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JASAN12 escribió:El vigilante José Manuel M., estaba en la cabeza del tren, alejado de los primeros estallidos.
Cuando la estampida de gente que huía cesó, “y solo quedaban los muertos y heridos que no podían moverse”, Mayorga recuerda”el silencio que se hizo. Era horrible, como si el silencio fuera un sonido”. Igual que el resto de sus compañeros, intentó tranquilizar a los heridos más graves y comenzó a sacar gente de los trenes. Dentro de los vagones quedaban heridos y viajeros conmocionados, desorientados. Luis Moran reprime el llanto. Parece que está viendo todavía al chaval que saco del tren. “ No estaba herido. Decía que no quería bajar, que su tren no había llegado. Cuando le agarre con fuerza, me dijo que le ayudara a despertar a su novia; cuando miré a su lado... ”.
Ningún vigilante puede precisar el numero de personas a las que logro evacuar o los heridos que asistió cortando hemorragias. “Muchos”, dicen ellos. “Cada segundo se perdía una vida, nuestra obsesión era sacar a todos los que pudiéramos”, afirma el guardia Moran, “porque podía haber más bombas”. Así era. En el primer vagón frente al que estaba José Manuel antes de la catástrofe, había una mochila que desactivó mas tarde el Cuerpo Nacional de Policía. “nadie pensó en retirarse, y sabían que se estaban jugando la vida”, asegura Ignacio.
Desde su puesto de control, los vigilantes Paños y Paris comprueban que la estación esta prácticamente vacía “a los ocho minutos de las explosiones”. Es entonces cuando llega la policía y los servicios sanitarios, que toman el mando en Atocha. Los 39 hombres y mujeres de Segur Ibérica habían conseguido desalojar todo el complejo ferroviario, andenes y trenes “al 98%, con las entradas selladas”. En el vestíbulo, los guardias continuaban asistiendo a los heridos gracias a los cursos de primeros auxilios que muchos han seguidos. Más guardias de la empresa acuden al lugar desde sus casas hasta que les mandan volver porque ya no eran necesarios.
Mientras, en la calle Téllez, el socorro de los vigilantes de Atocha es fundamental. “Los primeros uniformes que vieron allí las victimas fueron los nuestros”. Mas tarde, guiaron a los médicos hasta el tren, de acceso complicado, por las vías de servicio de RENFE.
Los vigilantes desean que todo esto pase cuanto antes, que Atocha recupere el ambiente agradable de trabajo. Que se vuelva a tomar el tren sin ver los homenajes que les recuerdan la tragedia que han vivido. “Ir a trabajar con las 2.000 velas al lado se nos hace muy cuesta arriba”. Ignacio afirma que Atocha es hoy ”una estación triste que tiene que recuperar cuanto antes su carácter alegre”.
José Rodríguez dice desde su cama del hospital que quiere volver a tomar el tren de Alcalá hasta Atocha. “Será lo primero que haga cuando salga; por todos esos que no pudieron llegar”. 18 vigilantes de seguridad de Atocha están recibiendo asistencia psicológica. Sufren los efectos secundarios del heroísmo.