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“Juan Manuel, has muerto por ser español: gracias por tu sacrificio”
Con este grito de un ciudadano anónimo en el funeral que se celebró en la Catedral de Vitoria en memoria del Guardia Civil Juan Manuel Piñuel Villalón, asesinado por “eta” en la madrugada del pasado 14 de Mayo, se resumen los cuarenta años desde el asesinato de Jose Pardines Arcay, sucedido en Guipúzcoa el siete de Junio del 1968, primera víctima oficial y directa del terrorismo etarra, hasta hoy, aunque para encontrar la primera víctima real debemos ir mas lejos, hasta el día 28 de junio de 1960 en que estallaba una bomba en la sala de consignas de la Estación de Amara en San Sebastián, muriendo María Begoña Urroz Ibarrola de tan solo año y medio de edad.
Todo esto tiene su origen en el hijo de un Carlista castigado con el exilio por apoyar dicho movimiento, y que debido al fracaso que supuso para su familia el haberse visto involucrado en las actividades políticas del País, decidió vengarse organizando un movimiento independentista contra aquellos que humillaron a su padre ya fuera ofreciendo su tierra como colonia a otros estados europeos, según algunas fuentes, o con motivaciones racistas dirigidas contra el resto de la población española en general y contra los castellanos en particular, similares a las utilizadas posteriormente por el partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, empleando frases tan poco afortunadas como que “el hombre castellano andaba con las piernas y la espalda arqueadas y que el aspecto de los castellanos era de seres zafios, mientras que los vizcaínos tenían un andar elegante y su rostro denotaba noble belleza”. Posteriormente y bastante mas cercano en el tiempo, otro miembro del partido que aquel fundo, citó también que el que tantos vascos y vascas tuvieran el RH negativo era un claro ejemplo de que eran una raza aparte. Lo triste no son las barbaridades que dijeran estos, sino que algún descerebrado las creyera.
Teniendo en cuenta este elenco de mentes como defensores del nacionalismo vasco, además sabiendo que en los años próximos a su muerte el fundador del movimiento intentó deshacer el Partido y acercar su postura a la Unidad Nacional, da un ejemplo perfecto de que tipo de individuos siguen defendiendo un nacionalismo racista, dictador, y absolutamente desfasado.
Un histórico del movimiento terrorista, activista durante el tiempo del franquismo, Xabier Zumalde, definía a los actuales terroristas como “cuatro tontos con un tambor para hacer ruido” en un reportaje que se le hizo en un programa de televisión y en una entrevista en el diario 20 minutos. Antes que el, un dirigente de la Policía Autónoma Vasca, experto en el tema del terrorismo vasco, dijo en el mismo medio de televisión que la banda terrorista cogía a sus miembros de entre los mas cortos de entendederas de los grupos juveniles de la Kale Borroka, ya que es más fácil de controlar al que no tiene nada en el cerebro que al que es capaz de pensar.
Pese a todo ello seguimos viendo como ciudadanos de este País y compañeros y compañeras de las Fuerzas de Seguridad del Estado, son asesinados por estos seres, respaldados, protegidos o excusados por unos políticos con afán de protagonismo y con las ideas grandilocuentes de un estado independiente que jamás ha existido, con igual justificación que tienen los musulmanes para pedir que media Península Ibérica pase a pertenecer a un País Árabe.
No hace mucho algunos de nosotros oíamos decir a nuestro alrededor, al producirse algún atentado en que un agente era asesinado cobardemente por unos individuos demasiado atemorizados para dar la cara, que ya sabía a lo que se exponía cuando entró en este colectivo. Hoy día ya no se dice semejante barbaridad, pero sigue habiendo cobardes demasiado miedosos para dar la cara, que se apoyan en unas leyes a las que escupen para denunciar “torturas” como hizo Aitor Alberdi, inventarse malos tratos para salir en television, como hicieron Haizea Iriarte, Beñat Burlata, Gorka Etxeberria, Jon Mikel Otxoa y Alex Etxeberria porque les han obligado a hablar español al poner una denuncia, como hicieron también estos últimos o al falsear noticias y trucar fotografías como hizo José Ignacio de Juana Chaos con su famosa huelga de hambre y el permiso del Político de turno al obligar a dejar entrar a la novia de este, en la habitación en que se encontraba, sin ser cacheada ni vigilada.
Según lo dicho en el lacrimógeno periódico pro delincuencia Gara “han jugado con nosotros como han querido y hemos recibido un trato que ni imaginábamos y que no se lo deseamos a nadie”, decídselo a aquellos que habéis matado como Fernando trapero, Juan Manuel Piñuel, Isaias Carrasco, Raul Centeno, o la ultima victima Ignacio Uría, por nombrar solo cinco, aunque supongo que según vuestro mundo de colores estos tienen menos derechos que vosotros.
Este es el terrorismo que permitimos que exista, y lo permitimos porque cuando estos “cuatro tontos con su tambor” salen contando esa sarta de estupideces que podrían rivalizar con el cuento del lobo y los tres cerditos en imaginación, otros cuatro tontos los leen, los creen y los defienden, y tenemos la culpa porque tenemos un gobierno que es fuerte y tiene profesionales y medios para acabar con este grupito, pero por motivos que no comprendo, no acaba con ellos, les tolera sin enfrentarlos directamente, escuchando sus tonterías y dándoles un crédito y unos derechos que no se merecen, unos derechos que no tienen ya ni Juan Manuel ni Maria Begoña, ni José, ni tantos otros que cayeron bajo su dictadura del terror.
Lo que jamás comprenderé es porque, siendo ellos menos, peor preparados, con más miedo…, pese a todo, son ellos los que imponen una dictadura del miedo.
Solo veo una explicación, tenemos tanto miedo al pasado que por impedir cualquier actitud cercana a los años que pasamos bajo la dictadura, somos capaces de sacrificar a nuestros hijos. Ya va siendo hora de crecer y darnos cuenta que la democracia es mayor de edad y tenemos el derecho legítimo a perseguir a los delincuentes, se llamen atracadores, violadores o terroristas, para el caso da igual, ya que no tienen motivo para que se les trate diferente puesto que esto es un estado democrático y callar la boca a aquellos que nos golpean sin caer por eso en un estado militar.
No soy experto en el tema pero si soy ciudadano y como tal opino, el tratar con estos individuos es o bien pensar que tienen el mas mínimo derecho a actuar como lo hacen con lo que daríamos por buena sus postulados y reconocer a España como un estado opresor, cosa que habría que explicar a las, hasta hoy, 860 victimas mortales de la estupidez terrorista, o bien el mismo derecho debería solicitar la delincuencia organizada para buscar una salida negociada a su actividad delictiva, que, a fin de cuentas, es lo que son.
Pedro.