Kubotan Desde 10? - Desenfunda |
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Lo vi marchar esta mañana y ya he vuelto a mi vida diaria. Esa vida de momentos superfluos e insignificantes que otros, otro en ese caso, verán, en su nuevo país de residencia, como algo importantísimo, casi vital. ¿ Por qué debemos perder algo para calibrar su importancia?
Su hijo, el segundo de dos, nos miraba desde el carro con cara de poker. Esa faz que se les queda a los impúberes imberbes de chupete y lactancias cuando notan que algo pasa pero no logran captar nada más allá de esa rara sensación de que su mundo, su microburbuja se altera en demasía y algo cambia. Un abrazo demasiado largo entre sus padres. Un beso excesivamente profundo de quien cedió genética y corazón, alma y sueños para verlo ser. Inspirar hasta el dolor para llevarse impregnado el olor de la inocencia.
Ella, su mujer, la otra variable de la ecuación, una de esas féminas hechas a sí mismas, luchadoras desde la propia infancia, madre de sus hermanos sin querer, aguanta, una vez más, estoicamente, el momento de verlo partir, cuando le perdemos de vista tras los pertinentes controles de seguridad. Se gira, nos mira, sólo dos amigos hemos tenido tiempo de venir. Lo va a pasar mal… dice tratando de absorber más pena y dolor si cabe, para tratar de mitigar el que, seguro, sentirá él apartado de los suyos. Muy mal……
Cómo debe estar, qué debe sentir y pensar un hombre capaz de separarse de los de su propia sangre, para subirse a un avión y lanzarse a un vacio espeso y turbio con el único arnés de la necesidad imperiosa de conseguir algo a los suyos.
¿Qué coño le pasa a este país que permite que la fuerza vital de su población, aquellos formados, trabajadores incansables, sencillos y laboriosos, constantes y responsables, abandonen nuestras tierras para buscar sus propias soluciones en otro lado?
Lo veo marchar, H, y recuerdo cuando yo, hace ya una década, me subía a ese mismo avión para forjar algo parecido con distintas aleaciones. Esos momentos de soledad, ese perpetuo cielo gris plomo que te doblega, el aislamiento de un idioma que tratas de hacer tuyo pero que no claudica y te aparta. Lo va a pasar mal. Muy mal.
Yo, desde aquí, sólo le puedo dar la absoluta seguridad de que mientras él no esté, a los suyos nada les faltará, nada les pasará.
Veo marchar a otro buen hombre, mientras aquí, unos cuantos, se dedican a desmenuzar entre sus manos palabras como honradez, trabajo, seriedad, lucha, respeto… y miran, cayendo de entre sus dedos al suelo los restos de todo eso, al tendido y se ríen…maldita su gracia.
Tuyo en la contención, las ligeras explosiones de ira, algún que otro veranillo de un Santo metido a cerveza y una bicicleta cochambrosa que me ayuda a ahorrar en estos tiempos de guerra.