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Luis DaoízLuis Daoíz y Torres (Sevilla, 10 de febrero de 1767 - Madrid, 2 de mayo de 1808) fue un militar español, destacado por su participación en el levantamiento del 2 de mayo de la Guerra de la Independencia española.
Luis Daoíz nació en Sevilla, en el palacio de Miraflores de los Ángeles el martes 10 de febrero de 1767 y fue registrado en el folio 26 del libro de bautismo de la parroquia de San Miguel como Luis Gonzaga Guillermo Escolástica Manuel José Joaquín Ana y Juan de la Soledad Daoíz. Su padrino fue fray Juan Mateos, un presbítero de los Carmelitas calzados. Sus hermanos se llamaban María del Rosario, primera condesa de Daoíz, Francisco y Josefa.
Durante su infancia vivió en el palacio de su abuela materna en Sevilla y pasó algunos veranos en la casa que ésta tenía en Mairena del Alcor. Estudió en el colegio jesuita de San Hermenegildo, que se ubicaba en el espacio que ocupa la plaza de la Gavidia y varios edificios próximos
Su padre solicitó su incorporación en el ejército en 1782, cuando tenía 15 años, tras cursar estudios en el colegio de los jesuitas de su ciudad natal. Por aquella época el cuerpo de artillería era muy elitista y sólo permitían el acceso al mismo a personas de linaje noble. Luis Daoíz obtuvo la aprobación de nobleza correspondiente, en expediente expedido el 10 de julio de 1781 por el escribano del rey, Manuel García de Castro, y del teniente asistente de Sevilla, Fernando Vivero Sánchez; e ingresó como cadete en el Real Colegio de Artillería de Segovia, situado en el Alcázar de dicha ciudad, el 10 de febrero de dicho año. Su estancia en el Colegio de Artillería se prolongó hasta el 9 de febrero de 1787, en la que demostró ser un buen estudiante y destacó de manera especial en la esgrima de sable y de espada, obteniendo la graduación de alférez. Su primer destino fue en el batallón del Real Regimiento de Artillería instalado en el Puerto de Santa María.
En 1790, con el grado de subteniente, se presentó voluntario a la defensa de la ciudad de Ceuta, en el norte de África, al mando de una batería de su regimiento. Al año siguiente fue enviado a la de la ciudad de Orán (Argelia) como agregado a la compañía de minadores. Allí, en 1792, con 25 años, y como premio a sus méritos, fue ascendido al grado de teniente de artillería el 18 de febrero.
En marzo de 1794, participó en numerosas acciones de la segunda parte de la Guerra del Rosellón contra la Francia revolucionaria. El 25 de noviembre de ese mismo año, Luis Daoíz fue hecho prisionero, permaneciendo en Toulouse como tal. Durante su cautiverio, conocida su valía como militar y artillero, sus conocimientos matemáticos y de varias lenguas, entre ellas el inglés, el francés, el italiano y el latín, recibió ofertas de pasarse al bando revolucionario francés, ofertas que rechazó, pues era su único deseo regresar a España para prestar sus servicios en su defensa. Tras la firma de la Paz de Basilea en 1795, que puso fin a la contienda, fue liberado y volvió a su destino en El Puerto de Santa María.
Apenas terminada esta guerra contra Francia, comenzaron las hostilidades contra Inglaterra. En esos momentos la Armada española intentaba reorganizar sus buques y ponerlos en orden de combate, pero la escasez de oficiales especialistas hizo que tuvieran que demandar hombres a los cuerpos del ejército de tierra para completar la dotación de los buques de guerra. Por ello, en 1797, Daoíz fue destinado como refuerzo del contingente de los oficiales de la Armada y el 11 de julio de ese mismo año le confiaron el mando de una tartana cañonera con hornillo de bala roja, bajo las órdenes del almirante José de Mazarredo. Durante el sitio de Cádiz por los ingleses, Daoíz dirigió una de las lanchas que atacaban a los navíos del almirante Nelson, saliendo victoriosa la defensa española del ataque inglés. Daoíz dirigió el ataque contra el navío El Poderoso, uno de los que más daños causaban. Su excelente servicio en dicha embarcación le supuso el ascenso al grado de oficial artillero de buque de línea.
