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Hay un hilo donde vengo leyendo que muchísimos foreros echan pestes de la vuelta a lo militar que se está obrando de forma subrepticia en la policía. Sobre todo foreros que no fueron militares, que no conocieron cómo fue aquel tiempo anterior a 1986, y que en general hablan de oídas, todo por unas divisas nuevas y un deber de saludo (que, hay que recordar, siempre lo fue). Los mismos foreros que luego aplauden cuando un compañero, o dos, contraen nupcias de uniforme de gran gala, con paseíllo de sables incluido (con sables, repetimos). El sable: la quintaesencia de lo militar, precisamente. Oficial y caballero, etc. O, como en el presente caso, reclaman porque el acto de entrega de bandera a la policía se haya hecho con mucha demora, cuando eso, TENER BANDERA PROPIA, no sirve más que para SEA LUCIDA en un DESFILE y, malditos los «desfiles» que como instituto de naturaleza civil que tanto clamamos somos, venimos haciendo en el CNP desde 1986, o antes. Digamos que para no chirriar, por un complejo estúpido de huir de la época de la sublimación militar, hacemos paradas y exhibiciones. Porque ¿qué es sino algo intrínsecamente militar un desfile?
Una bandera propia viene siendo como una Copa de Europa en propiedad: Tener una en propiedad significa tener cuatro réplicas. Pero los cinco campeonatos ganados están ahí, ¿no?
Los funerales, las banderas a media asta, los juramentos de cargo, los días del patrón o patrona, hunden su razón de ser en la más antigua raigambre militar, y los venimos celebrando porque son muestras de reconomiento, señales de duelo, etc. Por costumbre. Las hemos asimilado como nuestras, con las debidas evoluciones (algunas chuscas, como cambiar la fórmula de juramento a prometer), incluso en los estamentos civiles. Y está bien que sea así, supongo. Son actos simbólicos de hermanamiento, de reconocimiento y de respeto. Son figuras que no tienen nada que ver con los derechos profesionales o laborales, ni que por celebrarlas seamos sublimados a lo militar.
Con todo esto quiero decir que, a menudo, protestamos por protestar, por cosas que no son importantes y que nos parecen mal en función de los prejuicios que arrastremos, porque desconocemos su origen o porque confundamos lo que entrañan. Que la reina nos haga entrega de la bandera no deja de ser un acto de homenaje que, aunque tardío, sigue siendo bonito y un merecido reconocimiento a nuestra labor. Si nos ponemos exquisitos, y dado que la labor de la policía gubernativa ha sido ininterrumpida desde el siglo XIX, son más de unas décadas en que llegaría tarde el reconocimiento. Qué diantres: ¡llegaría un milenio después! Bromeo.
Pero la bandera propia no tiene nada que ver con que ésta ondee en cada comisaría, como, de hecho, lleva ondeando no solo desde 1986, sino desde hace siglos, ni con que lo haga a media asta en señal de duelo cuando haya un motivo. Son cosas diferentes.
Reclamar horarios y sueldos, o quejarse de la merma de derechos, o de que una bandera no en cierta ocasión no obtuvo permiso para ser arriada hasta la mitad del asta en señal de duelo, no entra en el acto de loque se celebrará en Ávila ni este hilo. Sería como mezclar churras con merinas, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.
Un saludo.