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KOROKOTA escribió: Vivo de casualidad
Dos ertzainas fuera de servicio reaniman a un hombre con un fallo cardíaco en un garaje
Un reportaje de Jaione Sanz- Sábado, 6 de Junio de 2015 - Actualizado a las 06:20h
Si el coche no hubiera pinchado, hoy no podríamos contar una historia con final feliz. La de un vecino de Vitoria que se recupera de una desgracia que habría sido mortal de no haber recibido la asistencia de dos ertzainas fuera de servicio. Pasó el último sábado de mayo, a media tarde. Un fallo cardiorrespiratorio en el interior de un garaje, una ambulancia tardía y la casualidad de que dos policías autonómicos estuvieran esperando al arreglo de la rueda muy cerca del portón. “Sí, la verdad es que los sanitarios nos dijeron que si no llega a ser por la reanimación cardiopulmonar, habría fallecido”, admiten. Son un chico y una chica, compañeros y amigos. “Mejor no des nuestros nombres, si no te importa”, apostillan. Convertidos en protagonistas de un artículo sin pretenderlo, prefieren mantenerse en el anonimato.
La humildad hace más grandes a los bienhechores. Y eso que ellos no quieren ninguna grandilocuente etiqueta. Son ertzainas y su condición les obliga, estén trabajando o no, a “intervenir en defensa de la seguridad ciudadana y prestar auxilio en caso de accidentes, calamidades públicas o desgracias particulares”. Un radar siempre activo que se disparó aquel sábado a las cinco y media de la tarde, en el barrio de Zaramaga. “Estábamos esperando al taller, caminando y, de pronto, mi compañero se dio cuenta de que el portón de un garaje se abría y cerraba insistentemente pero no salía ningún coche de allí”, cuenta ella. Les pareció sospechoso, se acercaron y miraron en el interior. Y descubrieron el motivo. Era una señal. “Había un señor tendido en el suelo y una mujer a su lado, llorando, desesperada, tratando de llamar por el teléfono al 112”, recuerda. La reacción de ambos fue inmediata. “Socorrerle. Hacerle una RCP. Estaba totalmente amarillo. Sufría una parada cardiorrespiratoria”, continúa él.
Por esas siglas es como se conoce a la técnica de reanimación cardiopulmonar, un procedimiento de salvamento que se aplica cuando la respiración o los latidos de alguien han cesado, como en los casos de descarga eléctrica, ahogamiento o un ataque cardíaco. La RCP es una combinación de respiración boca a boca, la cual provee oxígeno a los pulmones, y de compresiones en el corazón para mantener la sangre de la persona circulando. Llevarla a cabo dispara las probabilidades de supervivencia de la víctima, aunque tan importante como realizarla es hacerlo de la manera adecuada. Y la precisión sólo se adquiere, por desgracia, con la experiencia. Algo que ya tenía el ertzaina. “Ésta era mi tercera vez. Las dos anteriores fueron en horas de servicio”, cuenta. “Para mí, sin embargo, era la primera. Hasta entonces había practicado con muñecos. Durante la academia recibimos formación en primeros auxilios y, cuando ya estamos trabajando, volvemos para cursos de reciclaje. Y no es igual”, reconoce ella.
Fueron momentos angustiosos, aunque ambos ertzainas reconocen estar acostumbrados a no perder los nervios. “La instrucción te enseña a estar a lo que tienes que estar”, matiza ella. Y esa sangre fría, amén de los conocimientos de salvamento, fue fundamental. La suerte que el hombre había tenido al estar los policías tan cerca del garaje le había dado la espalda con la tardanza de los sanitarios. “Conseguimos reanimarle, pero al cabo de un rato sufrió otra parada cardiorrespiratoria y tuvimos que empezar de nuevo. Y la ambulancia no llegaba. Tardó mucho en aparecer”, reconoce el agente. “Recuerdo estar en la entrada, bloqueando la puerta, mientras vigilaba la llegada de la ambulancia, y a mi compañero decirme desde dentro se nos queda”, admite la mujer.
