Cartera Guardia Civil |
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Casi en el mismo instante que Ernesto Pérez Vera, policía linense jubilado prematuramente a los 43 años, tras un enfrentamiento con un delincuente que le ha dejado secuelas de por vida, pronunciaba estas palabras en la Escuela Nacional de Policía, en Ávila, un agente del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) caía mortalmente herido en Málaga, al ir a identificar a un indigente en plena calle, a la distancia precisamente de un brazo extendido.
Ernesto, junto a Fernando Pérez Pacho, psicólogo clínico con más de treinta años de experiencia, acaban de publicar el libro: En la línea de fuego: La realidad de los enfrentamientos armados, editado por Tecnos. Ante un grupo de alumnos de la Escuela de Ávila, el centro de enseñanza policial más reputado de nuestro país y que recibe habitualmente alumnos de otros países, Pérez Vera puso especial énfasis en la enorme distancia que separa la realidad de los enfrentamientos en la calle de lo que se enseña, en todos los cuerpos, en las galerías de tiro y campos de entrenamiento. “Lo que se nos enseña no siempre funciona bajo el estrés que provoca el verse apuntado, disparado y sangrando. Muchas veces triunfamos ahí fuera porque la suerte se viste de azul y se alía de nuestro lado”, afirmó.
El libro, fruto de más de dos años de investigación, narra 22 historias reales de otros tantos enfrentamientos armados ocurridos en España. Los autores han entrevistado a 27 agentes del Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Policías Locales, Ertzaintza, Mossos d’Esquadra y un vigilante de seguridad privado, procedentes de toda la geografía nacional. Cada capítulo se divide en tres partes: una narración de los hechos, una valoración técnica del enfrentamiento y una evaluación psicológica.
Lo que cuentan y, sobre todo, cómo lo cuentan mereció que quien hacía de presentador de los autores, el inspector jefe José María de Vicente Toribio, 44 años en el CNP, muchos años profesor de tiro en la Escuela, destinado antes en unidades de policía judicial y antiterrorista, hoy a punto de jubilarse como responsable de Relaciones Institucionales de la Escuela Nacional de Policía, señalara muy gráficamente: “Hoy la luz, de nuevo, nos llega del sur en el campo del tiro y de las armas. Al fin –dijo- algo novedoso y útil en este campo. Por primera vez se tratan los enfrentamientos armados de forma tan novedosa. En sus conclusiones es donde más acertado veo a sus autores. Recomiendo esta obra a los profesionales y a los futuros policías”.
Ernesto Pérez, en su presentación, señaló que estos enfrentamientos “nunca salen gratis, ni social, ni profesional, ni familiar, ni emocionalmente. El verdadero calvario, si se consigue salir vivo del encuentro con la muerte, viene después”, añadió.
El psicólogo Fernando Pérez, en sus palabras, reconoció que muchos policías le transmitían sus sentimientos después de un enfrentamiento: “El sufrimiento es tan intenso que muchos dudan incluso de su vocación profesional. Somos primates y la biología no nos ha hecho valientes, sino cobardes, con el fin de evitar la amenaza a nuestra vida. El miedo es normal y necesario en estas situaciones. Lo importante es saber afrontarlo, usar nuestros recursos para reducirlo. Y es muy importante el apoyo posterior de los compañeros y mandos para superar el post enfrentamiento”. Ante la pregunta de un asistente de qué recomendarían para afrontar mejor estas situaciones, los autores respondieron simplemente: “entrenar, entrenar y entrenar” y de la forma más parecida posible a lo que es la realidad cotidiana. Opinión que fue ratificada por el inspector jefe José María de Vicente.
En la entrada principal de la Escuela, a la izquierda, en el muro de granito que flanquea la puerta por la que pasan cada día los alumnos, futuros policías, oficiales e inspectores, se puede leer: “En este lugar se alumbra la luz que ha de ser mañana el estilo policial: Servicio, Dignidad, Entrega, Lealtad”. Y en el interior, en el frontal de la puerta que se lee al salir, reza: “Lex, Vis, Justitia Pacis Causa”, es decir: “Ley, Fuerza y Justicia al servicio de la Paz”. Dicen los más antiguos, que éste es el verdadero espíritu de Ávila, el espíritu de la Escuela Nacional de Policía. Y José María, cuando daba clase, añadía dirigiéndose a quienes por primera vez se ponían el uniforme: “Si no estáis dispuestos a ser policías hasta durmiendo, marcharos de aquí”.
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