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Hola
Alex y se bienvenido al foro.
Por lo que tengo visto en mi vida personal y en la profesional, no nos ponemos a la defensiva, al contrario nos encanta el diálogo, la plática (para muestra éste Foro). Yo personalmente me rijo por tratar de hacer las cosas por “
el libro” y de esta manera nunca te equivocas. Lo primero es que siempre he tenido un
motivo para identificar a una persona, no veo ningún “extraño placer” en ello y nunca he tenido ganas de “complicarle la vida” a nadie, ni por mi mala actuación, complicármela yo. Al proceder me identifico correctamente y no dejo lugar a dudas o a malas interpretaciones de mi condición, por eso la gran mayoría de las personas me muestran su D.N.I. sin más, pasan el “trámite” y se van; cuando me preguntan el motivo, también se lo doy. Pero cuidado, a veces, el ciudadano trata de evadirse, bien por ignorancia (casi siempre) planteando cuestiones de Derecho que son solemnes tonterías, por la simple razón que son “de oidas” (las series de TV han hecho estragos), o bien por desprecio de la ley y de la Policía (que también), lo que da origen a situaciones chuscas y ridículas. Si uno es amable o cortés no veo porqué no he de responderle (hasta incluso ser simpático yo). Ahora si se comporta chulesca y despectivamente… ¡Qué decirte, no le voy a invitar a cenar!
Desde mi experiencia he podido constatar que siempre
habla el que más tiene que callar, resultando, tras la identificación, que tiene antecedentes (lo que de alguna manera había deducido) y las más de las veces “requisitorias” de algún Juzgado. Y en ocasiones, como en el caso que comentas, a situaciones nunca deseadas por el ciudadano, pero en las que se ha metido el solito.
Esto de las identificaciones me trae a la memoria una anécdota. Una vez, en Madrid me pasó lo siguiente:
Acudimos de servicio y de uniforme a una alarma de atraco a una entidad bancaria. Vimos a través de los cristales que aparentemente, no pasaba nada y que era falsa.
Llamamos a la puerta para que nos abrieran, y tratar de ver si habían pulsado por negligencia o descuido, o por si efectivamente, había pasado algo.
Sale una Señora (que luego supimos que era la Subdirectora) y a través del cristal, nos dice que no nos abre por que no sabe a ciencia cierta si somos policías o atracadores.
Mi compañero, que era sevillano con su gracia y desparpajo naturales, le dice: hombre Señora no ve usted que estamos de uniforme (ponle acento andalú).
Y responde la empleada: ya pero ese uniforme se puede comprar en una tienda de disfraces.
Nos miramos y vemos que no iba a entrar en razón, por lo que nos tomamos la situación con calma y un poco, a risa.
Estas pistolas que llevamos y el “pocket” por el que hablamos, ya suponemos que supondrá que también se pueden alquilar, pero ése vehículo policial que ve usted aparcado detrás de nosotros ¿también?.
Pues sí, también se puede alquilar.
Le mostramos entonces el carné profesional, con igual respuesta: era falso.
Al final ya con un poco de sorna le dijimos: Haga el favor llame a Comisaría del Distrito tal y pregunte si han enviado al indicativo tal, compuesto por dos policías y les detalla nuestra descripción física. Y para nuestro asombro, la Señora va y lo hace, y acto seguido nos dice que ya se cree que lo seamos y nos abre la puerta.
Y el sevillano entonces le pregunta: …y ahora cómo se yo que es usted la que trabaja aquí y no una atracadora?. La mujer era un duelo tratando de hacernos ver que era efectivamente quien decía ser y mi compañero en tono guasón, seguía preguntándole haciendo uso de la “lógica” de la subdirectora.
Bueno es una anécdota simpática de mis tiempos por los “madriles”, que viene a cuento, con lo que comentábamos, de cómo a veces algo tan simple se vuelve complicado y más si entran en juego otros elementos como la falta de respeto (muy frecuente) o la agresión.
Tus amigos abogados, como los míos, comentan las jugadas como los entrenadores de fútbol (desde la grada), desde la fría perspectiva del derecho, pero no te olvides que siempre hay algo que se omite o que no se menciona en el "terreno de juego", la verdadera conversación (no la que cuenta una parte y la otra). Y otra que es el “quid” de la cuestión: ¿podría o no, haber evitado el ciudadano ponerse en esa situación?.
UN SALUDO