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A. BAQUERO / J. G. ALBALAT
BARCELONA
En el 2001, junto con su compinche Javier Picatoste, Manuel Brito ejecutó con éxito un complejo plan de fuga que desembocó en una huida criminal en la que un agente de los Mossos d’Esquadra quedó parapléjico tras resultar herido de bala en la columna vertebral, un joven murió tiroteado y una mujer fue violada. Ahora, ocho años después, a Brito se le ha descubierto un nuevo plan de evasión, en esta ocasión para escapar de la cárcel de Brians 2, donde cumple condena, según explicaron ayer a este diario fuentes penitenciarias.
En un cacheo en prisión, unos funcionarios le encontraron encima unos papeles donde había consignado de forma detallada el modo en que pensaba escapar de esa cárcel, situada en Sant Esteve Sesrovires (Baix Llobregat).
El plan de Brito, digno de una película de acción, constaba de dos fases. En la primera, uno o varios francotiradores tendrían que apostarse en los tejados de alguno de los edificios del polígono industrial situado en las cercanías de Brians 2. Desde ahí comenzarían a disparar hacia el Carrer Major de la prisión, como se conoce la arteria principal que comunica todos los módulos del presidio. El objetivo sería que esa arteria del centro quedara desierta.
MOTÍN PARA DESVIAR LA ATENCIÓN / Mientras, en uno de los módulos, Brito iba a organizar un motín de presos para generar el caos en la prisión. La intención del criminal era aprovechar el desorden para dirigirse al Carrer Major, correr hacia uno de los muros y saltarlo.
Pero su plan no acababa ahí. En los papeles que se le han incautado se descubre que Brito, una vez fuera de los muros de la prisión, pretendía pasar al menos un mes oculto en un zulo. Incluso había preparado una lista con la comida necesaria, víveres que pretendía ir desviando del comedor de la prisión.
MENTE FABULADORA / Fuentes de la Conselleria de Justícia de la Generalitat confirmaron ayer que Brito tenía en su poder «algunos dibujos» y destacaron que en las últimas semanas se le habían detectado «movimientos extraños». No obstante, esas fuentes evitaron hablar de fuga abortada y se limitaron a destacar la «capacidad fabuladora y la actitud altamente conflictiva» del recluso. «Tiene mucho tiempo libre para pensar y fabular», dijeron.
Brito ha sido puesto en régimen cerrado, es decir, tiene los movimientos restringidos dentro de la prisión. Es el conocido como primer grado, pues el segundo es el régimen de vida habitual de los presos y el tercero es aquel en que los reclusos pueden salir de forma regular a la calle.
Fuentes de la conselleria no quisieron confirmar que su pase a ese régimen más duro ha sido como castigo por el plan de fuga, aunque sí precisaron que el primer grado se aplica a «reclusos que han protagonizado algún incidente en prisión o que tienen una conducta inadaptada».
Expertos consultados por este diario aseguraron que el plan parece muy difícil de ejecutar –algunos lo calificaron de «casi irrealizable»–,
pues obliga a la participación coor-
dinada de varias personas desde el exterior y requiere que algunas de ellas sean expertos tiradores. Y ni los expertos tiradores ni las escopetas de precisión a la larga distancia son fáciles de encontrar.
Brito fue condenado por los delitos cometidos durante la fuga del 2001 a 76 años de cárcel, una pena dictada por la Audiencia de Barcelona y ratificada el 2007 por el Tribunal Supremo. No obstante, por ley nadie puede estar recluido en prisión más de 25 años.