El tiempo es un factor vital cuando una persona inconsciente no está respirando. La lesión cerebral permanente comienza después de tan sólo cuatro minutos sin oxígeno y la muerte puede ocurrir de cuatro a seis minutos más tarde. Por suerte, el hombre consiguió sobrevivir. “La ambulancia llegó, se lo llevó al hospital Txagorritxu... Y sí, sabemos que ha salido adelante, aunque todavía permanece ingresado”, cuentan los ertzainas. Sin su intervención, el final habría sido muy distinto. Trágico. Los trabajadores de la ambulancia les aseguraron que la RCP fue decisiva. Y, sin embargo, pese a lo determinante que puede resultar esta práctica, lo habitual cuando el personal de emergencia llega a un caso de paro cardíaco es que las personas que rodean al afectado no están realizándola porque no tienen ni idea de qué pasos seguir.
En Vitoria, hay asociaciones como Cruz Roja que enseñan a los ciudadanos a enfrentarse a una situación así. El primer paso es verificar si hay respuesta de la persona: sacudirle, darle palmadas suavemente, observar si se mueve o hace algún ruido, o preguntarle en voz alta cómo se encuentra. Si no contesta, hay que llamar al 112 y, mientras se espera la llegada de la ambulancia, procurar la reanimación. El protocolo insta a colocar al individuo boca arriba con muchísimo cuidado y, en esa posición, realizar compresiones cardíacas o pectorales. Para ello, se coloca la base de una mano en el esternón, justo entre los pezones, y la base de la otra sobre la primera, ubicando el cuerpo directamente sobre las manos. De esa forma, se realizan treinta compresiones, rápidas y fuertes. Los expertos aconsejan enumerarlas al mismo tiempo en alto. Es muy importante no perder la cuenta. Cuestión de vida o muerte.
El siguiente movimiento es abrir la vía respiratoria. Se levanta la barbilla de la persona con dos dedos y, al mismo tiempo, se inclina la cabeza hacia atrás empujando la frente hacia abajo con la otra mano. A continuación, hay que observar, escuchar y sentir si hay respiración, con el oído cerca de la nariz y la boca del individuo, y fijarse si hay movimiento de pecho. En el caso de que no esté respirando o tenga dificultad para hacerlo, hay que cubrir firmemente con la boca la suya, cerrarle la nariz apretando con los dedos, manteniendo la barbilla levantada y la cabeza inclinada, y realizar dos insuflaciones. Cada una de ellas debe durar alrededor de un segundo y hacer que el pecho se levante.
Luego, según este mismo protocolo, hay que continuar la RCP, con las treinta compresiones cardíacas, seguidas de dos insuflaciones y repetir, hasta que la persona se recupere o llegue la ayuda. Evidentemente, si hay en la zona un desfibrilador, hay que usarlo lo más pronto posible siguiendo al pie de la letra las instrucciones. Estas máquinas tienen unas almohadillas o paletas que se colocan sobre el pecho, revisan automáticamente el ritmo cardíaco y dan un choque súbito si éste se necesita para hacer que el corazón recobre su ritmo correcto. Son determinantes y, por eso, su presencia se ha ido normalizando en un montón de lugares, aunque no tanto como para encontrarlos, por ejemplo, en un garaje de un barrio obrero.
Pero, esta vez, la falta de un desfibrilador no importó. El coche de la ertzaina pinchó en el lugar adecuado en el momento preciso. Y los policías dieron un paseo, a la espera del arreglo, por el lugar adecuado en el momento preciso. Y el destino o la casualidad o la suerte les llevó hasta la calle Bernal Díaz de Luko cuando un hombre decía adiós a la vida. Y volvió a ella. Una pequeña gran historia.
http://www.noticiasdealava.com/2015/06/ ... casualidad
Esto debe ser el modelo policial fallido al que se referia el fiscal ante la prensa el otro dia