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El testimonio desmonta la versión que varios mandos, incluido el acusado, dieron a la familia
Los peritos del equipo de balística de la Guardia Civil confirmaron este miércoles ante un tribunal militar de Sevilla que la bala que mató al caballero legionario Alejandro Jiménez Cruz durante unas prácticas militares en Agost (Alicante), el 23 de marzo de 2019, salió del fusil número 70.330, asignado al sargento de su pelotón. El disparo se produjo a unos 15 metros de distancia y fue directo al pecho de la víctima.
En cambio, varios mandos, incluido el citado sargento, explicaron a los padres del legionario fallecido que el impacto del proyectil en el cuerpo de su hijo obedecía a una bala perdida rebotada en un montículo durante las maniobras. A sus progenitores también les trataron de engañar diciéndoles que la bala le había entrado por la axila derecha.
El juicio por la muerte del legionario Jiménez Cruz arrancó el pasado 14 de febrero. Serán un total de 15 sesiones distribuidas en cinco semanas. En el banquillo de los acusados se sientan cuatro mandos (un sargento, dos tenientes y un capitán) y cuatro legionarios rasos.La Fiscalía sostiene que «pretendieron ocultar lo realmente acontecido (...) con la única finalidad de dificultar la investigación policial y judicial, y el descubrimiento de lo sucedido».
Alejandro Jiménez, natural de Palma de Mallorca, pero destinado en Viator (Almería), murió a los 21 años. A los cuatro meses de su muerte, el juez levantó el secreto de las actuaciones. La Policía Judicial de la Guardia Civil desmontó la versión dada por aquellos mandos. Había una B. Ni fue una bala rebotada ni le entró por la axila ni procedía de otro pelotón. A Alejandro Jiménez Cruz, el «legionario Cruz», como se le conocía, lo mató una bala que le entró por el pecho.
El chaleco que llevaba estaba caducado y se le habían quitado las placas de protección. Tampoco hubo rebote en ninguna piedra. El disparo vino directo, según confirmaron los peritos del servicio de balística de la Guardia Civil en aquel entonces y ayer expusieron ante el tribunal. A Alejandro lo mató su propio sargento, S.A.G.P.. Es el principal acusado. La Fiscalía pide para él una pena de siete años y un mes y medio de prisión. La acusación particular, que ejercen los padres de la víctima, eleva la petición a 34 años de cárcel.
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