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Los miles de metros cuadrados que se extienden entre el mar y Málaga ciudad tienen sus propios guardianes, esos que, a diario, se encargan de vigilar cualquier suceso que tiene lugar en el recinto del Puerto de la capital de la Costa del Sol. En esta especie de frontera urbana tres son los cuerpos que se reparten las tareas de seguridad, aunque es la Policía Portuaria la que vive de una manera más intensa esta actividad. Tarea que en los primeros dos meses del año está siendo más que destacable.

Los operarios de este dispositivo, que comparten territorio con la Policía Nacional y la Guardia Civil, se han topado con dos incidentes cuanto menos llamativos en lo que llevamos de ejercicio. El pasado 11 de enero, en la zona de San Andrés, un equipo de la policía de los muelles tuvo que socorrer a un inmigrante, de nacionalidad argelina, que aseguraba haber sido atacado por tres individuos y que denunció robo y un intento de violación. Tras efectuar el rescate de la víctima, que presentaba signos de hipotermia, los operarios detuvieron a los presuntos asaltantes y los pusieron a disposición de la Policía Nacional. El agredido tuvo que ser atendido por efectivos del servicio de emergencias sanitarias.

Varias semanas más tarde, en concreto, el pasado día 30 de enero, una patrulla nocturna, mientras realizaba su habitual ronda por el recinto portuario, detuvo un vehículo en las inmediaciones del muelle número cuatro. En su interior hallaron 86,5 kilogramos de hachís repartidos en seis bultos. Una vez inmovilizado el coche y retenidos los ocupantes, los agentes dieron aviso a la Guardia Civil para que ejecutase las oportunas diligencias.

En la actualidad, la Policía Portuaria dispone de unos 70 efectivos y actúa según unos planes de seguridad y protección diseñados específicamente para el Puerto de Málaga en permanente coordinación con Guardia Civil y Policía Nacional. Sus directrices son claras: proteger y garantizar la seguridad de todo lo que ocurre en el recinto portuario.