SUCESOS Operación antiterrorista
Los GEO irrumpen por error en una vivienda al buscar a un terrorista
Actualizado: 16/06/2014 23:55 horas
Un grupo de los GEO irrumpió sobre las cuatro de la madrugada del lunes en una vivienda de Moratalaz, donde buscaban a Nabil Benazzou, un presunto miembro de una banda de captación de terroristas islámicos.
En la casa, situada en la calle Laponia, no se encontraba un procurador de yihadistas, sino un matrimonio de mediana edad y su hija, de unos ocho años. Sin quererlo, se vieron inmersos en una redada en la que fueron detenidos nueve miembros de la organización. Ayer por la tarde todavía se podían ver en el lugar los efectos del error de señalización del inmueble. Al lógico susto para los inquilinos y los vecinos hay que sumar los desperfectos dentro de la casa y una puerta con su marco totalmente inservible y ya arrancada.
Benazzou fue apresado media hora después en una vivienda de la calle paralela que compartía número de portal, letra y piso con la erróneamente invadida. «Nos hemos despertado con un ruido ensordecedor, parecía un terremoto», relata una de las vecinas del terrorista, que no imaginaba lo que ocurría hasta que vieron el fuerte dispositivo del Grupo Especial de Operaciones.
El registro, según cuenta otra vecina, «duró cuatro o cinco horas, pero en absoluto silencio, nada que ver con cómo entraron». La cerradura del portal estaba rota, al contrario que la del inmueble alquilado que el detenido compartía en el primer piso con su mujer y sus dos hijos menores, que sólo tenía el marco de la puerta ligeramente combado.
El descansillo de la primera planta, donde Benazzou y su familia eran los únicos moradores, era utilizado como habitación de recreo y almacén de juguetes por sus vástagos. «Te quiero papá» fue lo último que le dijo el mayor antes de que se llevasen a su padre en un coche de la policía secreta.
«Parecía una familia totalmente normal; él era muy correcto en el trato, aunque nunca tuvimos más relación que el saludo y alguna conversación sobre el tiempo que hacía», expone otra vecina con el susto todavía metido en el cuerpo. Esta mujer de esta tranquila urbanización no alcanzaba a comprender cómo una persona con la que compartió comunidad durante 10 años podía estar buscando voluntarios para combatir en Siria e Irak. «Nadie nos ha dado explicaciones, esperemos que no vuelva», sentencia.
http://www.elmundo.es/madrid/2014/06/16 ... b4578.html