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«¿Para qué mataron a 'Toto'?»
Compañeros homenajean hoy al ertzaina Totorika 10 años después del atentado de ETA. «La izquierda abertzale debería pedir perdón a todos los ertzainas», reclama un agente al recordar aquella trágica noche en Hernani
08.03.11 - 03:46 - ANTTON IPARRAGUIRRE | SAN SEBASTIÁN.
«Entonces te das cuenta de que puede pasarle a cualquiera y que te estás jugando la vida»
El agente de 25 años murió tras explotar un coche bomba trampa en una rotonda .
«Había humo y fuego, y un ertzaina arrodillado trataba de ayudar a otro, tendido en el suelo». Éste fue el relato hecho hace diez años por un testigo del atentado trampa con coche bomba que costó la vida al agente Iñaki Totorika Vega en la rotonda Zinkoenea, en el barrio de La Florida, de Hernani. Una década después, un excompañero suyo de comisaría, aunque no presenció esa trágica imagen «por casualidades de la vida» lo siente como algo vivido. Aquella «muerte sin sentido» tras la acción «ruin y cobarde» de tres miembros de ETA en la noche del 8 al 9 de marzo de 2001, le ha dejado «tocado» para siempre.
La rabia y el dolor siguen presentes en el interior de Julen, nombre ficticio por motivos de seguridad, al hablar sobre 'Toto', como llamaban cariñosamente al agente asesinado. Esos sentimientos estarán presentes en el homenaje íntimo que celebrarán hoy los agentes de la comisaría de Hernani. En el jardín de la ertzain-etxea se encuentra una escultura en su honor que fue donada por la familia Chillida.
El agente asesinado era natural de Portugalete y tenía 25 años. Su novia también estaba destinada en Hernani y tenía, a su vez, un hermano ertzaina. Totorika falleció hacia las 00.40 horas de la madrugada del día 9 tras explotar el vehículo. Ingresó en el Hospital Donostia con amputaciones de las dos piernas, heridas de metralla en el pecho y abdomen y pérdida de abundante sangre. El otro agente herido por la explosión del coche bomba, J.L.A.S., de 36 años, fue atendido en un primer momento en el lugar de los hechos y luego evacuado en ambulancia al mismo centro sanitario con cortes en la cara.
La acción terrorista provocó una fuerte conmoción social y política, con una dura condena por parte de todos los partidos. El fallecido era militante del PNV y afiliado a UGT. Hizo el número doce en la lista de quince ertzainas que han sido asesinados por ETA entre 1985 y 2001.
Julen recalca que antes del atentado Hernani estaba sumida «en los peores años de la kale borroka», por lo que confirma que se sentían permanentemente amenazados por el mundo de los violentos. «Fueron años muy complicados para los que estábamos en la comisaría, con muchos compañeros que como consecuencia de los continuos ataques sufrieron quemaduras, heridas graves, e incluso uno perdió un ojo...».
Remarca que «ante esta difícil situación dependías de tu compañero o de tu grupo, y eso hizo que los lazos de amistad fueran muy fuertes e intensos entre nosotros». Además, recalca que el hecho de que 'Toto' estuviera esa noche en esa patrulla fue «una casualidad». «Entonces es cuando te das cuenta de que el atentado podía haberlo sufrido cualquiera, y de que te estás jugando la vida», indica.
Bajas y abandonos
El 'shock' fue tan fuerte que muchos compañeros del agente asesinado tuvieron que coger la baja y algunos incluso dejaron la Ertzaintza. Julen pone como ejemplo que de los 190 agentes destinados en la comisaría de Hernani cuando se produjo el atentado mortal, ahora quedan una veintena. Sobre el atentado en sí, no le sorprende que fuera cometido en la rotonda de Zinkoenea, situada a unos 250 metros de la comisaría. Lo justifica en que «era un icono para los violentos de Hernani, ya que prácticamente toda la kale borroka se producía a su alrededor».
Ante la pregunta de si se podía haber evitado el atentado, Julen se queda pensativo y mide sus palabras. «No lo sé... Es muy complicado responder a eso. Seguramente sí, con máximas medidas de seguridad. Pero también hay que tener en cuenta que en estos casos el malo siempre va por delante del bueno. Con el paso del tiempo te das cuenta de que, analizando lo que pasó, se podían haber hecho las cosas mejor», reflexiona. Asevera que siempre le ha quedado la duda de por qué el etarra que activó el coche bomba no lo hizo al paso de una furgoneta de la Ertzaintza con ocho agentes que se encontraba en la zona y sí contra el coche policial en el que estaban Totorika y su compañero. Es contundente al denunciar que «pudo haber sido una masacre, con por lo menos una decena de agentes muertos».
Admite que tras el atentado se reforzaron las medidas de autoprotección de los agentes y los dispositivos de seguridad en la comisaría de Hernani, pero recalca que fue «a base de sangrar y llorar». «Te hace que tu poder a la hora de pedir cobertura aumente muchísimo, ya que puedes plantear a los mandos '¿que quieres, que me maten como a éste?'», confiesa.
Al igual que otros afectados por el terrorismo, este ertzaina muestra su pesar por que llegue tarde el anuncio de ETA de un alto el fuego permanente, general y verificable. «Lo deja todo en un sinsentido. ¿Para qué han matado a mi compañero? En innumerables ocasiones me he hecho esta pregunta». Agrega que al igual que él «habrá mucha gente que se cuestionará para qué ha servido que yo haya perdido a mi hijo, mi marido, mi novio, a un familiar...».
No quiere olvidar, asimismo, la figura del subcomisario Mikel Uribe, acribillado a tiros por ETA cuatro meses después cuando se dirigía a cenar a una sociedad de Leaburu, su localidad natal. Recalca que fue uno de los mandos que «más dureza» quiso imponer contra la kale borroka en Hernani.
Un destino no deseado
Julen afirma que diez años después la situación ha cambiado mucho. «En los años 90 un tanto por ciento elevadísimo de la población de Hernani nos odiaba a muerte, y su comisaría ha sido, sin ninguna duda, la más dura de Euskadi. Todavía hoy es uno de los destinos menos deseados, a pesar de que es un pueblo muchísimo menos castigado por la kale borroka, y la Ertzaintza ya no es tan mal aceptada».
Considera que tras los anuncios de ETA y los pasos de la izquierda abertzale «la paz está ahora más cerca que nunca». «Igual es más un anhelo que una percepción real, pero creo que todo el mundo lo nota», subraya. Por último, es rotundo al afirmar que «por supuesto que la izquierda abertzale debería pedir perdón a todas las víctimas. En nuestro caso más que a la Ertzaintza a los ertzainas, ya que como colectivo todo queda diluido y nosotros somos un grupo de personas. Este debe ser el paso previo a cualquier tipo de reconciliación», proclama.
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