Curso Acceso Guardia Civil |
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Estrés en una emergencia. El Paciente "código verde"Durante la realización del “triaje” de las emergencias se establecen unos códigos de colores para evaluar el alcance de las heridas de la víctima para así poder atender y evacuar al herido con la prontitud que requiere.
Tenemos así cuatro posibles tipos de víctimas en un solo aviso:
- Código negro: persona fallecida
- Código rojo: persona que necesita ayuda facultativa de forma inmediata
- Código amarillo: su traslado puede demorarse por tratarse de heridas leves
- Código verde: el paciente no necesita atención médica.
Pero son precisamente estos últimos pacientes, los “códigos verdes”, quienes pudieran crear más problemas en un aviso, protagonizando situaciones dramáticas de tipo depresivo, de ansiedad o histerismo (se refiere a nerviosismo extremo; ya no se emplea el término “histerismo”), así como otra patología física que en un principio pudiera pasar desapercibida a los servicios de urgencias y emergencias, por encontrarse el paciente totalmente consciente y supuestamente en perfecto estado
físico.
Pero nos vamos a centrar, no en esa parte física oculta (aun no evaluada), sino en el aspecto en que el paciente todavía no reacciona ante el accidente, y no es consciente de lo que está pasando a su alrededor, ni tiene nadie a su lado, y se encuentra solo, y en definitiva podría crear algún problema.
A esta persona que tras un accidente sufrido o por la pérdida de un ser querido (“señalada” con un “código verde”) hay que atenderla igualmente. No será necesario hacer una intervención (lógicamente) sanitaria, pero si psicológica. No debemos olvidar que la situación que está viviendo esa persona será única en ese momento y en el resto de su vida, y no deberíamos dejarla abandonada a su suerte.
Se vive más esta situación en los accidentes de tráfico, laborales y domésticos, donde los sentimientos que afloran pueden ser muy variados: nerviosismo, sentimiento de culpa, negación de lo que pasó, rabia e impotencia y sobre todo miedo. En las emergencias no hay que pretender solucionar en poco menos de una hora esos sentimientos y emociones, ya que sería una labor psicológica que llevaría bastante más tiempo en casi todas las personas, pero sí se puede empezar a ayudar inicialmente a ese paciente y no precisamente hablándole mucho, sino escuchándole lo que tenga que decir (si es que se siente con disposición de decir algo) y en la medida de lo posible minimizar la expresión de dramatismo de lo ocurrido; constatar delicadamente lo ocurrido sería más aceptable. El contacto físico siempre será muy importante, ya que la presencia de otra persona cerca de ti y que te esté tocando dará siempre ánimo y reforzará la confianza, además de “volverte” (al paciente) a la realidad, o tratar de hacerlo. Pero por desgracia las cosas no son así. La falta de medios y personal en muchas ocasiones nos “obliga” a que nos olvidemos de este tipo de pacientes y nos dediquemos a aquellos que tienen heridas graves y su vida pudiera estar en serio peligro.
El “código verde” es un paciente que tras esos primeros minutos de desasosiego, miedo, nerviosismo y otras características que hemos destacado con anterioridad se puede convertir de pronto en otro problema más serio cuando (por ejemplo) sufra un ataque de pánico, o cualquiera otra manifestación del estrés que vive o está viviendo (seguramente se tratará de una manifestación de estrés agudo), y que podríamos, de pronto, pasar a considerarlo “código amarillo”, ya que pueden
manifestarse:
● temblores
● taquicardias
● sudoración
● dolor torácico
●mareos
● nauseas
● escalofríos
● calambres en diversos miembros
...y un largo etcétera, que haría obligatoriamente desviar la atención hacia este nuevo paciente (que en un principio se había excluido de la lista de personas a atender) Un ataque de pánico puede resultar muy peligroso, tanto para la propia víctima como para los que están en el lugar, ya que puede llegar a perder el control completamente1 y arremeter precisamente con los que están intentando ayudar. La impaciencia le invade y empieza a culpar a los equipos que prestan asistencia de que “no están haciendo nada” o “no están haciendo todo lo posible por salir de esa situación”. Los minutos se le llegan a hacer horas (se inquieta mucho).
Se llega a correr el riesgo de que tal ataque de pánico (o sencilla expresión de intensas emociones, que no tiene porque ser un ataque de pánico) se convierta en algo aún peor y que un “código verde” (pasando por el amarillo) y se convierta de pronto en un “código rojo”: personas que hay que tratar de inmediato. Y ciertamente, el cambio de código de color en un paciente se podría haber evitado si hubiera sido atendido desde un primer momento en código verde, cuando no necesitaba asistencia sanitaria pero si psicológica; hay que entender desde un primer momento que esa persona sufrirá estrés en mayor
o menor medida y podría poner en riesgo su vida y la de los demás…
Nos hemos centrado en los accidentes de tráfico, que puede ser lo más habitual y común, pero al mismo tiempo casi fácil de controlar (experiencia personal, documentación escrita abundante, técnicos en la materia experimentados y formados,…) pero hay otras situaciones que requieren, si cabe, mayor rapidez de actuación y no dejar para nada a un posible paciente, como pudiera ser el incendio de un edificio, en que familiares y amigos están preocupados por la suerte de los vecinos del inmueble. En esos casos todo se convierte en nerviosismo, en preguntas sin respuestas inmediatas, en auténticos ataques de ansiedad por falta de información; situación que supone un “hándicap” para los servicios de emergencias, que deberían estar en otras labores. De ahí que se haría necesaria la intervención de personal especializado (básicamente un psicólogo) en este tipo de situaciones y no de la mano de un bombero, un policía o cualquier otra persona que no sepa intervenir tranquilizando como es debido, y mucho menos abandonarla (a su suerte), ya que correríamos el riesgo ya citado: que un código verde e incluso un simple transeúnte se convierta en un código rojo.
Unas de las cogniciones (pensamientos) que más se presentan en un ataque de pánico son: “me voy a morir” o “me estoy volviendo loco”. Cualquiera de las dos es de tal entidad que bien podría explicar la conducta errática, confusional, o inclusive violenta de una persona que sufra ese tipo de manifestación ansiosa.
Por último destacar que otra de las características de los códigos verdes es la auto evacuación del lugar del accidente/incidente (por ellos mismos u otra persona ajena al sistema de emergencias), y que traslada el problema a un centro sanitario, con el añadido de que se pudiera colapsar la puerta de urgencias del hospital por la recepción de pacientes de un accidente grave pero que no necesitan una atención sanitaria (médica y/o psicológica) inmediata. Es entonces cuando en el hospital se pueden ver todavía más solos, ven que no son atendidos, sintiéndose abandonados. Y acontece la aparición de sentimientos desagradables y actitudes poco cívicas, pudiendo (el paciente) considerar que sus heridas para los demás (personal sanitario en general) no son importantes2.
Con estas personas, atendidas adecuadamente en el lugar del aviso, no tiene porqué haber ningún problema, y será en un futuro cercano el Técnico en Emergencias Sanitarias quien esté cualificado para empezar a realizar esta labor tan necesaria como al mismo tiempo olvidada.