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Los recintos hospitalarios tienen sus propios ángeles custodios. La mayoría de las veces se antojan invisibles, pero están ahí cuando se presenta alguna anomalía. Esa es precisamente su mayor cualidad, parece que no están hasta que se les necesita. Atentos a cualquier contratiempo, a cualquier necesidad. Respetan el dolor de los familiares porque la chispa puede saltar en cualquier momento. A veces la psicología de saber tratar con afecto a una persona que se presenta fuera de sí es mejor que la propia experiencia.
Este es el caso de profesionales como Francisco Caro, un profesional de la seguridad que trabaja como responsable de los Vigilantes de Seguridad en el Hospital Infanta Cristina de Badajoz desde hace catorce años. Por las instalaciones del hospital pasan a diario cientos de empleados y miles de pacientes y familiares, muchos de ellos afectados por dolencias que influyen en su estado anímico, causando en ocasiones situaciones límite.
Francisco tiene claro que en momentos como ese hay que conservar la calma. Si el paciente o sus familiares vienen nerviosos, alterados, y nosotros no conservamos la calma es bastante probable que haya un choque que podríamos haber evitado.
Sus palabras son producto de las anécdotas vividas por este hombre de gran calidad y calidez. Un Vigilante de Seguridad con dilatada experiencia al que sus compañeros de trabajo y el personal del hospital aprecian por esa y otras cualidades.
La presencia de los Vigilantes de Seguridad en el entorno hospitalario son un sector poco reconocido a veces, aunque protagonizan anécdotas importantes como la que conocimos hace días cuando un delincuente se confundió entre el personal ataviado con una bata médica que había rodado previamente para robar varios ordenadores del hospital.
El suceso tuvo lugar el pasado 22 de abril, a primera hora de la noche, cuando el ladrón consiguió abrir una de las puertas correderas para colarse en la zona de consultas externas, apoderándose de tres ordenadores instalados en la zona de atención al público. En ese momento los Vigilantes de Seguridad estaban haciendo su ronda habitual por las instalaciones donde se produjo el robo, pero el ladrón debía haber estudiado sus movimientos y estaba escondido cuando pasaron por allí, por lo que no lo detectaron.
Cuando el personal del hospital se percató de lo sucedido dieron la voz de alarma y el personal de seguridad procedió a visionar las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad para tratar de identificar al autor del robo, consiguiendo identificarlo y detenerlo en la segunda planta del complejo hospitalario pocas horas después en la zona del Materno Infantil.
Los directivos de Socoex, la empresa de seguridad contratada por el Servicio Extremeño de Salud, nos relatan que no es normal que se den casos de este tipo, porque la prevención es efectiva y funciona. Obviamente no existe la perfección en ningún aspecto, y como es lógico en seguridad tampoco, por lo que cada cierto tiempo tiene n conocimiento de prendas de abrigo o carteras que son sustraídas del interior de las habitaciones o de las taquillas y vestuarios del personal médico.
A veces los autores de los delitos son personas que acceden desde la calle, pero es más normal que se trate de familiares de pacientes hospitalizados que aprovechan su paso por el hospital para cometer algún delito. También tratamos de actuar contra los aparca coches ilegales que actúan en los alrededores del complejo sanitario.
Nos cuenta la anécdota de una persona que había denunciado ataques ofensivos mediante la colocación de pasquines en los coches estacionados en el Materno Infantil Perpetuo Socorro, localizando a dos personas que colocaban dichos pasquines y entregándolos a las Fuerzas del Orden.
La evolución del servicio de seguridad en los hospitales cambia continuamente al mismo nivel que cambia la sociedad. Es posible que varíe el número de Vigilantes de Seguridad, la calidad de las cámaras de vigilancia y de los sistemas de detección, pero nuestra función sigue siendo básicamente la misma.
Entre estos cambios destaca la creación de dos centros de control permanente de seguridad en el Infanta Cristina y en el Materno Infantil Perpetuo Socorro, donde se encuentra de manera permanente un Vigilante de Seguridad que controla el visionado de las cámaras de vigilancia para detectar a cualquier posible intruso. Las imágenes grabadas se conservan durante un tiempo límite de 30 días, tal y como contempla la Ley, a no ser que se produzca algún hecho delictivo y las imágenes sean solicitadas como prueba, en cuyo caso se conservan hasta la celebración del juicio en poder de las fuerzas policiales que correspondan.
Resulta curioso que dos de las medidas que están provocando más conflictos, estén relacionadas con cuestiones que nada tienen que ver con el funcionamiento de un hospital. Por un lado el cumplimiento de los horarios de visitas y el número máximo de acompañantes y por otro la prohibición de fumar en las instalaciones y los alrededores del hospital.
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