Héroes anónimos
"He visto lagrimas dramáticas, masacres sociales, desolación, enfermedades, la muerte... He visto las lágrimas de unos padres por el hallazgo de su hijo extraviado, también las lágrimas más antinaturales que hay, que son las de unos padres ante la muerte de un hijo. He visto accidentes, peleas, desahucios. Hijos agredir a sus padres. Toxicómanos retorcerse por los estragos de drogas. He visto a un joven tocar la pierna de su novia, llamándola, dentro de un coche accidentado, atrapados, cuando esta había muerto como consecuencia del siniestro. Agresiones con armas blancas, con botellas, con palos. He tirado puertas abajo para evitar que un varón poco hombre casi matara a su mujer. Caras desfiguradas por autenticas palizas. Cuerpos de personas que no superaron dramas personales y un buen día tuvieron la cobardía o valentía de poner fin a sus penurias. Persecuciones frenéticas tras ladrones que en muchas ocasiones no eran más desgraciados que sus victimas. He visto hambre, angustia, desolación...He visto pasar la muerte muy cerca. He visto cosas que ningún ser humano debería ver jamás. Y todo esto debiendo en ocasiones forzar para que no se te vean las lágrimas o la cara congestionada. Todo esto debiéndolo "digerir" en la intimidad de un coche con la única compañía de un compañero que, como tú, lo ha vivido igual, y que, como tú, también tiene familia esperándolo en casa. Familia que a veces no tienes en cuenta cuando estas en riesgo de dejarla huérfana.
Pero también he visto las sonrisas de personas a las que he ayudado en un momento dado. Ancianos a los que se les solucionan cuestiones que para ellos eran auténticas montañas y que, desde mi posición, resultaba fácil ayudarles. He atendido a mucha gente que lo único que necesitaba era ser escuchado, atizados por la soledad y el desprecio familiar. He solucionado infinidad de conflictos familiares de toda índole.: agresiones, robos...La sonrisa de un niño al verte pasar y señalarte con la mano, esbozando una sonrisa medio tímida medio temerosa. Los abrazos de unos padres que, angustiados, recibían de mis manos a su hijo extraviado. Traslados a hospitales con personas a las que no conozco de nada, jugándome la vida para que la muerte no los alcance. Gritado a ambulancias porque tardaban en llegar. Abrazos y agradecimientos de personas a las que les solucionas algo con tu sola presencia.
Las dos caras de la vida. La de las lágrimas, desolación, tristeza, odio en la mirada del de enfrente. Pero también las sonrisas y lágrimas de felicidad. De gozo, de agradecimiento.
Todas estas cosas, y muchas más, con el intento permanente de cada día, al incorporarme a mi trabajo, encarar las que te puedan venir de la mejor manera posible, y que al marcharme a casa, tenga la sensación interna de que he cumplido con mis obligaciones y conmigo mismo, y que las lágrimas de felicidad, hayan sido más que las de tristeza. Y teniendo claro que, mil comentarios despectivos, críticos, de reproche, o de odio, particulares o interesados, ideológicos o puntuales, jamás superaran un simple " Gracias. Gracias por estar ahí cuando se os necesita".
Porque si, porque veo y siento todas esas cosas.
Porque, yo, yo, soy POLICIA.
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