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Hoy no estoy para las grandilocuentes demagogias de los politicastros de siempre, que no han sabido estar a la altura que sus policías merecían. Que han necesitado de un muerto para la unidad. Hoy, como ustedes entenderán, estoy únicamente con ellos. Con ellos, con los míos, con los que deberían haber estado todos siempre; aunque siempre hemos estado solos en esto. Hoy entierran a los caídos con honores, pero hasta ayer lo hacían a escondidas. Hasta ayer, también, hablaban de negociación, de paz. Hoy ya no, ahora es venganza implacable, persecución sin fin. Hoy, como cada vez que ha pasado, todo son buenas palabras, ¿Pero y mañana? Es fácil no Reconocer que se equivocaron porque ellos no ponen los muertos. Si en vez de uno de los nuestros fuera uno de los suyos otro sería el discurso. Otra sería la canción.
Pues sí, me van a perdonar pero hoy no estoy para nadie. Mis mejores deseos para el herido y para los familiares de ambos.
Hoy he visto por televisión el funeral por el Guardia Civil asesinado.
Los funerales, todos, son tristes, pero ninguno se puede comparar, para mí, con el funeral militar que es, de todos, el más enternecedor, emotivo, sincero; sobre todo cuando lo es por una víctima de la violencia más absurda e injustificable: la del terrorismo.
No obstante yo hubiera preferido ver, sin ninguna duda, otro tipo de funeral, de ésos con ataúdes cubiertos por la Ikurriña y el anagrama del hacha con la serpiente enredada. Y hubiera preferido ver también a otras madres y a otras novias llorando. No puedo evitar pensar que esos funerales son los que debían de haber sido, y que lo hubieran sido, seguramente, si los nuestros hubieran estado armados ¡Cobardes de mierda, gentuza!
Una luz se apagó en el sur de Francia y se encendió al instante el en el firmamento, junto a los que le precedieron:
¡VIVA LA GUARDIA CIVIL!
Mis condolencias y mi pésame.