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La pregunta que debe uno hacerse, a partir de éste y otros casos de «viralización», es: ¿Cómo es posible que un vídeo privado de un momento de asueto, de broma, divertido, termine en la prensa y en los informativos y en la apertura de un expediente? Y sabiendo el «cómo», ¡Maldito whatsapp!, evitar repetir el resultado y sus consecuencias.
El tonto a las tres que filtró el vídeo donde no debía, seguro que no contaba con la aprobación de los participantes. Tengamos eso en cuenta a la hora de pedir castigos para todos.