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«En el momento que ves a cinco tíos robando en tus tierras te entra ira y se puede liar»
El control de las explotaciones agrícolas es tarea de la Guardia Civil en las zonas rurales. El control de las explotaciones agrícolas es tarea de la Guardia Civil en las zonas rurales. / FOTOS CASIMIRO
Paco Sánchez sufre cada año el robo de hasta 7.000 kilos de fruta, un problema que tratan de atajar los componentes del equipo Roca de la Guardia Civil
BELÉN FERNÁNDEZ MAZA EXTREMADURA
30 agosto 2014
Paco Sánchez tiene 60 hectáreas de ciruelos y alrededor de 25 personas contratadas que se encargan de recolectar el fruto. Cada dos o tres trabajadores se colocan debajo de un ciruelo, cogen los frutos y van metiéndolos en un cubo que ponen a sus pies. Una vez llenos, vuelcan el contenido en grandes cajones blancos con capacidad para 200 kilos. Por cada tres árboles ocupan un cajón.
511 Infracciones penales conocidas en explotaciones agrarias en la provincia de Badajoz entre enero y julio 258 de estas infracciones corresponden a faltas de hurtos cuyo valor del material no supera los 400 euros.
Éste sería el ritmo de trabajo lógico durante la campaña si todo funcionara como debiera. Pero nada más lejos de la realidad: cada día se cuelan en sus tierras hasta dos y tres veces para saquear los árboles de ciruelas. De esta forma, los trabajadores que deberían llenar un cajón de doscientos kilos con la producción de tres árboles, necesitan veinte ciruelos para hacerlo. Paco pierde durante la campaña hasta 7.000 kilos de fruta debido a los robos. Los quince primeros árboles de cada fila de su finca ya han sido «pelados» por los continuos hurtos.
«El 95% de los que vienen a robar son rumanos. Pasa una furgoneta que los para. Bajan también a las mujeres para que 'dé más cosa' cuando las sorprendes, y se ponen a limpiar árboles. Además de llevarse la fruta, parten las ramas y eso daña el árbol. Sentimos impotencia y el castigo que reciben es nulo», lamenta.
PACO SÁNCHEZ PRODUCTOR DE FRUTAS
«Tienen esto como su despensa, como roban y no les pasa nada...»
«Vienen a robar incluso dos y tres veces en el mismo día, eso nos desmoraliza» Extremadura es una de las comunidades en las que más robos agrícolas se producen «Con el veto, ya hemos tenido que tirar 20.000 kilos de fruta al ganado»
PEDRO FERNÁNDEZ DUEÑO DE FRUTAS FERNÁNDEZ
«Los robos no suponen nada comparado con el daño que me ha hecho el veto ruso»
El pasado sábado tuvieron que acudir a la zona dos coches de la Guardia Civil, uno de Arroyo de San Serván y otro de Montijo, tras el aviso de este propietario. Los pilló con las manos en los frutales y consiguió retenerlos hasta que llegaron las patrullas, que finalmente los detuvieron. «Estaba con tres de ellos y de repente salió uno de los maizales que se estaba asfixiando porque se había escondido allí. Eran cuatro rumanos que a la hora de identificarse ante la Guardia Civil no tenían documentación. Al conductor de la furgoneta que los había soltado y ya volvía a recogerlos también le hicieron identificarse. Éste si tenía documentación y los papeles del vehículo estaban en regla. Al día siguiente fui a denunciar. Ahora hay que esperar al juicio, pero sé que no se van a presentar y al final acabo yo perdiendo por los daños y por el día que echaré en los juzgados».
«Tienen esto como su despensa -se indigna Francisco Sánchez-, porque como encima no les pasa nada... Aquí al lado está el hipermercado Sola Rica y el río Guadiana. Hacen la compra, vienen a bañarse e incluso a pescar, y cuando se van a ir, cogen la fruta y se largan».
Las pérdidas para este productor de frutas pueden suponer unos 3.000 euros cada campaña, aunque asegura que, más que el daño económico, lo que más le afecta es el daño moral. «Cansa porque es día sí y día también. Además, estás expuesto a que alguno se ponga rebelde y tengas jaleo. En el momento en el que ves a cinco tíos robando en tus tierras te entra ira y se puede liar».
A pesar de que Extremadura figura en las estadísticas oficiales como la región más segura de España, los delitos relacionados con explotaciones agrícolas son muy comunes tanto en verano como en invierno. El año pasado se produjeron casi 900 infracciones en explotaciones agrícolas.
Para evitarlo, tanto en la provincia de Cáceres como en la de Badajoz se crearon los equipos Roca, formados por guardias civiles especializados en robos cometidos en las zonas rurales.
