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Trabajan divirtiéndose, algo que muy pocos pueden decir. Además, sin imprescindibles, algo poco habitual en las empresas, al menos para dentro de las labores que realizan. La unidad canina de la Policía Local está formada por cinco perros policía, aunque dos de ellos, todavía cachorros, están en proceso de formación. Su misión consiste, en esencia, en rastrear para localizar droga que, al ojo y olfato de un ser humano, se convierte en una tarea imposible. Para ellos se trata de solo de diversión, de jugar para recibir una recompensa, un instinto que tienen todos los perros.
Este grupo, que este año cumple dos décadas, se formó en 1996. Sin embargo, no es hasta 2004, año en el que se fundó la Unipol, cuando se adscribe a esta unidad. Para los cinco agentes que forman parte de ella lo más importante es el vínculo que mantienen con los animales, una unión que va mucho más allá de lo que dure la jornada laboral de los agentes. Si se ponen enfermos son ellos quienes los llevan al veterinario; si es necesario, durante su etapa como cachorro, los cuidan en casa cuando no están en horario de trabajo; durante las vacaciones, siempre, tienen que estar pendientes de cualquier problema o necesidad diferente que tenga el perro... Cada agente es responsable de su perro, durante las 24 horas del día.
La jornada de trabajo de los perros suele ser, en todo el día, de unos diez minutos. Con más dedicación pierden atención. Sin embargo, tanto el tiempo que están ejercitándose como el tiempo que tienen libre se lo pasan jugando. La peor parte a la que se enfrentan estos profesionales es cuando los perros dan un paso atrás después de haber adquirido, poco a poco, todos los conocimientos que necesita para realizar su labor.
Lo más importante, a la hora de entrenar a un perro miembro de una unidad canina es socializarlo. No se les prepara, en sus primeros meses de vida, para convertirse en perros policía. Lo vital para que se desarrollen dentro de esta unidad es que sepan convivir y desarrollarse como el resto de las mascotas, a lo que hay que añadir que carezcan de miedos que sí pueden permitirse otros animales: tráfico, ruidos, escaleras mecánicas, ruedas de monopatín...
Esta etapa de socialización se realiza entre los dos y los seis meses. Después de este primer acercamiento, entre los nueve y los diez meses, se comienza con el programa específico de drogas durante unos seis meses más, siempre siguiendo la misma dinámica de juego y diversión. Es lo que se denomina adiestramiento en positivo, sin ejercer ningún tipo de castigo. Para realizar todo este adiestramiento los agentes están formados.
Tanto el instinto de presa como de casa son cualidades que poseen de forma innata todos los perros. Lo que se busca es potenciar ese instinto, que es incluso más acentuado en las razas que de forma habitual forman parte de las unidades caninas. De la misma forma que la socialización y el entrenamiento empieza cuando son cachorros, la edad habitual en la que se jubilan los animales ronda los siete o los ocho años, aunque dejar de prestar servicio depende de la actitud que presente. De hecho, algunos de los perros que están trabajando en estos momentos ya tienen más de ocho años.
En el caso de los perros de la Unipol se llevan a cabo dos tipos de formación. Algunos de los animales se especializan en la búsqueda pasiva. En este caso, los perros, al detectar la droga, se paran y marcan el lugar donde está. Otros perros de esta unidad, como es el caso de Nira, está entrenada para la búsqueda activa. Cuando localiza la droga destroza todo lo que está en medio para poder encontrarla. Ningún vecino, ya esté paseando en la calle o conduciendo su coche, puede negarse a realizar un control. De hecho, lo más habitual es que, al ser detectados por los perros, desvelen que porten una u otra droga. El Ayuntamiento de Santa Cruz dispone de un seguro en caso de que el animal estropee algún vehículo o se produjera un desperfecto.
Bulos
Los responsables de estos animales en Santa Cruz son conscientes de que existen mitos o bulos sobre el tratamiento que se le da a la droga y su efecto sobre los perros. En ningún caso se les ofrece droga para que sepan qué tienen que buscar. El procedimiento se basa en que asocien el olor a sus juguetes, los mismos con los que disfrutan desde que son cachorros.
Por lo general son juguetes de tela en la que queda impregnada el olor de las cuatro drogas que son capaces de detectar: heroína, cocaína, hachís y marihuana. Esos juguetes nunca entran en contacto directo con la droga, al igual que tampoco los animales. Tan solo se colocan al lado para que cojan el olor. Con ellos se juega después, durante el tiempo que dura el entrenamiento, para que los perros lo asocien con lo que tienen que encontrar. Las drogas que emplean para impregnar los juguetes están registradas en el Juzgado, para que nada se extravíe.
Si la formación es importante en estos agentes, estar en contacto con otros profesionales que se dedican a lo mismo es también gratificante. Comparten impresiones y formas de desarrollar el trabajo. Este año, la idea de los miembros de la unidad canina es trasladarse a Móstoles para compartir su experiencia con los policías de toda España en el encuentro de guías caninos de policías locales que se celebrará en esta ciudad.
http://www.laopinion.es/tenerife/2016/0 ... 53119.html
Vaya preciosidades de perros. Por cierto, hay un compañero que se gasta buena melena