Aquí os pego un documento interesante sobre el tema. Como comentario, además de los problemas de la excesiva compresión por parte de la sociedad de la desviación juvenil y una educación familiar y escolar, en la mayoría de los casos inapropiada e incompetente, si unos padres carecen de valores, difícilmente sus hijos puedan tenerlos, porque no han sido educados en ellos (técnicamente no se les ha inculcado ninguna forma de comportamiento o actitud pro social).
Leedlo que merece la pena.
Otros observadores de la realidad social del menor (niños, adolescentes, jóvenes) vienen en subrayar el influjo destructor, que para la adecuada convivencia, posee el extenso cultivo de determinados desvalores o déficits de valores, cuando predominan en el proceso de socialización. Ello se realiza, en nuestras sociedades, porque se inculca, con no rara frecuencia, como núcleo de aquél, el individualismo. Es decir, el egocentrismo intelectual, afectivo, moral... El relativismo, como sistemática actitud intelectual y ética, derivante de tolerancias mal entendidas, al partir de que "todo es y vale lo mismo," o de que "todo vale". La vivencia del "ahora" o del más inmediato presente, por no pocos, que se adhieren, con exceso y sin referencia normativa, al principio del placer y soslayan el principio de realidad. Y, por ello, perciben y sienten todo sacrificio y esfuerzo como inasumible carga expiatoria y de aflicción. Desde luego, el trabajo se concibe como mero medio de rentabilidad económica, presente o futura, al margen de cualquier proceso de perfeccionamiento personal. Claman por el reconocimiento de derechos y por las oportunidades de su ejercicio, pero miran hacia otro lado en cuanto a la lista de deberes. Reivindican justicia social, igualdad, tolerancia, solidaridad, ecología..., pero se alejan de los medios operativos concretos sin cooperar a lograrlo.
Tendencia a captar la realidad a través de la inestabilidad del sentimiento o de la emoción, orillando excesivamente a la razón. En consecuencia, excesivo apego a la cultura de la imagen en perjuicio de la comprensión a través del raciocinio y la abstracción.
Ello conllevaría, como consecuencia lógica, la escasa reflexión sobre las consecuencias de los propios actos. Lo que, sin duda, posee trascendencia negativa con respecto a los posibles comportamientos de carácter antisocial o delictivo. Sin pasar por alto que, en la medida que la base de la decisión sea inestable, aparece la inseguridad psíquica y, como mecanismo de defensa, las reacciones machistas y autoritarias.
La familia es la cuna de la socialización primaria del niño. Es el agente inicial de transmisión, a aquél, de una determinada cosmovisión: sobre las personas, empezando por el propio "yo", y sobre el mundo circundante. Sobre el ser y el estar del menor en un sociedad determinada. Es el primer y primordial sujeto activo de culturización. De introyección de ese contenido que TYLOR identificaba con la auténtica cultura y que podríamos sintetizar refiriéndonos a: ideas, saberes, creencias, arte, moral, leyes, costumbres, habilidades, usos adquiridos, actitudes, reacciones reflexionadas, en cuanto equipaje adquirido y a adquirir por el hombre en cuanto miembro de un grupo o de una sociedad.
Según sea la orientación del precedente bagaje (socialmente constructiva o desestructuradora, suficientemente vertebradora o abiertamente desvertebradora, respetuosa con el prójimo o gravemente irreverente...), ofrecida al niño, así tenderá, en principio, a discurrir el itinerario conductual de éste.
Naturalmente, y en consecuencia, una orientación disfuncional, por parte de la familia, puede convertise en base de los precitados factores de riesgo. Al revés de lo que ha de ocurrir, en principio, con la incentivación y quehacer positivos o funcionales.
Dijo Aritistipo a Diogenes cuando le vio cenar lentejas: Si aprendieras a ser sumiso al rey, no comerías esa basura de lentejas. Diógenes replicó: Si hubieras aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.