Incremento de delitos
Manuel Rubio Leal, de la oficina de comunicación de la Comandancia de la Guardia Civil de Badajoz, indica que en lo que va de año se han incrementado las infracciones en explotaciones agrarias un 34% con respecto al año anterior en la provincia de Badajoz. «La mayoría son faltas de hurto. No se emplea fuerza en las cosas, ni intimidación, ni violencia, y el valor no excede los 400 euros. Si pasa de ese importe ya es delito».
Desde la Guardia Civil se indica que «es muy importante que los propios agricultores nos informen cuando vean algún tipo de incidencia rara o fuera de lo común para poder tenerlo en cuenta, desplegar más presencia y hacer más servicios por esos lugares».
Además de la presencia policial en zonas 'calientes' y de las entrevistas que mantienen los agentes con los agricultores, «resulta imprescindible el apoyo de las patrullas rurales, los equipos Roca, dedicados sobre todo a la investigación, y el Seprona, que con las motocicletas puede acceder mejor a los sitios».
También sirve de gran utilidad la colaboración de guardas de seguridad contratados por particulares que aportan información para identificar a los delincuentes.
A pesar del esfuerzo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, los hurtos y robos siguen produciéndose, tal y como explica el guarda jurado de una de las fincas más grandes de Extremadura. Prefiere ocultar su identidad por razones de seguridad, pero no tiene inconveniente en compartir su dilatada experiencia. «Aquí ya no se producen tantos robos como antes porque saben que hay guarda y que está todo vigilado. Pero la gente ya no quiere trabajar como guarda y esto incrementa los delitos».
Añade que este año solo han robado una vez en la finca que él vigila y fue un día que sufrió una urgencia médica. «Yo no estaba porque me tuvieron que ingresar en el hospital. Se llevaron 400 rollos de tela metálica, cada rollo costaba 50 euros, en total fueron 20.000 euros. La Guardia Civil estaba haciendo un control en las cercanías de Don Benito y de casualidad los pillaron».
En años anteriores, él mismo ha intervenido junto con algún guardia civil al que previamente dio «el chivatazo». «Teníamos que acercarnos a escondidas, así hemos detenido tanto a furtivos como a ladrones que intentaban llevarse ganado, cables para sacar cobre, frutas y aceitunas».
Para evitar los robos, este guarda de campo y caza también ha utilizado otras estrategias. «Ahora tengo un trato con los rumanos. Cosechamos la aceituna sin que nos molesten y a ellos les dejo que entren después a coger la aceituna que no cae del árbol y la del suelo. La verdad es que así nos respetan».
Pedro Fernández también está afectado por los hurtos, como cualquier otro propietario de frutales que estén a la vista. Es dueño de un almacén en el que preparan las frutas de sus propias tierras, donde cultiva melocotón amarillo, ciruelas rojas y amarillas, peras y nectarinas. «Me roban dos o tres mil kilos de melocotones amarillos. De lo demás se llevan algo, pero no mucho. Con los melocotones es obsesión. Supongo que será porque los venden mejor al ser más atractivo a la vista, no le encuentro otro sentido», conjetura Fernández.
Además de sustraer fruta, los ladrones entran en las casetas de riego y se llevan baterías y gasolina. Entre unas cosas y otras, el propietario afirma que las pérdidas le suponen cerca de 6.000 euros.
Los robos preocupan, y mucho, aunque en esta campaña las pérdidas causadas por los amigos de lo ajeno serán insignificantes si se compara con las consecuencias del veto ruso a la fruta europea. Esa medida afecta de forma directa a fruticultores como Fernández, que tiene paralizados en su almacén 150.000 kilos de fruta.
Aún no sabe cuál será su destino, pero la fecha de caducidad es de solo dos semanas porque sus cámaras están repletas. «Esto sí que nos ha hecho daño y no los robos», lamenta el dueño de la fruta inmovilizada.
«¿Cuándo nos van a dar las soluciones si la semana que viene paramos de coger fruta?», se cuestiona continuamente con miedo de que se eche a perder. «Es fruta y tiene límite de tiempo. No son hierros ni maíces que puedas quedarlos almacenados hasta que salga una solución decente. Ya hemos tenido que tirar 20.000 kilos de ciruelas al ganado. Eran de un calibre mediano-pequeño. Si no somos capaces de vender ni un kilo de las gordas, ¿cómo vamos a vender las pequeñas?», añade antes de indicar que el problema son los 200.000 kilos que quedan por recoger en el campo. «La situación resulta desesperante. El futuro está parado y yo no veo alternativas por parte de nadie. Nos dicen que nos van a dar subvenciones pero no sé donde están».
El dueño de este almacén confiesa «estar tocado y dolido por el veto», aunque le alivia saber que la prohibición de exportar a Rusia ha llegado al final de la campaña. Su empresa envió directamente a Rusia a principios del verano entre 15 y 20 camiones.
Pedro Fernández sabe que la solución al problema ruso está muy lejos de su alcance, pero espera que al menos quienes pueden evitar que le roben las ciruelas de su finca tomen medidas. Y que lo hagan pronto.