un gran grupo de presión anti israelí, pero esto no explica la increíble incapacidad de las elites europeas para absorber los más elementales hechos y realidades.
La locura europea tiene raíces profundas. Los post nacionalistas europeos desconfían y desprecian cualquier forma de identidad nacional. Pero el nacionalismo israelí no ofende a Europa solo por ser un nacionalismo. Desde su fundación, Europa se ha visto hechizada por la visión de Israel. Es una especie de deseo de ser estados elegidos, como Israel proclama ser. Esto es poco sano, esa manía de ciertas naciones de sentirse elegidas nace con la conversión de paganos europeos; estaba embebida en la cristiandad europea y en su fundamento. Las crónicas de hace siglos pintaban a los recién bautizados monarcas europeos como reyes bíblicos, y a sus naciones en el rol bíblico de Israel.
Los nacionalismos europeos no eran simplemente una expansión de impulsos tribales. El nacionalismo moldeó y refinó al cristianismo en una caricatura del pueblo elegido. Cada país europeo afirmaba ser el pueblo de Dios: Francia en tiempos de Richelieu en el XVII, Inglaterra con los Tudor, Rusia con Iván el terrible, y últimamente los alemanes, que sustituyeron el concepto de “raza superior” por el de “pueblo elegido”.
El florecimiento de la vida nacional en Israel vuelve a los europeos locos. No es simple envidia: es un terrible recordatorio de las aspiraciones nacionales durante siglos, como un último error del continente como civilización. Así como los europeos (sobre todo los escandinavos) preferirían disolver sus identidades nacionales en el cocido este europeo, quieren que Israel haga lo mismo. No importa que Israel no pueda hacerlo porque no tiene opción, y que sería destruido si lo hiciera, por razones que son obvias para cualquiera que consuma información.
Los europeos no pueden vivir con su pasado. No pueden vivir con el presente y no planean tener futuro, ya que el índice de natalidad es el que es y así no se puede luchar con la demografía. Con sus índices de fertilidad, espíritu nacional, espiritualidad e identidad clara, Israel recuerda a los europeos todo lo que estos no tienen. Peor, les recuerda lo que un día desearon llegar a ser. Tanto la idea como el hecho de Israel, es intolerable para Europa.
Queda por ver si Alemania, el único país europeo que ha aprendido de sus errores históricos, permitirá que ese sentimiento anti israelí se transforme en alguna resolución diplomática hacia el aislamiento de Israel. Supongo que Angela Merkel se opondrá a esto. Así quizá Europa deje de ser una causa perdida para Israel, aunque está en grave riesgo de serlo.
Paz