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Desde mi soleado lugar de vacaciones, donde pretendía no enterarme de nada, me llegan los ecos (gracias a mi amigo Urien, el de la USO) de la noticia de la muerte de un vigilante de seguridad y las graves heridas provocadas a otro. Son dos hechos distintos, sin ninguna conexión entre ellos y ocurridos en lugares diferentes.
En el primero de los casos, unos jovenzuelos de Carabanchel, muy en la línea de los quinquis de los ochenta, propinaron un palizón a dos vigilantes a los que reconocieron como tales cuando estos, terminado su servicio, salían de tomar un tentempié en un restaurante que no creo que esté en la Guía Michelin. Uno murió un par de días después y el otro, magullado pero entero, identificó a los agresores y la policía los detuvo. Como son menores, han sido puestos a disposición del Grupo de Menores de la policía nacional y, cuentan sus allegados, que los muchachos están aterrorizados ante la perspectiva de pasar el resto del verano haciendo cursillos. En efecto, no puede haber métodos más inhumanos que los del sistema penitenciario español, lo dicen hasta los pederastas, que son gente también bastante maltratada en las leyes.
El otro caso se ha resuelto mejor para el compi. Sólo está herido grave y a este paso debemos mostrar entre júbilo y alborozo porque ya ven que podía haber sido peor. Cosa de poco en realidad: “cuadro de policontusiones, latigazo cervical y posible rotura del tendón del hombro izquierdo”. Una menudencia que con tres o cuatro operaciones se arregla. La tunda se la dio un paciente de treinta y cinco años que estaba muy alterado. Bueno, pues entonces nada, que para eso paga la Seguridad Social. Si no mira torcido al juez cuando le toque, no creo que pase de una reprimenda.
En algunos sitios he visto un cartel con la siguiente leyenda: “El Vigilante está para ayudarle. Por favor, siga sus indicaciones”. Quizá fuera procedente añadir: “y absténgase de pegarle aunque haya tenido un mal día”.
Como estoy de vacaciones, estaba dedicando algo de tiempo a leerme la vida de Pitágoras que, como todo el mundo desconoce, fundó seiscientos años antes de Jesucristo una serie de comunidades donde se vivía de acuerdo con el principio del respeto a cualquier persona independientemente de su condición, y eso que entonces había esclavos. También admitieron a las mujeres en sus consejos rectores en plano de igualdad con los hombres. Al parecer, estas enseñanzas las hemos perdido. Normal, tenemos más frescas las que a diario nos ofrecen el Sálvame y los Hombres, Mujeres y Viceversa. Así nos va.
Por mi parte, jamás entendí un carajo para que servía el Teorema de Pitágoras ni que cosa era una hipotenusa. Y de los catetos solo me acuerdo de Alfredo Landa en aquella mierda de película que se llamaba Cateto a Babor y que vi unas tres mil veces en mi infancia. Pero casi mejor sigo con ello, que da menos por culo. Y ahora si me disculpan …
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