Gc Edicion 175 Aniversario |
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Profesionales Sanitarios En la definición de estrés nos identificamos con las propuestas que defienden la interacción individuo-ambiente. De acuerdo con esto, para que el profesional se encuentre bajo estrés depende tanto de las demandas del medio como de los recursos del organismo para responder ante esas demandas, por lo tanto, consideraremos que la cantidad de estrés estará en función de la falta de adecuación entre las demandas del medio y los recursos del organismo. Esto es percibido por el propio sujeto como hasta qué punto tiene o no habilidad para manejarse en una situación determinada.
Para resumir lo antes señalado, los factores que intervienen en nuestras respuestas al estrés, según Saranson (1980), son los siguientes:
a) Demandas del medio o naturaleza de la tarea a desarrollar.
b) Habilidades específicas del organismo para llevar a cabo esa tarea o cumplir con las demandas.
c) Características personales más generales (fisiológicas, cognitivas y motoras).
d) Apoyos sociales y ambientales.
e) Historia personal y experiencias anteriores en situaciones de estrés.
Habría que aclarar que la exposición a estas situaciones de estrés por sí mismas no tienen porqué ser negativas. Por el contrario, las mejores realizaciones del organismo se consiguen en esas condiciones, y sobre todo, un hospital o una sala de coordinación sin estas situaciones sería muy ¡aburrida! El auténtico problema está cuando se mantienen estas situaciones de forma permanente por encima de las posibilidades de nuestro organismo. Cuando esto ocurre, se pueden producir una serie de alteraciones a diferentes niveles: subjetivos, cognitivos, fisiológicos, sociales, conductuales, etc.; que ya relacionamos en páginas anteriores.
Atención Primaria. En cuanto a las condiciones existentes en el ámbito de la atención primaria, tenemos una estructura organizativa en el SAS que hace que las situaciones de emergencia sean diferentes si éstas se producen en el área rural o urbana, es decir, en el área rural aunque se tenga acceso al sistema integral de emergencias, la respuesta de este servicio va a estar condicionada por la disponibilidad del helicóptero, la crona con el hospital base, etc. Esto unido a la distancia objetiva con respecto al hospital hace que se perciba un cierto aislamiento en caso de emergencia.
Otro elemento a valorar en Atención primaria es el de los recursos específicos para afrontar un situación de emergencia. Según Lazarus, existe una evaluación primaria de la situación en sí misma, y una evaluación secundaria que está relacionada con la valoración del sujeto y sus propios recursos para hacer frente ante esa situación. Para aclarar este concepto recurrimos al tópico del miedo a viajar en avión que es superior al de viajar en automóvil. Según la explicación anterior, basada en la propuesta de Lazarus, esto es debido a que aunque objetivamente el número de víctimas es mucho menor en accidentes de aviación que en automóviles, en nuestra evaluación secundaria, tenemos menos recursos o posibilidades de actuar ante un hipotético accidente de aviación en el que nos veamos como víctimas.
Si observamos el trabajo diario de un Centro de Atención Primaria, comprobamos que se dan situaciones cotidianas de urgencia, si bien la emergencia es excepcional. Los profesionales de este Centro aunque tengan una formación en emergencia, si no existe una práctica frecuente que revalide esta formación se va a ir perdiendo con el paso del tiempo. Los aparatos propios para atender una emergencia, como es el caso de un monitor o un respirador, en la mayoría de los casos son inexistentes y en los que existen es más que probable que no estén operativos al 100%.
Pero no es nuestro propósito poner de manifiesto las carencias de la Atención Primaria en materia de recursos o formación específica de los profesionales sanitarios. Nuestro propósito es analizar aquellos factores que tienen relación con el estrés en la emergencia sanitaria en los escenarios antes citados, y qué duda cabe que estos factores descritos influyen de manera notable en la producción de estrés, aunque no son los únicos. A estos factores habría que añadirles el trabajo a turnos o las guardias que cubren y complementan la jornada diaria, las sobrecargas de trabajo en la consulta diaria que se ve alterada al producirse la emergencia y la exposición a riesgos añadidos en la actuación de emergencia.
Atención Especializada. De forma tradicional se ha relacionado la asistencia en emergencias con el hospital, concretamente con el área de urgencias y cuidados críticos. En este área se han ido constituyendo servicios cada vez más especializados en cuidados intensivos que se han ido parcelando en diversas unidades (neurocirugía, coronarios, pediatría, reanimación, etc.).
Aquí habría que señalar que el entorno en el que nos movemos está libre de familiares y otros usuarios del hospital ajenos a la unidad. Esto lo podemos colocar en el “haber” de nuestro libro de contabilidad del estrés, por el contrario en el “debe”, mucho nos tememos que vamos a colocar algunas más. Las obligaciones de rapidez, disponibilidad y eficacia ante una situación de emergencia, son una premisa que han de cumplir estas unidades. El elevado número de muertes que ocurren en estas unidades es quizás uno de los factores más poderosos de estrés en Atención Especializada. La intensidad afectiva de la relación con el paciente que va a variar en función del tiempo de permanencia de éste. El fracaso, o mejor expresado la sensación de fracaso terapéutico cuando se produce una muerte, contribuyen a mantener unos niveles más que aceptables de estrés.
Emergencia Extrahospitalaria. Nos vamos a referir a la que se gestiona y responde a través del Sistema Integral de Emergencias 061. Existen dos parcelas de trabajo bien diferenciadas y sin embargo complementarias, por lo que ninguna podría actuar adecuadamente sin la otra. Nos referimos a la sala de coordinación y a la unidad constituida por el equipo asistencial de emergencia.
El desarrollo de un trastorno será más probable en función de la respuesta, tanto en frecuencia como en duración y calidad de la misma. Otro aspecto que queremos resaltar en el presente trabajo es el que se ocupa de la respuesta profesional que ha de darse desde la sala de coordinación, es decir, que independientemente de la situación vivida como estresante, “contagios” del llamante u otras circunstancias que rodean al propio suceso motivo de la llamada, la respuesta ha de darse en función de la naturaleza del suceso, del lugar, de la hora y de los recursos disponibles en ese momento.