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El jefe de los dos ertzainas asesinados por ETA en Beasain tal día como hoy de 2001 recuerda a sus compañeros. Todavía espera que se detenga a los autores y por fin se haga justicia
23.11.09 - 02:47 - ANTTON IPARRAGUIRRE | SAN SEBASTIÁN.
«Yo no creo que fuera un atentado o ekintza como dicen los etarras, sino una venganza o mendeku, además de un ajusticiamiento». Así de rotundo se manifiesta el que fuera responsable del grupo de Seguridad Ciudadana al que pertenecían los dos ertzainas asesinados por ETA en Beasain hace hoy ocho años. Este agente, que prefiere mantener su identidad en el anonimato, jamás podrá olvidar aquel oscuro y lluvioso anochecer de otoño en el que dos terroristas tirotearon a Javier Mijangos y Ana Isabel Arostegi cuando regulaban el tráfico en el cruce de Zaldizurreta. Con motivo del aniversario, el Ayuntamiento de ese municipio goierritarra ha organizado para esta tarde un homenaje en recuerdo y reconocimiento a ambos agentes.
Con un tono de voz en el que se combina la emoción, el sentimiento de impotencia y una rabia contenida, el que fuera responsable de los dos ertzainas fallecidos relata la trampa mortal. «Aunque ya temíamos un atentado por algunos hechos anteriores y nos parecía que existía un alto riesgo, llevábamos varias semanas haciendo un servicio especial que nos pidió el Ayuntamiento de Beasain, porque los policiales municipales no podían regular el tráfico en el cruce de Zaldizurreta, que estaba en obras y sufría a diario un caos circulatorio», rememora.
Indefensos
A las siete y cuarto de la tarde saltó la alarma de que habían sido tiroteados dos agentes. «Enseguida me percaté de que tenían que ser Ana y Javi, porque yo les mandé allí, y se produjo el caos. En la comisaría estábamos dos patrullas y una había sido abatida. Fui con el jefe instructor de Atestados y nos encontramos con los dos cuerpos en el suelo. Acordonamos la zona e intentamos aliviar el caos circulatorio. Logramos llevar a Javier con un hálito de vida al cercano ambulatorio, pero Ana tenía tres tiros y estaba ahí... La remataron en el suelo, porque tenía el primer disparo en la mano. No pudo ni defenderse», relata con amargura.
Recuerda que Ana Isabel se convirtió en la primera mujer ertzaina asesinada por ETA y que tuvo que confirmar a su marido, también agente, el fallecimiento. A su juicio, los autores del atentado, una pareja joven, demostraron más que sangre fría un odio irracional. «Y además inculcado en sus casas», remarca un compañero suyo también testigo del doble asesinato y que denuncia que hubo «desatención» por parte del Departamento de Interior los primeros días tras el atentado.
Ocho años después la imagen de los dos cuerpos ensangrentados sobre la calzada sigue atormentando al jefe de los ertzainas. Recuerda a Ana que tenía 32 años y vivía en Mungia. «Era una madre coraje, con tres hijos pequeños, uno de ellos con una deficiencia. Siempre estaba con una sonrisa y dispuesta a trabajar».
De Javi, por su parte, dice que «era un tipo muy socarrón y alegre de 34 años. Vivía en Miranda de Ebro y venía todos los días a la ertzainetxea de Beasain, en la que llevaba apenas dos meses. Tenía un hijo de muy corta edad del que siempre decía que quería educar alejado de todo tipo de violencia. Un hermano de Javi también era ertzaina y no sé si dejó el cuerpo».
Malos recuerdos
Este agente no oculta que «cada vez que llega el aniversario me pongo malo». Agrega que a los dos meses del atentado todavía tenía taquicardias y aún hoy padece alteración de sueño. Miles de veces se ha preguntado el por qué de aquellas dos muertes y si él pudo evitarlas. Admite que al principio le costaba mucho mandar a compañeros suyos a misiones que podían entrañar algún riesgo para ellos, y que prefería ocuparse él personalmente. Pese a todo, es rotundo al afirmar que en ningún momento pensó en dejar la Er-tzaintza ni su destino en Beasain. «Si dejo el cuerpo será porque yo quiera, no porque ETA ni nadie me obligue», señala convencido. Sí reconoce que hubo agentes que abandonaron la Policía autonómica y otros que estuvieron mucho tiempo de baja.
El asesinato de Arostegi y Mijangos está todavía sin esclarecer. Sus compañeros reclaman al departamento de Interior que no cierre la investigación. «Hay que ponerles cara a los dos autores del tiroteo para que se haga justicia».
Para ellos, «fue un salto cualitativo de ETA. Quiso advertirnos 'a nosotros no nos pilléis vosotros, que sea la Guardia Civil, pero no vosotros'». Por ello reiteran que el de Beasain, más que de un atentado se trató «de una venganza y de un ajusticiamiento».
Mi grato recuerdo por Ana y Javier, compañeros brutalmente asesinados por la cobarde y asesina ETA, es triste que aún no se haya puesto entre rejas a los que causaron esta masacre.
Mi recuerdo a ellos y mi apoyo incondicional a cada uno de los familiares de los mismos.