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Y a pesar de todo.... en libertad.
El preso más peligroso de España
Zhakar Kalashov está considerado el gran jefe de la mafia rusa. Y está preso en España. Se le tiene como el interno más peligroso de nuestras cárceles, y lleva en aislamiento más de veinte meses. Las fuerzas de seguridad españolas emplearon a dos confidentes para controlar su organización y lograr su detención.
El hombre de los casinos
Zhakhariy Kniazevich Kalashov nació en Tiflis (Georgia), el 20 de marzo de 1953. Cursó estudios de secundaria, y, según la policía rusa, entró a formar parte de los ladrones de ley en 1971, en una reunión clandestina celebrada en su ciudad natal, al amparo de uno de los grandes capos del momento, el fallecido Avdó Merzoyev. Desde ese año pasó varias veces por la cárcel hasta 1985, según información del Gobierno georgiano, aunque no hay constancia de que fuera condenado por delito alguno. En 1989 se trasladó a Rusia, donde recibió –según la fiscalía georgiana– la ayuda de Tariel Oniani, uno de los principales capos locales y responsable del grupo Kutaiskaya. La policía española considera que Oniani recibió de sus superiores el encargo de asesinar al fiscal anticorrupción de la operación Avispa, David Martínez Madero. La colaboración temprana entre los dos ladrones de ley hizo pensar a los servicios de seguridad españoles que Kalashov podía estar por debajo de Oniani en el escalafón. Pero la tesis cambió. Los agentes colocan a Kalashov como máximo responsable de las principales mafias rusas desde los años 90.
La inteligencia georgiana lo acusa, en documentos a los que ha tenido acceso esta revista, de controlar con mano férrea el negocio del juego. “Igualmente le favorece el tráfico de drogas, ejerce la venta ilícita de armas y obtiene de esta forma ingresos considerables”. En 1998, según las mismas fuentes, Kalashov regresó a Georgia para hacerse con el control de varios casinos, entre ellos el Astoria Palace, el más importante del país. En aquella época compró varias viviendas en un edificio de la calle Rusaveli de Tiflis. Allí mismo adquirió un terreno para construir una mansión con 62 habitaciones. Los servicios de información españoles relatan en sus informes que Kalashov tomó especial protagonismo entre los capos rusos en 2002 en una reunión de los ladrones de ley en Ginebra. Según su defensa, Kalashov nunca ha estado en Suiza. “Y no hay pruebas de lo contrario”. El 14 de abril de 2006, un mes antes de su detención, un alto funcionario georgiano recibió una llamada en su teléfono personal. El interlocutor se identificó como Kalashov, le mostró su malestar por la detención de dos ladrones de ley y recordó al mandatario político que todos los capos de la mafia georgiana se unirían contra la policía si seguían las detenciones contra ellos. Además, aseguró que tenía un ejército “de hermanos” en Georgia dispuestos a cumplir sus órdenes.
07/04/08
Zhakar Kalashov es un vor Z konen. Un ladrón de ley. Es el rango más alto entre los capos de la mafia rusa. Y está considerado el preso más peligroso de España. Lleva más de veinte meses en régimen de máxima seguridad, aislado del mundo. No puede recibir visitas, ni realizar llamadas. No tiene contacto con otros presos y espera su juicio en una prisión preventiva itinerante. Cambia de celda cada pocas semanas, y de prisión a los tres o cuatro meses. Es una medida para evitar que sea rescatado por sus subordinados, o asesinado por sus rivales. Y se controla con un celo especial a todo aquel que tiene acceso al Hombre Invisible, como era conocido este capo georgiano antes de ser detenido.
Y es que Kalashov era un hombre sin rostro. Los servicios secretos internacionales no tenían ni una foto reciente con su cara. Y sus contactos con el Gobierno ruso le blindaban dentro del país. La vida de Kalashov era tranquila y segura, al margen de ojos indiscretos. Y de las manos de las policías extranjeras. Hasta que la Guardia Civil española logró infiltrarse en su red. Para ello, los agentes captaron en 2003 a un colaborador cercano al georgiano. Un empresario ruso residente en Alicante y relacionado con el mundo del espectáculo. Según la declaración judicial del confidente, los ladrones de ley habían secuestrado años antes a una persona de su familia. La Guardia Civil lo sabía y le ofreció un trato: información sobre Kalashov a cambio de agilizar la investigación del secuestro. El informante aceptó. Y desató una investigación que culminó con la detención del capo georgiano en mayo de 2006 en Jumeria (Emiratos Árabes Unidos). Días después, fue trasladado a España, donde la Audiencia Nacional lo buscaba por asociación de malhechores y blanqueo de capitales. Su captura era una prioridad desde que se inició la primera fase de la operación Avispa (contra las mafias rusas), en junio de 2005. En aquella ocasión, según los informes policiales, Kalashov escapó.