Durante su servicio en la Armada escribe
"Método que debe usarse para la enseñanza de la tropa y marinería en los ejercicios de cañón y abordaje", que es un pequeño manual de táctica cuyo objetivo era que los soldados embarcados aprendieran las tácticas en los navíos. El 7 de julio de 1802 regresó a la Península y fue destinado a su regimiento de origen, el tercer regimiento de artillería de Sevilla. Allí le asignan misiones de carácter científico, por sus conocimientos matemáticos y su aplicación al desarrollo de la artillería. En 1803 fue destinado, junto con otros oficiales, a la Real Fundición de Bronces y formó parte de la comisión dirigida por el brigadier Vicente María de Maturana para la construcción de dos piezas de artillería de calibre ocho para el servicio de la artillería a caballo, debiendo reunir la particularidad de poder disparar indistintamente balas, granadas y metralla. Con su regimiento participó en la Segunda Guerra de Portugal y fue destinado posteriormente a un puesto destacado en Fontainebleau en Francia.
Tras su traslado a Madrid, pudo presenciar la llegada de las tropas francesas a la ciudad a finales de abril de 1808 al mando de Joaquín Murat, que en aquel momento eran consideradas aliadas, pues debían colaborar con los españoles en la guerra contra Portugal. La presencia de gran número de soldados franceses en la ciudad produjo varios incidentes, por lo que la Junta de Madrid y las autoridades militares españolas negociaron con las autoridades francesas que los soldados no molestaran a los vecinos y los tranquilizaran asegurando que los miembros del ejército francés eran aliados. Fernando de la Vera, gobernador militar de Madrid, dio la orden de que las tropas españolas debían mantenerse en sus cuarteles para evitar altercados con las tropas francesas.
Viendo el cariz que tomaba la presencia de los franceses en España, que ocupaban las plazas fuertes y las grandes poblaciones por las que iban pasando, planeó con Pedro Velarde un alzamiento general, que fracasó por no contar con el apoyo del gobierno. Tras algunos incidentes ocurridos entre soldados franceses y vecinos el día 1 de mayo, Murat ordenó el 2 de mayo a sus tropas salir de los cuarteles y ocupar los principales puestos, palacios y cuarteles de la ciudad para controlarla plenamente. Cuando se produjeron los primeros ataques de los soldados imperiales contra el pueblo madrileño, Luis Daoíz se encontraba al mando del Parque de Artillería de Monteleón, con cuatro oficiales, tres suboficiales y 10 soldados como única guarnición. En el cuartel se hallaba un destacamento de 80 soldados franceses enviados por Murat para comprobar que no se fabricara más munición de la habitual.
Por su parte el capitán Pedro Velarde consiguió que el coronel de un cuartel de Voluntarios del Estado le entregara el mando de la 3ª compañía del 2º batallón, con 33 hombres y 2 oficiales, y acude con ellos al parque de artillería. Velarde logró la rendición de la unidad francesa que se encontraba en el parque y abrió las puertas a los paisanos que se movían por las inmediaciones gritando proclamas contra los franceses. Tras una tensa conversación entre Daoíz y Velarde, el primero se debatió entre obedecer las órdenes de acuartelarse y las demandas de su compañero de luchar contra los franceses, y ambos optaron por proveer de armas al pueblo y aprestarse a la defensa del parque. Velarde organizó la defensa del parque con unos 120 paisanos y los soldados de infantería y artillería, distribuidos en secciones al mando de oficiales. Daoíz se situó en la puerta del parque dirigiendo una batería de cuatro cañones, municionados con botes de metralla, y manejada por oficiales y paisanos. Gracias a la disposición de dicha batería lograron frenar las diferentes cargas de la infantería francesa, causándoles cuantiosas bajas, la cual pretendía tomar el parque por las aledañas calles de Fuencarral y San Bernardo.
La lucha en este cuartel duró unas tres horas. Pero combatían frente a fuerzas diez veces superiores y las municiones empezaron a escasear. Murat envió al general Joseph Lagrange para vencer la resistencia del parque con tropas de caballería e infantería reforzadas con cuatro cañones, pero fueron rechazadas nuevamente por la batería de la puerta del parque y las descargas de fusilería de los soldados y los paisanos situados en los muros, dirigidos por Velarde. Lagrange llegó a reunir 2.000 infantes para el asalto definitivo al parque.
Aunque herido en un muslo, Daoíz intentó seguir la defensa del parque, por lo que recibió varias heridas de bayoneta cuando luchaba con su sable junto a los cañones de la entrada. Daoíz fue trasladado extremadamente grave a su casa por algunos soldados, donde falleció ese mismo día. Los oficiales Pedro Velarde y el teniente Jacinto Ruiz, que le acompañaron en la lucha, también murieron en la defensa: el cántabro Velarde allí mismo y Ruiz unos meses más tarde en Extremadura a consecuencia de las heridas que recibió. Daoíz fue enterrado en la iglesia de San Martín esa misma noche junto a Velarde y otros soldados españoles.