Gc Edicion 175 Aniversario |
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A veces la diferencia entre un 6 y un 9 delimita la línea entre la vida y la muerte. Un error al marcar en el teléfono por la trágica urgencia. Un 091 que se cuela en vez de un 061, un coche patrulla que pasaba por la calle de al lado y dos ángeles salvadores vestidos de policías en cuyo vocabulario no figura la palabra rendición. Estos son los ingredientes de una historia que salvó la vida a Manuela, una vejeriega de 92 años que llegó a los 18 a una casa de la calle Ahumada para hacer de tata de las pequeñas de una acomodada familia gaditana. Ahora, cosas de la vida, son esas niñas pequeñas, ya mujeres entradas en años, quienes cuidan a Manuela, la menuda y alegre Manuela, con todo el amor del mundo. Fueron ellas quienes pasaron el mal rato de ver cómo su ser querido se les iba por culpa de un atragantamiento. José Manuel de la Campa y José Manuel Reyes fueron los policías que le salvaron la vida, aunque en un principio se temieron lo peor. "Tras recibir el aviso tardamos apenas un minuto en llegar porque tuvimos la suerte de estar al lado", relatan los agentes. "Al subir la escalera nos encontramos a una señora que nos decía está muerta, ha dejado de respirar, no sé qué le ha pasado pero está muerta. Manuela se encontraba sentada en un sillón, inconsciente, sin respiración y con pulso débil o ausente, con la cabeza caída sobre el pecho y evidencias de hallarse sin vida. "Pero no dudamos. Nos dijimos que había que intentarlo -dice De la Campa-. Nos coordinamos para realizar la maniobra de reanimación de Heimlich, de tal modo que yo la sujeté por la espalda y mi compañero le mantuvo la cabeza en alto, dejándole expeditas las vías respiratorias mientras buscaba el cuerpo extraño que le obstruía la garganta".
Tras aplicarle en varias ocasiones esta técnica los policías consiguieron que la auxiliada expulsara parte de un cuerpo extraño, unido al bolo alimenticio, y por fin comenzó a respirar con mucha dificultad y su corazón a latir de forma acelerada y fuerte. "A continuación empezó a vomitar y retiramos los restos de comida de su boca para evitar que volviera a atragantarse".
Más tarde se personó en la vivienda el 061 y tras estabilizarla fue trasladada al Puerta del Mar, donde comprobaron que su estado era bueno y simplemente le indicaron que a partir de ahora tomara los alimentos tamizados.
De no ser por la rápida actuación de estos policías, Manuela habría perdido la vida sin remisión de una manera muy cruel.
Pero no es la primera vez que esta pareja de policías de la Brigada de Seguridad Ciudadana ha salvado la vida de una persona. De hecho, el pasado 28 de abril también consiguieron convencer a un ciudadano que se subió a la azotea de un edificio de la calle Ejército de África dispuesto a lanzarse acuciado por problemas económicos tras llevar varios años en paro. "Ahmed es musulmán y siempre había encontrado trabajo en la construcción, pero ahora está la cosa muy mal para todo el mundo. Estaba tan agobiado, tan decaído y deprimido, que tras una discusión familiar nos llamaron, pero aprovechó un segundo para salir corriendo hasta la azote y tumbarse en un saliente, con medio cuerpo fuera, la mirada perdida y dispuesto a arrojarse al vacío". Fueron 45 minutos de tensión en los que José Manuel de la Campa tuvo que sacar a relucir sus conocimientos en psicología, carrera que estudió en Sevilla. "Empecé a preguntarle por sus hijos, por su mujer, a hablar de otras cosas. Hasta tuve que fumarme un cigarrillo que me dio, y eso que hace año y medio que lo dejé. Sabía que si intentaba cogerlo podíamos caernos al vacío desde una sexta planta los dos". Al final consiguió convencerlo para que pasara el cuerpo dentro de la azote y poco a poco le hizo entrar en razón. Así pues, esta pareja de policías tiene ya en su hoja de servicios algunas acciones que han salvado la vida a personas, la labor más gratificante del mundo, porque hay algo que pueda compararse a esa satisfacción.
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Ole que grandes los dos!!
Bravo!!!
Me quedo con lo del cigarrillo