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Corrales, en Tijuana, aduce en su juicio que dio positivo por un jarabe para la bronquitis
La defensa sostiene que el etilómetro utilizado por la Guardia Civil desvirtuó los datos por la baja temperatura y la humedad - La fiscal reduce la pena solicitada
Oviedo, L. Á. VEGA
«Y el acusado, ¿no quiere venir?», preguntó ayer el magistrado José María Serrano, del Juzgado de lo penal número 1 de Oviedo, al abogado Víctor Celemín, defensor del ex alcalde de Siero Juan José Corrales. Un «problema laboral» impidió al ex regidor acudir al Juzgado. Ahora se dedica a los negocios en Tijuana (México). Su presencia para responder del accidente que tuvo en estado de ebriedad en la glorieta de Argüelles, en febrero de 2010, no era imprescindible y esto permitió que Corrales no tuviese que escuchar en el banquillo de los acusados la descripción del lamentable estado en el que parecía encontrarse aquella aciaga mañana, según el testimonio de los guardias civiles que intervinieron en el siniestro. La defensa sostiene, sin embargo, que todo se debió las medicinas que estaba tomando, entre ellas un jarabe para la bronquitis, y a que, además, el etilómetro desvirtuó las mediciones de alcohol debido a las especiales condiciones meteorológicas de aquella mañana: cero grados de temperatura y un 96 por ciento de humedad.
«Le hicimos señales, pero no respondía. Abrimos la puerta del coche y ni se enteró. Desprendía un fuerte olor a alcohol. Tuvimos que zarandearle para que se despertase. Nos dijo que le dejásemos dormir y acto seguido se quedó roncando», aseguró un guardia del puesto de Noreña que actuó en el accidente.
Instantes antes, sobre las seis de la mañana, un conductor les había avisado de que había un coche (el Peugeot 407 oficial que solía conducir Corrales) en el carril derecho de la glorieta, que no estaba iluminada. El riesgo de accidente era cierto. Corrales se había «comido» la glorieta, la había atravesado en todo su diámetro dejando un reguero de aceite y había quedado atravesado en el carril, sin posibilidad de mover el coche.
«Se le veía desorientado, no sabía si había tenido un accidente, lo único que quería era dormir. Mi impresión es que estaba en un claro estado de ebriedad. Eso sí, el trato con nostros fue correcto y educado», dijo otro guardia de Noreña. «Costaba trabajo entenderle. Dijo que tomaba medicación, pero al abrir la puerta salió olor a alcohol. No recordaba de dónde venía, ni a dónde iba, estaba un poco perdido», añadió un guardia de Atestados. «La deambulación no era la correcta, el olor a alcohol se le apreciaba a distancia. Se dormía, parecía estar con el típico sopor», añadió el otro agente de Tráfico que intervino.
Un amigo del ex alcalde, Teófilo Fernández, naveto como Corrales y llamado a testificar por la defensa, aseguró que estuvo con él unas horas antes del siniestro. «Nos encontramos sobre las diez y cuarto de la noche en la Sidrería El Parque. Éramos tres hombres y una mujer. Tomamos dos botellas de sidra. Luego fuimos a la carpa donde se celebraba la fiesta de les comadres y allí tomamos dos consumiciones», aseguró.
«Me contó que estaba con problemas con la separación, que debido a ese tema estaba medicándose y que no podía beber más. Lo vi más delgado y demacrado. Cuando marchó, me ofrecí a llevarle, pero me dijo que tenía el coche junto al ayuntamiento, a unos 100 o 150 metros», añadió. A preguntas de la fiscal, el testigo reconoció que Corrales no le dijo que tuviese bronquitis ni una enfermedad hepática, enfermedades con las que la defensa justifica que el ex alcalde estuviese tomando medicamentos como «Codeisan», un antitusígeno que lleva fosfato de codeína.
Según un médico llamado a declarar por la defensa, Rafael García González-Cuevas, este medicamento «provoca pérdida de conciencia y sopor», y más como la estaba tomando Corrales, «a demanda, cuando tenía una ataque de tos, lo que pudo llevar a una intoxicación por codeína». El médico también indicó que, aparte de una insuficiencia cardíaca, Corrales sufría una esteatosis hepática, lo que comúnmente se denomina hígado graso, «lo que puede llevar aparejado un retardo en la metabolización del alcohol». García aseguró que, aunque ninguno de los medicamentos que tomaba Corrales («Codeisan», «Capoten», «Adiro», «Coropres», «Cardil»...) lleva etanol, la esteatosis habría provocado «que tuviese una mayor halitosis alcohólica». Y esos medicamentos habrían potenciado el efecto del alcohol.
Un perito de la defensa aseguró que las condiciones meteorológicas no eran las indicadas para que el etilómetro marcase de forma fidedigna el grado de impregnación alcohólica de Corrales. En una primera prueba, arrojó 0,69 miligramos de etanol. Media hora después, subió a 0,74. La defensa rechazó la validez de estas pruebas y sostuvo que Corrales había sufrido un efecto secundario medicamentoso». Pidió la absolución y, en caso de ser hallado culpable, reclamó que se le aplique la atenuante de dilaciones indebidas, por haberse alargado el proceso más de dos años.
La fiscal de Tráfico, Adoración Peñín, indicó que, si hubo paralización en el proceso, fue por voluntad del propio acusado, y que se instruyó con toda celeridad. La fiscal añadió que el etilómetro utilizado por los agentes había sido revisado 20 días antes del accidente. «Era consciente de que no podía conducir, y en esas condiciones cogió el coche», añadió. Peñín rebajó, no obstante, la pena solicitada, en atención a los cambios legales aprobados en materia de Tráfico. Por ello solicitó que se le impoga una multa de 3.240 euros y dos años de retirada del carné de conducir.
Desde Tijuana con cariño...