La Justicia española lo acusa de pertenecer a una banda, los Vor Z Konen, y de lavar en España el dinero de sus negocios ilícitos. Pero la defensa de Kalashov ha pedido el sobreseimiento y archivo del caso. Consideran que los hechos investigados no constituyen infracción penal en España, y que las acusaciones contra el capo ex soviético son insostenibles. Primero, porque Kalashov ya fue juzgado en Georgia –donde tiene una condena pendiente de 18 años– por pertenecer a los ladrones de ley, y la legislación internacional prohíbe juzgar dos veces a una persona por el mismo delito. Y segundo, porque alegan que no hay pruebas consistentes que relacionen el georgiano con negocios de blanqueo en España. De hecho, las empresas que aparecen en los informes policiales como instrumento del lavado de dinero fueron creadas y controladas por dos confidentes de la Guardia Civil, ahora imputados.
La carrera por detener al Hombre Invisible comenzó en 2003. Los días 20 y 21 de marzo, Kalashov celebró su 50 cumpleaños en el Hotel Montíboli de Villajoyosa (Alicante). La organización del encuentro fue controlada en todo momento por los agentes españoles gracias a su confidente. “Ellos no lo conocían. No sabían su cara. (…) ¿Por qué acepté el trato con la policía? Porque a mí estas personas me quitaron todo. Lo perdí todo y los odiaba. (…) Yo organicé un día de cumpleaños y los junté a todos porque lo quería la Guardia Civil. Kalashov invitaba a personas. Nosotros sabíamos que iba a invitar a todos los criminales. La Guardia Civil lo sabía y era lo que quería”, dice el confidente ruso en su declaración ante el juez. El confidente buscó a una mujer de su confianza para que le sirviera de traductor con los agentes españoles. Pronto, esta segunda persona se convirtió también en informante. “Yo fui testigo de que X estudiaba todos los detalles de la preparación con la Guardia Civil. Ellos mismos pusieron el hotel. Y yo les entregué copia de todos los pasaportes”, relata la confidente en su comparecencia judicial.
Los informes de la fiscalía española vinculan a Kalashov con una red internacional de blanqueo de dinero por medio de dos sociedades españolas: Sunninvest 2000 y Elviria Invest SL. La tesis policial mantiene que el capo georgiano desviaba a la Costa del Sol sus ingresos ilícitos. Pero los autos judiciales reconocen que no hay vinculación documental de Kalashov con las sociedades. Lo que no figura en los informes es que ambas firmas fueron creadas por los colaboradores policiales, con conocimiento de la Guardia Civil. “Consulté con ellos si podía tener una empresa en Marbella para tener una actividad. Consulté con los servicios y me dijeron que sí, que adelante, pero que naturalmente no hacerla con criminales. De todas las personas que incorporaba a ese negocio yo les enviaba [los datos] a la Guardia Civil. (…) La Guardia Civil es la que controlaba todo lo que pasaba”. Las empresas fueron creadas en enero de 2003. Al poco tiempo, Kalashov puso en contacto al confidente con dos empresarios de origen georgiano: “Él no se ocupaba de nada de esto. Simplemente servía como garantía para que ellos se metieran en la empresa. Ellos compraron una tierra y la incorporaron a mi compañía. Me dieron el 10 por ciento para que yo me ocupara de construir. Y así fue como empezó”, explica ante el juez.
Los hombres recomendados fueron Leon Lann y Constantine Manoukian. Según las declaraciones judiciales, ambos son dueños de importantes casinos en Georgia. “¿Kalashov tiene alguna influencia o domina esos casinos? Por supuesto, documentalmente no es el dueño, pero es el dueño. (…) Ellos están por encima de la ley. Todos ellos tienen más poder que los ministros”, explica al juez uno de los informantes. Los hombres propuestos por Kalashov descubrieron pronto el papel de agentes dobles de los confidentes policiales. “Lann y Manoukian empezaron a inmiscuirse en mi trabajo. No sé cómo se enteraron de que X era intermediario entre yo y las autoridades del Estado y empezaron a perseguirme”. Los informantes sacaron entonces documentación contable de las sociedades y la entregaron a los agentes en un encuentro en Madrid. Después, un confidente se marchó a Israel, mientras el otro, padre de tres hijos, comenzó a sufrir serias amenazas, según su testimonio: “A ti te vamos a liquidar. Te vamos a perseguir hasta que te liquidemos”. En octubre de ese año, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos alertó a la policía española de una entrada de tres millones de euros de “procedencia ilícita” en las empresas imputadas a Kalashov. El dinero llegaba a España por medio de sociedades interpuestas: la gibraltareña Möller Ltd y Grenstock Corporation, una empresa estadounidense relacionada con Leon Lann. La fiscalía española asegura que hay una relación de “sumisión” de toda la red a Kalashov, incluidos los dos responsables de estas firmas. La defensa del preso georgiano lo niega de plano, y asegura que la investigación está desacreditada, ya que la creación de las sociedades fue tutelada en todo momento por las fuerzas de seguridad españolas. Las mismas fuentes recuerdan que Kalashov lleva 22 meses sin auto de procesamiento, pese a estar en el régimen más restrictivo de vigilancia penitenciaria. Al término del interrogatorio, el juez hace una pregunta directa a uno de los colaboradores. “Entonces, ¿no necesita protección?”. La respuesta del confidente es sorprendente: “No necesito. Yo lo tengo todo controlado”.
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