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Son los ojos y las manos que la Guardia Civil tiene bajo el agua. Los encargados del rescate de personas en la mar, los ríos y los pantanos. Nadie como los agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) para saber el peligro que entraña sus intervenciones. Contienen la respiración al ver en las noticias el fallecimiento en Tailandia de un buzo durante el rescate de los niños atrapados en una cueva. Saben que lo venció uno de los riesgos a los que ellos se enfrentan casi a diario.
«Es un trabajo sacrificado y muy exigente físicamente, a lo que hay que añadir la plena disposición, aunque eso no es muy distinto a la mayoría de destinos dentro de la Guardia Civil», resume José Andrés Pecino Castro, jefe de la unidad que presta servicio en el área de Asturias y Cantabria. Uno de los requisitos que deben cumplir los nueve buzos del grupo es tener una muy buena forma física. Pero también fortaleza mental. El factor psicológico es indispensable a la hora de afrontar situaciones extremas como puede ser un salvamento en un pesquero hundido -como ocurrió en los barcos 'Santa Ana' y 'Mar Nosso' frente al Cabo Peñas en 2014-, un rescate en una cueva o el rastreo de personas desaparecidas.
El trabajo en el que más horas han invertido en este último año ha sido la inspección palmo a palmo del embalse de Arbón, donde apareció el cadáver de Paz Fernández Borrego, la mujer de 43 años, asesinada en Navia y arrojada al agua. Fue un piragüista el que primero localizó los restos mortales. Los GEAS peinaron luego la zona durante tres semanas en busca de pruebas. Una orden judicial que tenía por objetivo encontrar el arma homicida que presumiblemente utilizó el acusado, Javier Ledo, y los efectos personales de la víctima. «El servicio fue bastante complicado por el estado en el que se encontraba el embalse; al tratarse de una desembocadura de un río, había una gran cantidad de árboles, ramas y sobre todo fango, de un metro de altura que dificultaba mucho las labores», explica el brigada Pecino, con quince años de experiencia en la unidad y los diez anteriores destinado en el grupo de montaña. Porque si por algo se destacan los miembros del grupo de buceadores de la Guardia Civil, es por su pasión por la naturaleza, a lo que se suma su sentido del deber.
El pantano, mayor dificultad
Es precisamente el pantano el medio en el que los buzos de la Guardia Civil coinciden en señalar como el medio de mayor dificultad a la hora de trabajar. «Los inconvenientes radican en la escasa visibilidad de las aguas estancadas, los fondos suelen acumular lodos y la búsqueda se hace sin ver nada, a tientas», asegura el jefe del grupo. Toman todas las medidas de seguridad a su alcance, como realizar las inmersiones de dos en dos, seguir la línea de cabos para no perder la orientación y contar con apoyo en la superficie para prestar actuar en caso de emergencia.
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