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Sabino Cuadra, en efecto, es diputado y miembro de un partido, recordemos que «legalizado» de aquella manera por el TC. Se trata, en puridad, de la ilegalizada en 2003 Batasuna, con otro nombre (otro collar). Y un poco antes del 20-N, al amparo de una resolución muy polémica, vuelta a ser legalizada. Con más dudas para su legalización que certezas para su ilegalización (esto me recuerda al iluso de Azaña, diciendo en 1934 lo de que yo soy la cabeza y los revolucionarios el cuerpo del caballo). En otras palabras, Amaiur es legal por obra y gracia de un ilusorio proyecto de traerlos al redil democrático, en aras de una paz, mientras no se consiga demostrar lo que todos sabemos que eran y que son, de cara a la galería, en la creencia de que puedan, como Saulo, reconvertirse y dejar de serlo algún día. El señor Bárcenas, por ese prurito legal de democracia inmadura que nos gastamos, también puede resultar no culpable si no llega se a demostrar que el dinero de Suiza lo ganó ilegalmente. Aun así todos sabemos que lo tuvo que ganar de aquella manera, y sacarlo de aquella otra, como se ganaron el pase al congreso los de Amaiur y juran la Constitución y condenan la violencia de esotra.
Claro que tiene derecho a presentar su libro, pero no porque él esté dentro del marco legal, sino porque a él y a todos los que son como él, por descontado, les asiste y se encuentran amparados por el estado de derecho. Allá cada cual con lo que lee y compra. Hasta donde se sabe perteneció al brazo político de ETA, su partido no es que sea o deje de ser violento, se ha limitado a responder que no lo son, pero nunca HAN CONDENADO la violencia EXPRESAMENTE, lo cual dentro del pasteleo que se trajeron con el gobierno para entrar en política equivale a «París bien vale una misa», pero la patita pintada de harina no le hace cordero. Sus declaraciones en el hemiciclo, y sus 'extrañas sensibilidades' tales como no recordar el atentado de Hipercor y sí la muerte a disparos de un batasuno en un encierro de Pamplona ese mismo año, no tienen desperdicio y lo retratan. Lo mismo que a Cañamares y a Gordillo, las suyas.
Él tiene el derecho de presentarlo y nosotros el de criticarlo y de no comprarlo. Y hasta de desearle un sonoro fracaso.
Por otro lado, como usted mismo, estoy en contra de todo acto violento concertado para reventar un acto público celebrado en un sitio cerrado. El que no quiera oírlo que no vaya y que dejen al que sí. Sin embargo, por favor, a ser posible para la presentación de un libro, utilicen las librerías y los centros comerciales, como hacen todos los escritores, y dejen las universidades a un lado. Salvo que la ponencia tenga que ver con el mundo académico o sea de provecho para los estudiantes. Que lo de «Alma máter» sea por algo. El libro de éste señor no me "cuadra" en una facultad, como no me cuadra su recoversión a la legalidad.
Lo que sí que cuadra es su amistad con el SAT.
Un saludo